No se necesita más que mirar la historia reciente de Venezuela para entender las razones de los más de 4 millones de personas que han salido de esa nación en busca de una fuente de ingreso que les permita enviar dinero a su patria, sumida en una profunda crisis social.

Sin embargo, desde que se agudizó dicha crisis, se han visto matices en cuanto a los esfuerzos laborales de quienes arribaron a sociedades de acogida.

Algunos, con título de abogados, profesores, médicos, enfermeras y otras profesiones, han tenido que trabajar como garzones, nocheros, vendedores y en bencineras, para poder ganarse la vida.

No obstante, está otro grupo de los que llegaron después y se han armado de carteles para mendigar en las principales calles de las urbes chilenas, esperando a que los buenos ciudadanos, incluidos sus compatriotas, les brinden una moneda para poder subsistir.

En Concepción, es recurrente ver entre Aníbal Pinto y Barros Arana a una familia completa, esperando por la caridad de los transeúntes. En Santiago la situación tiene tintes similares, con comentarios que dejan ver la preocupación por la situación actual, sin que exista un censo que determine cuántas personas de esa nacionalidad están en situación de calle.

Esta situación no ha pasado desapercibida por los mismos venezolanos que se han abierto camino tras su llegada a Chile.

Una de las reacciones notorias desde redes sociales, surgió desde una de las cuentas de Instagram que los venezolanos usan para promover el empleo entre su comunidad.

Unpanaenconcepcion1 realizó una dura crítica y la llevó más allá, al utilizar una fotografía comparando dos situaciones complejas, ya que la imagen muestra a una venezolana pidiendo dinero y, a pocos metros, a un haitiano vendiendo dulces, pese a las barreras sociales y lingüísticas del caso.

“Mi pana, te hago una pregunta: ¿por qué regalado? ¿Por qué no te lo ganas como el haitiano y como la mayoría de los que trabajamos en Concepción? Necesidades hay pero trabajo también. Informales, formales. Como sea, pero hay”.

El mensaje incluye un llamado directo a los chilenos a que no den efectivo a los venezolanos que piden en las calles.

“AMIGO CHILENO: si tú quieres ayudar a estas personas NO LE DES DINERO, llévale un plato de comida para que te des cuenta de que su “NECESIDAD” NO ES LA COMIDA, ES EL DINERO FÁCIL…”, concluye la publicación.

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Lee que es importante…. . En la imagen vemos 2 escenarios quizás parecidos pero en realidad muy diferentes… . El primer escenario vemos a un amigo Haitiano, que se le dificultad hablar español, la comunicación con otras personas es más complicada, pero, la necesidad que tiene por llevar el pan a su casa lo llevo a VENDER CHOCOLATES Y OTRAS CHUCHERIAS para llevar el sustento a su familia, ES DECIR, TRABAJA PARA TENER UN INGRESO. Y demuestra que trabajo SI HAY. . El segundo escenario vemos a un amigo "Venezolano" con un cartel diciendo que necesito comida, que por favor lo "ayudes con algo para comer para sus hijos", mi pana te hago una pregunta ¿por qué regalado? ¿ por qué no te lo ganas como el Haitiano y como la mayoría de los que trabajamos en Concepción?, Necesidades hay pero trabajo también, informales, formales, como sea pero hay. . AMIGO CHILENO si tu quieres ayudar a estas personas NO LE DES DINERO, llevale un plato de comida para que te des cuenta que su "NECESIDAD" NO ES LA COMIDA, ES EL DINERO FÁCIL… • • • #unpanaenconcepcion #unpanaenconcepcion1

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“Dan verguenza”

Fuera de Chile, otra de las voces que se ha sumado a las críticas contra sus compatriotas, viene de la modelo, actriz y ex miss Venezuela (1999), Norkys Batista, quien aseguró que, quienes piden con un cartelito, “dan vergüenza”.

“Hágame un favor, bote ese cartelito y cómprese otra cartulina y otro marcador y usted va a escribir lo siguiente en ese cartelito: Hola, soy trabajador incansable. Venezolano soñador y esperanzador. Me tuve que venir de Venezuela, obligado, pero sé lavar, planchar, cocinar, lavar carros, fregar (lavar) platos, pasear perros, cortarle el cabello a los perros, cuidar niños. Sé cortar monte (pasto), limpiar piscinas, barrer pisos, recoger mesas, sé hacer cualquier cosa”, expresa de tajante forma la también influencer venezolana que tiene más de 6 millones de seguidores en su cuenta.

Batista considera que la migración no debe ser excusa para que ninguno de sus compatriotas pida en las calles.

“Ofrezca su servicio en ese cartelito pero no pida dinero porque da ver-güen-za”, remata en su registro audiovisual.

“No hagas de la bandera tu uniforme para pedir”

Los venezolanos se caracterizan por cocinar y vender arepas, completos, empanadas y otros productos. Lo hacen por delívery o instalando sus carritos en las calles chilenas.

Forma parte de un modo de vida que los ha llevado a generar ingresos y fuentes de empleo para sus connacionales. A los que piden en la calle, les reprochan, sin embargo, hasta el uso de sus símbolos patrios a la hora de solicitar ayuda económica.

Instagram / Venezolanos en Chile

Para el sociólogo chileno y Máster en Políticas Públicas, Wlady Galaz, el Estado chileno tiene una parte de responsabilidad desde las políticas migratorias implementadas en materia migratoria.

“La denominada visa de responsabilidad democrática que el Gobierno de Chile otorgó a los inmigrantes venezolanos, en la práctica fue una regularización masiva, sin la señalada responsabilidad, ni inclusión en ámbitos tan importante como la vivienda y el trabajo, encontrándose este grupo de migrantes en uno de los países más neoliberales del mundo, donde el Estado está casi reducido al mínimo”, sostiene el profesional.

La fuerza laboral venezolana es notoria. No solo en emprendimientos, sino, en resiliencia, dadas las dificultades personales que han sorteado desde que dejaron atrás todo, para salir adelante.

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“El imaginario social colectivo que intenta proyectar la comunidad venezolana en Chile es de migrante político más que económico, siendo uno de los motivos por lo que rechazan las acciones de caridad de su comunidad, pero la necesidad no tiene bandera ni militancia”.
- Wlady Galaz. Sociólogo chileno y Máster en Políticas Públicas.

“Fácil se ganan, pidiendo, 50 mil pesos al día”

BioBioChile entrevistó a varios venezolanos que llegaron a Chile, años atrás, en reacción a las publicaciones desde su misma comunidad.

Los consultados tienen el mismo perfil de la mayoría: tuvieron que huir de su patria ante la marcada crisis, no han encontrado trabajo de su profesión y se dedican a obtener ingresos en otras áreas como ventas y servicios para poder sostenerse en este territorio y enviar las tan esperadas remesas a Venezuela.

Laura Espinoza trabajaba en la industria aeronáutica. Su vida dio un giro de 180 grados al llegar a Chile y se ha visto obligada a trabajar a horarios que son difíciles para cualquier persona activa laboralmente. Con dedicación y experiencia ha conseguido una mejor oportunidad laboral pero tiene en cuenta que su esfuerzo ha sido clave. De ahí, que no esté de acuerdo con que otros venezolanos pidan en las calles y no busquen empleo.

“A simple vista, se ve que tienen las condiciones físicas para desenvolverse en cualquier área de trabajo, como decimos nosotros ‘matando tigrito’. Esta expresión es muy conocida por la comunidad venezolana y surge por la eventualidad de generar un ingreso no estable y no constante”.

Sin perder en consideración lo difícil que es abrirse paso en un país que no es el suyo, Espinoza sostiene que, pese a la necesidad, esta situación (pedir en las calles) no se debe convertir en la solución definitiva, ya que otros más se sumarán a hacerlo.

Gerson Moreno llegó a Chile hace dos años y ha trabajado de formas diversas para ganarse la vida, incluso en el comercio ambulante. Desde la calle, donde el panorama es más amplio y revelador, ha observado el comportamiento de sus compatriotas, tanto de los que trabajan, como de los que piden dinero.

“Yo fui comerciante ambulante y vendía comida rápida en la calle y siempre iban, la mayoría de los que piden, a comer y decían que fácilmente se ganan en un día malo 50.000 pesos chilenos cuando en un día normal lo pagan de 10 mil a 15 mil, que a nadie acá se los pagan diario”.

Sostiene que no se trata de envidia porque deben emplear más esfuerzo que solo pedir para ganar dinero fácil. Lo preocupante, es según su punto de vista, que utilizan menores de edad como un gancho sensible para lograrlo.

“Obviamente prefieren perder su dignidad y poner en riesgos a niños a este clima y a este virus tan peligroso que hoy en día existe. Simple. Como ya lo ven, ninguno sufre de alguna discapacidad física o mental”, asegura Moreno.

Su compatriota, Laura Espinoza, se enfocó también en el riesgo que corren los niños que son expuestos en las calles, mientras sus padres están pidiendo dinero. Los llamó a “intentar buscar salir de esa situación de pedir en la calle acompañados por menores, buscar nuevos caminos otras alternativas de trabajo que les permita vivir mejor y no vivir de otros, que es valedero acotar estos otros, (chilenos o no chilenos) se esmeran trabajando día a día, nos han ido aceptando en la sociedad, por lo que opino no es bueno vivir de ellos”.

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El llamado es para el hombre de esa familia: déjela en resguardo y váyase a caminar buscando trabajo, váyase a la vega de madrugada vaya y busque manera de, aunque sea pasear perros, ayudar con las bolsas a las personas en las ferias. Amigos, todos nos sudamos acá y hacemos sacrificios, así que, si vas a pedir, ese cartel que dice que eres venezolano elimínalo y pon: “Hola, soy una persona que tiene a su familia aquí y no quiere trabajar porque aquí ganó más”. A ver cuantas personas te colaboran.
- Gerson Moreno.Venezolano en Chile.

En Bucaramanga o en Cartagena, Colombia, el panorama es similar al de Chile.

Medios locales como Caracol revelaron, meses atrás, que en esa última ciudad las autoridades rescataron a cerca de 100 menores de edad venezolanos que fueron sorprendidos pidiendo en las calles o siendo explotados laboralmente.

Otro de los casos más emblemáticos, fue la captura de una mujer que se colocaba en un semáforo y obligaba a 3 niños a pedir dinero a los conductores. Solo uno de ellos era su hijo. No reveló al momento de su captura quienes eran los padres de los otros menores.

“Totalmente en desacuerdo que estén en un semáfaro, pidiendo dinero. Pero lo más triste es que, en algunos casos, utilizan a los niños. Se verían mucho mejor con un cartel pidiendo trabajo y así, ganarse las cosas por sí mismos el sustento. No inspirando lástima y dejando el nombre de Venezuela por el piso”, dijo a BioBioChile otro venezolano que prefirió el anonimato.