Es común escuchar que nuestros padres y abuelos se casaban muy jóvenes. Entre 24 y 27 años era un rango común para contraer matrimonio, pero esta situación en la actualidad ha cambiado bastante.

El Instituto Nacional de Estadísticas (INE) determinó que la edad media para casarse es de 35.39 en hombres y 32.65 en mujeres, una de las cifras más altas hasta ahora.

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Actualmente los matrimonios son mucho más tardíos y escasos, no así en años anteriores. De ocho matrimonios por cada mil habitantes en 1980 la tasa bruta de nupcialidad bajó a menos de cuatro en 2011.

Herminia Gonzálvez, directora del Centro de Investigaciones Socioculturales (CISOC) de la U. Alberto Hurtado, explicó a La Tercera que la causa principal de que los jóvenes no quieran casarse tan temprano se debe a la tardanza en encontrar un trabajo estable.

“La vida prelaboral en los jóvenes es cada vez más larga y eso tiene consecuencias para el matrimonio, y también, para la descendencia”, dijo.

Otra hipótesis sobre los matrimonios tardíos reside en que el disfrute de la juventud se ha intensificado. Según explicó Alejandra Ramm, socióloga de la U. Diego Portales, a La Tercera, “ya no se habla de juventud sólo hasta los 25 años sino hasta los 35 años. Está la idea de que se disfruta la vida antes de casarse y por eso se retrasa el matrimonio”, por eso es que también muchas parejas apuestan por convivir antes que contraer matrimonio definitivamente.

Además, esta caída de la tasa bruta de nupcialidad habla sobre una disminución del prejuicio sobre la soltería.

“También hay personas solteras que no optan por tener un proyecto de pareja, sino que optan por tener un proyecto de familia en solitario, este es el caso, de las madres o los padres ‘solteros’ por elección por medio de la adopción o la reproducción asistida”, dijo Herminia Gonzálvez, directora del Centro de Investigaciones Socioculturales (CISOC) de la U. Alberto Hurtado.