El 30 de enero de 2015, la autoridad ambiental chilena entregó un permiso para la construcción y operación de un puerto para cargar, en 75 buques al año, 13,5 millones de toneladas de mineral de hierro a 30 kilómetros de la Reserva Nacional Pingüino de Humbolt y de las Reservas Marinas Isla Choros y Damas, en la comuna de la Higuera, en la región de Coquimbo, al norte de Chile.

Se trata de Puerto Cruz Grande, perteneciente a la Compañía Minera del Pacífico (CAP), el principal productor de minerales de hierro en toda la costa oeste americana, el mayor productor siderúrgico en Chile y el más importante procesador de acero del país. La aprobación del proyecto pasó prácticamente desapercibida en tiempos en que la atención estaba volcada hacia la construcción del proyecto minero y portuario Dominga, de la empresa Andes Iron SPA. Los conflictos de interés entre este último y los negocios privados del presidente Sebastián Piñera, más las sospechas de una eventual participación de Dominga en financiamientos irregulares de la política, atrajeron todas las miradas.

Masivas manifestaciones en contra de Dominga fueron organizadas para intentar frenar un proyecto altamente cuestionado por los impactos irreversibles que tendría sobre uno de los refugios marinos más importantes de la costa del Pacífico. Mientras tanto, Puerto Cruz Grande, ubicado a tan solo 5 kilómetros de Dominga, obtuvo casi en silencio su permiso ambiental. Esto, aun siendo que está más cerca de las áreas naturales protegidas y que tiene un tráfico portuario y una capacidad de carga de material mayor que el puerto de Andes Iron.

Las áreas de manejo

200.000 toneladas de locos y 300.000 toneladas de machas extraen anualmente los buzos mariscadores de Chungungo, la caleta más próxima al futuro puerto minero. “¿Quién nos puede decir que no somos productivos?” dice Luis Castro, presidente de la organización de pescadores artesanales de esta caleta, la más antigua de la zona.

Pescadores de La Higuera cosechando machas. Foto: Oceana – Eduardo Sorensen
Pescadores de La Higuera cosechando machas. Foto: Oceana – Eduardo Sorensen

Chungungo no tiene muelle. En un terreno que es propiedad de CAP, los pescadores guardan sus botes esperando una promesa antigua que nunca ha llegado. “Llevan años diciéndonos que ese terreno se lo pasarán al Estado para que podamos tener muelle. Pero yo he ido a Bienes Nacionales y no hay nada. Nos han mentido todo este tiempo” se lamenta Luis. Es por eso que no cree en la palabra de la empresa, ni en las buenas intenciones de cuando cada 18 de septiembre, para la celebración de fiestas patrias, recibe, al igual que todos sus compañeros, “una caja con un pedazo de carne, otro de chancho y uno de pollo, más una bebida y un tarro de duraznos” cortesía de CAP.

Para él, Puerto Cruz Grande podría ser el fin de la vida que ha conocido hasta ahora puesto que “hemos vivido toda la vida del mar y si nos contaminan nos vamos a tener que ir de aquí”, dice.

Según el Estudio de Impacto Ambiental de Puerto Cruz Grande, las aprensiones de Luis Castro son temores infundados y tanto él como todos sus compañeros de pesca pueden estar tranquilos.

El documento señala que seis son las áreas de manejo y explotación de recursos bentónicos (AMERB) que se encuentran cercanas al proyecto. Se trata de áreas marinas que han sido asignadas con exclusividad a organizaciones de pescadores artesanales para que exploten, de manera sustentable y mediante un plan de manejo, recursos bentónicos, es decir, especies que viven en el fondo marino. Locos —un molusco que solo existe en Chile y en parte de Perú— machas, almejas, lapas y algas son los principales recursos que extraen de esta manera los pescadores de Chungungo y de las caletas aledañas.

Fondo marino sector La Higuera. Foto: Oceana – Eduardo Sorensen.
Fondo marino sector La Higuera. Foto: Oceana – Eduardo Sorensen.

Las AMERB que se encuentran en la comuna de La Higuera, están entre las más productivas de la zona norte del país. Aquí se produce el 21 % de los locos que se desembarcan en todo Chile y el 80 % de lo que se desembarca en la región de Coquimbo.

Y es que este lugar ha sido favorecido por tener dos zonas de surgencia donde masas de aguas profundas, frías y ricas en nutrientes ascienden a la superficie, fertilizándola. Este fenómeno oceanográfico, presente a lo largo de las costas de África del Sur, noroeste de África, oeste de Estados Unidos y Chile-Perú, permite una extraordinaria biodiversidad compuesta por especies de toda la cadena trófica que llegan hasta este lugar para alimentarse. De hecho, los niveles más altos de krill se encuentran aquí, así como los de anchovetas, ambos alimentos esenciales en la dieta de aves marinas y mamíferos. Es por ello que este tramos de la costa es también un importante corredor de ballenas, es hogar de 122 especies de aves, entre ellas el Pingüino de Humboldt. Aquí vive la única colonia residente de delfín nariz de botella de Chile, 68 especies de peces y 180 de macroalgas e invertebrados. En total, hasta 560 especies marinas son posibles de encontrar en este lugar.

Esta extraordinaria abundancia ha hecho que el 60 % del territorio que va desde Punta Poroto por el sur hasta Punta Pájaros por el Norte, conocido también como el Archipiélago de Humboldt, se encuentre cubierto de AMERB que son la principal actividad económica de las comunidades costeras.

Solo Chungungo tiene ocho AMERB de las cuales tres son las que estarán más cerca de Cruz Grande, a tan solo 300 metros del futuro puerto. Es por ello que, a pesar de la insistencia de la empresa en asegurar que no tendrá impacto alguno sobre la productiva marina y pesquera del lugar, a los pescadores les parece difícil de creer y la opinión científica manifiesta derechamente su desacuerdo.

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Los riesgos de Cruz Grande

Barcos graneleros de hasta 300 mil toneladas podrán atracar en Puerto Cruz Grande, que, con una inversión de US$ 250 millones, podrá recepcionar, acopiar y embarcar 13,5 millones de toneladas del mineral de hierro que la misma empresa extrae de sus yacimientos, aunque también podrá prestar el servicio a otras mineras.

Mapa emplazamiento proyecto minero portuario Dominga y Puerto Cruz Grande.
Según la empresa, el área de influencia del Proyecto, es decir, la extensión geográfica que puede ser afectada por éste, “se limita al área de maniobras de las naves dentro del puerto —específicamente al sector de costa ubicado frente al poblado de Chungungo— como también el área de maniobra de aproximación de los buques a las instalaciones del puerto”.

Durante la evaluación ambiental del proyecto, SERNAPESCA señaló, en reiteradas oportunidades, que el área de influencia del medio marino, “no considera los riesgos a la actividad ni las circunstancias de encontrarse inmediatamente adyacentes a seis AMERB”. Pero CAP argumentó, en cada una de las adendas presentadas al Estudio de Impacto Ambiental, que “el Proyecto Cruz Grande no modificará la productividad de la zona dado su limitado ámbito geográfico” ya que las actividades de operación “no generan efectos significativos, por cuanto no conllevan descargas de ningún tipo (líquido o sólido) al medio marino”.

Aun así, la empresa reconoce y considera que los derrames de hierro durante las maniobras de embarque, los derrames de petróleo y la dispersión de especies marinas invasoras, son las principales amenazas de Puerto Cruz Grande.

La Higuera. Foto: Oceana – Eduardo Sorensen.
Según CAP, la posibilidad de un derrame del mineral de hierro al mar es poco probable debido a que “solo podría producirse si ocurriera una rotura del sistema de protección de la correa transportadora, entre las canchas de acopio y las bodegas del barco, o falla de la manga telescópica”. Aun así, la empresa ha considerado la posibilidad de que se derramen hasta 45 toneladas de mineral de hierro “lo que podría provocar el sofocamiento de la comunidades bentónicas si el material no es retirado rápidamente”.

En cuanto al riesgo de derrames de petróleo, “las comunidades macrobentónicas plancton, peces, aves y mamíferos marinos podrían verse afectadas por un derrame de hidrocarburo” señala la empresa. Aunque según los estudios realizados por la misma CAP, a las seis horas de ocurrido el derrame la mancha de hidrocarburo todavía estaría dentro de su área de influencia e incluso, antes de las 8 horas, la mancha presentaría una concentración muy baja menor a 0,1 g/m3 fuera de ella. Según asegura la empresa, el plan de contingencia será capaz de enfrentar oportunamente una emergencia además de contar con un plan de rescate, recuperación y reinserción de la fauna afectada por el derrame.

El problema, señala Javiera Calisto, abogada de la organización para la conservación marina Oceana Chile, es que “nuestro sistema de evaluación ambiental no contempla el desarrollo de estudios por parte del Estado que puedan contrarrestar la información que entregan las empresas”. Es decir, no existe información que pueda comprobar, o no, que el derrame de petróleo se comportará de la manera que CAP ha previsto.

Los chungungos, en peligro de extinción, son una de las especies que vive en las zonas protegidas cercanas a la Higuera. Foto: Oceana- Eduardo Sorensen.
Por otra parte, los grandes buques interoceánicos llevan, al interior de sus cascos, miles de litros de agua para repartir equitativamente el peso en todo el barco y así mantenerse equilibrados. Es lo que se conoce como aguas de lastre. En ellas, y adosadas a los cascos de los barcos, viajan especies venidas de otros mares, a veces imperceptibles al ojo humano, que invaden el nuevo hábitat en el que muchas veces no poseen depredadores impactando a los ecosistemas.

El biólogo marino Sergio Cortés, inspector de acuicultura del Servicio Nacional de Pesca, explica que las millones de larvas producidas durante la época reproductiva de los locos, nadan durante unos tres meses antes de encontrar un lugar donde crecer. Esa etapa es conocida como la deriva larval y termina cuando se asientan en las algas intermareales, es decir, en aquellas que están en la zona de transición entre la tierra y el mar. Ahí, este molusco se alimenta hasta que, al llegar a una mayor talla, se convierte en carnívoro y desciende hasta el fondo marino para comenzar a alimentarse de otras especies.

Según Cortés “la introducción de especies invasoras en las aguas de lastre representa una de las mayores amenaza a la deriva larval en cuanto a competencia —por comida y espacio— depredación y condiciones sanitarias”. Es decir, las posibilidad de contraer enfermedades que puedan afectar a los recursos que son cultivados en las áreas de manejo.

Para disminuir ese tipo de riesgos, CAP propuso la implementación de medidas para asegurarse de que los barcos realicen el cambio de sus aguas de lastre fuera del territorio marítimo chileno y un monitoreo para la detección temprana de especies alóctonas invasivas. “En el caso que se detecten, se accionará un plan de contingencia que comprende la contratación de los servicios de una entidad académica para que realice los estudios necesarios. Generar un plan de manejo o de contención específico para esa especie”, señala.

La colonia más grande en el mundo de Pingüino de Humboldt vive en la Reserva Nacional Pingüino de Humboldt a 30 kilómetros de Puerto Cruz Grande. Foto: Oceana – Eduardo Sorensen.
Sin embargo, según el mismo Servicio Nacional de Pesca indica, las medidas que se puedan implementar no permiten eliminar con absoluta certeza este riesgo. De hecho, el 38 % de las especies exóticas invasivas, detectadas en el mar chileno, han sido introducidas por embarcaciones de carga transoceánicas según datos de la Dirección General del Territorio Marítimo y de Marina Mercante.

El proyecto se aprobó ambientalmente a pesar de su polémica área de afectación considerada, por la comunidad científica, civil y por algunos organismos evaluadores del Estado, como “deficiente”. El problema de ello, según especifica la Corporación Nacional Forestal, una de las entidades públicas opositoras al proyecto, es que “sin la información adecuada, ningún diseño de reparación, mitigación y compensación podría hacerse cargo de los reales alcances del proyecto”. Al mismo tiempo, Calisto, la abogada de Oceana, señala que “este proyecto se caracterizó por la no consideración de la participación ciudadana” lo que conduce, según explica, a evaluaciones menos exigentes con estudios de impacto ambiental y medidas de compensación y de mitigación más débiles. Por todo ello, Puerto Cruz Grande fue objeto de reclamaciones por ilegalidad en los Tribunales Ambientales, pero finalmente, en abril de este año, la Corte Suprema le dio luz verde.

Oscar Avilés, presidente de la asociación de pescadores artesanales de caleta Punta de Choros, cercana a Chungungo, no sabe “cómo fue que de pronto Cruz Grande estaba dentro. No nos dimos cuenta”. Luego piensa en silencio y responde “es que el impacto de Dominga fue mayor. Cruz Grande por mientras, hacía el trabajo calladito”.

Calisto está de acuerdo y agrega que “la cobertura de la prensa marcó una diferencia muy grande entre un proyecto y otro”.

El comienzo de las obras aún no tiene fecha, pero el último veredicto ya está dado y fue calificado de “impresentable” por la organización Oceana, que asegura que “al dañar la productividad biológica de las AMERB se estaría atentando contra un modelo de administración pesquera que ha logrado contribuir a la conservación de los recursos bentónicos y a la sustentabilidad económica de la actividad pesquera artesanal”.

Escrito por Michelle Carrere
Este artículo fue publicado originalmente en Mongabay Latam