Miles de personas se concentraron este lunes en diversas ciudades de Brasil para apoyar la defensa a la democracia en el país, un año después de la asonada realizada a los tres poderes por extremistas de la ultraderecha que intentaron derrocar el Gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva.

El 8 de enero de 2023, cuando se cumplía una semana de la investidura de Lula, miles de seguidores del expresidente Jair Bolsonaro invadieron de forma coordinada las sedes de la Presidencia, del Legislativo y de la Corte Suprema, causando destrozos millonarios en los tres edificios, que se ubican en torno a la plaza de los Tres Poderes, en el centro de Brasilia.

Las manifestaciones se dieron en 13 ciudades capitales del país suramericano, además de Brasilia, donde tuvo lugar el acto principal, liderado por el presidente Lula.

En Sao Paulo, más de dos mil personas se concentraron en la Avenida Paulista exigiendo justicia por la tentativa de golpe.

Banderas de diferentes sindicatos y organizaciones sindicales tiñeron la icónica avenida y la lluvia no impidió a los asistentes ocupar uno de los carriles para pedir justicia al grito de “sin amnistía” y “golpe nunca más”, acompañados de pancartas que reclamaban “prisión para Bolsonaro”.

Líderes sindicales y de organizaciones sociales, así como algunos concejales y diputados federales dieron discursos a la altura del Museo de Arte de São Paulo (MASP), exigiendo juzgar a quienes financiaron, planearon y participaron en la tentativa de golpe.

Uno de ellos fue el diputado estatal del PSOL Celso Giannazi, que quiso recordar a “todos aquellos que murieron” para conseguir la democracia en Brasil y aseguró que los hechos ocurridos el pasado 8 de enero “no pueden quedar impunes”.

Entre los manifestantes se encontraba Francisco Freitas, un sindicalista de 64 años que afirmó que la lucha por la democracia fue “muy ardua, no cayó del cielo en paracaídas” y sostuvo que quién defiende la democracia en Brasil no es Lula, ni la Cámara de los Diputados, sino “el pueblo en la calle y la sociedad organizada”.

Una gran cantidad de personas jóvenes compartía espacio con los más veteranos, que coincidieron en la necesidad de “recordar lo ocurrido” a las próximas generaciones para impedir una repetición de la Historia.

Una de las asistentes, la profesora Carla Santos, afirmó que a pesar de los hechos “sacar a Bolsonaro del poder fue un golpe de esperanza”, pero que todavía se necesita “continuar luchando”.

En Río de Janeiro, un grupo similar se dio cita en la plaza Cinelandia, el tradicional sitio de encuentro para este tipo de actos, ubicado en el centro de la ciudad.

Al igual que en la capital paulista los asistentes armados con pancartas repitieron las arengas de “sin amnistía para los golpistas” alrededor de una gigantesca imagen de Lula, con la banda presidencial, que fue erguida en el lugar.