“Que se levante el raudo viento azul de otoño, que aquí no pasa nada que puramente todo. Chillán existe como una rosa blanca sobre mi corazón húmedo y sin palabras… Chillán no está vencido, Chillán laurel alzado como el verde campo de los gentiles caballos. Que se levante el trueno vivo de los tambores y el hortelano alegre que se levante entonces”…

(Epopeya de Chillán, extracto, Nicanor Parra, 1939)

De esta forma Nicanor Parra, que aquel fatídico 24 de enero de 1939 trabajaba como profesor de matemáticas y física en el Liceo de hombres de la malograda ciudad, describe de alguna forma sus sentimientos provocados por esa horrible noche.

Para algunos expertos esa vivencia de muerte tan cercana marcaría para siempre su renombrada creación, que terminó por nacer definitivamente en años venideros: La antipoesía.

El terremoto del 24 de enero 1939 se originó a las 23:32 y tuvo su epicentro cerca de Chillán, con una magnitud estimada hoy de 8.3 grados. El movimiento telúrico duró aproximadamente 3 minutos, lo cual bastó para trasformar las ciudades de Chillán, Concepción y otros muchos tantos asentamientos urbanos literalmente en ruinas y polvo.

Si bien Parra vivió varios otros terremotos, ninguno causó tal impacto como este, lo cual plasmó en su poema Epopeya de Chillán, el cual fue inserto en la antología poética 8 nuevos poetas chilenos editada por la Sociedad de Escritores de Chile y publicada en la editorial de la Universidad de Chile en 1939.

Recordemos que Nicanor Parra falleció este martes por complicaciones de salud, dejando un enorme legado en la literatura nacional y mundial.

Revisa a continuación el comentado poema

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