Las negociaciones en Bruselas entre la UE y el Reino Unido sobre un acuerdo posbrexit se acercan este lunes a las horas decisivas, en medio de persistentes divergencias que aumentaron los temores de un divorcio litigioso de consecuencias económicas imprevisibles.

El primer ministro británico, Boris Johnson, y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, mantendrán en la tarde de este lunes una conversación telefónica que evaluar la situación, en un contacto que podría sellar la suerte de las negociaciones.

Las negociaciones continuaban el lunes estancadas en tres temas: derechos de navíos pesqueros europeos para capturas aguas británicas, normas de competición y ayudas estatales a empresas británicas, y la gestión legal de la futura relación, en particular la solución de controversias.

Este lunes, el principal negociador europeo, el francés Michel Barnier, presentó un cuadro de situación a los embajadores europeos ante la UE, y de acuerdo con fuentes diplomáticas les comunicó que no se habían registrado avances.

Sin embargo, Barnier dijo a los diplomáticos que las conversaciones continuarían este lunes.

La UE tiene en su agenda una cumbre para el jueves y viernes, y aunque los líderes europeos tienen varios temas candentes en manos la cuestión de las negociaciones posbrexit podría quedar zanjada.

Carrera contra el reloj

El pasado viernes, los dos jefes negociadores -Barnier y el británico David Frost- decidieron adoptar una “pausa” en las negociaciones por la dificultad en superar las divergencias.

El sábado, Johnson y Von der Leyen mantuvieron una difícil conversación telefónica y acordaron que los negociadores se reunirían el domingo en Bruselas para evaluar si era posible superar las diferencias.

El Reino Unido se retiró de la Unión europea formalmente este año y las partes acordaron un período de transición hasta el 31 de diciembre, cuando Londres saldrá definitivamente del mercado único y la unión aduanera.

Ese período de transición fue definido precisamente para que Londres y Bruselas negocien un acuerdo sobre cómo funcionaría su relación comercial a partir del 1 de enero de 2021, pero hasta ahora los esfuerzos para alcanzar ese entendimiento fueron infructuosos.

Además, un eventual acuerdo tendría que ser ratificado por las partes, y altos dirigentes del Parlamento ya adelantaron que precisarían de tiempo para revisar el texto de un eventual acuerdo antes de someterlo a voto.

Sin acuerdo, los intercambios entre Londres y la UE se regirán a partir del 1 de enero por las reglas de la Organización Mundial de Comercio (OMC), lo que supone la introducción de cuotas y aranceles, un cuadro que puede deteriorar aún más economías ya debilitadas por la pandemia del coronavirus.

En tanto, los continuados esfuerzos del equipo negociador europeo terminaron por generar inquietud en diversas capitales europeas, por la posibilidad de terminar haciendo concesiones que no habían sido consensuadas.

Esta visión quedó plasmada de forma brutal la semana pasada, cuando un alto funcionario de Francia advirtió que París bloquearía un acuerdo que responda a las exigencias definidas por la UE y especificadas en el mandato dado a Barnier.

Seguidamente, un portavoz del gobierno de Alemania -uno de los que más presionan por un acuerdo- admitió que Berlín quería un acuerdo pero no uno “a cualquier precio”.

Presión adicional

Para añadir aún más presión, el ministro británico responsable de coordinar la acción gubernamental, Michael Gove, llegó el lunes a Bruselas para un encuentro con el vicepresidente ejecutivo de la Comisión Europea, Maros Sefcovic.

La agenda de ese encuentro es el controvertido proyecto de ley británico sobre Mercado Interno, que reescribe de forma unilateral aspectos negociados exhaustivamente y que constan en el Acuerdo de Retirada, la guía de la salida británica de la UE.

Al ser aprobada en la cámara baja del parlamento británico, los legisladores retiraron de la ley los artículos que violan el Acuerdo de Retirada, pero el gobierno adelantó que buscará reintroducirlos en el texto que será votado en la cámara alta.

En particular, los artículos en cuestión violan lo que había sido acordado por Bruselas y Londres sobre la situación entre la república de Irlanda y la provincia británica de Irlanda del Norte.

El régimen acordado en el Acuerdo de Retirada es considerado esencial para la mantención de la paz al evitar una frontera física en la isla, y por ello la propuesta del gobierno británico fue recibida con furia en las capitales europeas.