El viento sopla con fuerza al igual que las olas que golpean su bote a un ritmo constante, el viaje es largo y deben recorrerlo en partes a pie y en parte por el mar, nada impide la pequeña travesía diaria que Diego Guerrero debe realizar para poder estudiar en la remota localidad de Sotomó al sur de Chile.

En Sotomó no hay altos edificios, ni costosos vehículos ni mucho menos el ruido de la ajetreada ciudad. Allí hay altos árboles, el cantar de las aves y el aire puro de la costa marina.

Las veinte familias que allí viven son humildes, pescadores en su mayoría, y sus hogares están hechos de madera reforzadas con planchas de Zinc pintadas de colores brillantes. La electricidad solo funciona 12 horas al día gracias a un generador entregado por el Gobierno Regional en 2019, mientras que la ausencia de agua potable es suplida por los ríos allí presentes.

Por largos años fue así, todo joven que deseara estudiar debía recorrer un largo trayecto hasta la escuela John F. Kennedy, a la cual hoy asisten 7 niños, incluyendo al pequeño Diego.

Sotomó
Pablo Cozzaglio | AFP

La pandemia es un suceso que nos afectó a todos, eso es seguro. Pero mientras algunos pueden seguir estudiando gracias a la tecnología y el internet estable desde sus casas, muchos otros deben batallar día a día para poder conectarse por lo menos un par de minutos para saludar a su profesor antes de que la conexión se pierda.

Un panorama triste, si se piensa, que pocas oportunidades brinda a la pequeña comunidad de Sotomó. Diego no pide mucho más que seguir los pasos de su padre, ser un navegante por las costas del sur. Aunque… a veces, si se logra acceder a ello, le gusta estudiar, en especial matemáticas.

Nuevos mares para navegar en Sotomó

Se había oído hablar del proyecto de un “gringo”, un tal Musk que decía poder llevar el “internet” a todas partes. ¿Será real? ¿Cómo lo haría? nada es seguro para el resto del mundo, ya que eso siempre se queda en Estados Unidos o en algún país del primer mundo. En Sotomó se sigue caminando y navegando para estudiar, aunque sea el limitado mundo que te brindan los libros.

Pero la posibilidad de tener internet estable en las zonas rurales de aquel largo y delgado país al sur de Latinoamérica cada día fue siendo menos un sueño y más una realidad, pues Elon Musk quiso, como parte de su proyecto beta “Mejor que nada” pasar la antorcha de la esperanza a los 7 niños de la pequeña localidad de Sotomó.

Un sueño que fue aún más real cuando, a la pequeña localidad, llegó la ministra de Transportes y Telecomunicaciones, Gloria Hutt, acompañada del subsecretario de Telecomunicaciones, Francisco Moreno. Quienes dieron el inicio formal al servicio de internet satelital de Starlink en Chile.

En su momento el padre de Diego, Carlos Guerrero, señaló que el internet allí no existía “Solamente lo que tenemos en el teléfono pero es malísima la señal”.

En cosa de días el internet del Musk logró que la comunidad rompiese las barreras geográficas a una velocidad y latencia de conexión similar a la que se obtiene mediante una red de internet fija, entre 100 y 200 mb.

Sotomó
Pablo Cozzaglio | AFP

Me gusta mucho el internet porque hacemos tareas (…) Las sumas las aprendo más fácil con mi tablet”, relató Diego a Reuters, para quien ahora es posible estudiar matemáticas y mucho más con el internet de Musk.

Ya no solo se limitaran a los contenidos de sus libros de clase, ahora Diego podrá navegar por los mares de información del internet, allí donde antes su padre no pudo.

Al ver esta nueva ventana a otro mundo, Carlos Guerrero tiene planes más ambiciosos para su hijo y espera que esta oportunidad le brinde un horizonte más amplio al pequeño de 7 años.

Su padre siempre lo apoyó y estuvo ahí para él, ya fuera caminando o navegando “Uno lo hace por ellos, porque si uno no tuvo la posibilidad de estudiar entonces si uno se los puede dar, no tiene por qué negárselo, siendo lo que se puede hacer, siendo con tiempo bueno, tiempo malo, se tiene que tratar de hacer”, comentó a Reuters.

Pese a que el internet de Musk está limitado a las 12 horas de electricidad de la comunidad, ahora al menos se puede tener un poco de estable realidad en la pequeña localidad de Sotomó.