Esta es una columna de opinión.

La experiencia que se vivió durante la pandemia del covid-19, en torno a la no presencialidad, sin duda generó en las y los estudiantes diversos elementos y tensiones, relacionadas con las estrategias aplicadas al momento de comprender elementos sobre el conocimiento y las diversas habilidades que deben adquirir producto del trabajo entre pares y la mediación del docente.

En este punto, los docentes vivieron elementos claves para su labor como educadores y debieron, al mismo tiempo, adaptar diversos elementos que se aplicaban dentro del aula presencial y que se presentaron como un desafío, ya que todo su trabajo debió ser, de una u otra forma, adecuado para el contexto de cada establecimiento frente a la pandemia.

Dentro de la labor docente se ha mencionado en diversos medios la importancia que tiene el acompañar, contener y potenciar a los niños y niñas dentro de su retorno a las aulas presenciales, ya que en las instancias anteriores, en la virtualidad y experiencia de aula híbrida, se vieron mermados con el peso del conocimiento de las nuevas tecnologías, el acompañamiento a las familias, los diversos contextos socioeconómicos y las estrategias acordes a las necesidades de cada estudiante.

Es por esto que la labor docente trajo consigo no sólo una adaptación a los nuevos tiempos y el contexto, sino que debieron pasar por un proceso constante de actualización en torno sus prácticas, las cuales han sido viralizadas como experiencias favorables para el aprendizaje de sus estudiantes, y valoradas por la creatividad y tiempo que implica llevar a cabo la ardua tarea de generar insumos pedagógicos y diversos instrumentos de evaluación para afrontar esta nueva realidad.

En la actualidad y para hacer frente a los nuevos desafíos educativos a los cuales nos vemos en la necesidad de atender, se han publicado los nuevos Estándares de la Profesión Docente de Educación General Básica.

Ellos están en completa sintonía con las nuevas necesidades de los estudiantes, considerando los aspectos orientadores y que ayudan a la preparación de la enseñanza y aprendizaje (Dominio A), el cual hace referencia explícitamente al aprendizaje y desarrollo de los alumnos, el conocimiento de la disciplina y el currículum, la planificación de los diversos procesos de enseñanza y la planificación de la evaluación.

Luego, se encuentra la creación de un ambiente propicio para el aprendizaje (Dominio B), el cual hace referencia a mantener un entorno de respeto, organizado y orientado al desarrollo personal y social de sus estudiantes.

A continuación, hace referencia a la enseñanza para el aprendizaje de todas y todos las y los estudiantes (Dominio C), el cual da énfasis en las estrategias de enseñanza para el logro de aprendizajes profundos, para el desarrollo de habilidades del pensamiento, y la importancia de la evaluación y retroalimentación.

Para terminar, los nuevos Estándares de la Profesión Docente de Educación General Básica hacen hincapié en las responsabilidades profesionales (Dominio D).

Sobre este último punto, se debe destacar la ética profesional, la cual permite a las y los docentes actuar siempre en torno a los derechos de sus estudiantes y el bienestar de la comunidad, en sintonía con el proyecto educativo institucional, la legislación vigente y el marco regulatorio para la enseñanza escolar.

Por último, es importante destacar el compromiso con el mejoramiento continuo de la comunidad escolar respecto a los nuevos estándares, ya que les permitiría mantener un enfoque en el crecimiento constante, no sólo del ámbito académico, sino que también del bienestar de sus estudiantes, y el acompañamiento emocional a ellos y sus familias.

Esto con la finalidad de potenciar sus valores, habilidades y mecanismos de autoaprendizaje, sin los cuales no existiría una motivación por las tareas que realiza el docente, las que permitirían mejorar los diversos vacíos que dejó la no presencialidad.

Esta reflexión nos permite evidenciar y valorar la ardua labor de cada uno de los actores dentro de un centro educativo y nos exige atender las necesidades que se generan y seguirán generándose por parte de nuestros estudiantes, a medida que los diversos contextos vayan cambiando y las tareas que deban atender los docentes vayan en aumento, con la única finalidad de poder potenciar los aprendizajes y un adecuado desarrollo socioemocional de todos los niños y niñas.