Restan 32 días para que el Consejo Anticorrupción que creó la presidenta Michelle Bachelet al calor de los casos Penta, Soquimich y Caval entregue sus propuestas, y las dudas en torno a su margen de acción se encuentran instaladas. La última palabra, finalmente, la tendrá la plana legislativa. Pero Benito Baranda, uno de sus integrantes, cree que esta asamblea puede ser un aporte real a la discusión y la toma de decisiones.

Miembro constante de otras instancias más ligadas al ámbito social que político, plantea que esta agrupación apunta a desarrollar medidas concretas, y que para eso se seguirá un estricto itinerario de un mes y medio. Sabe que el tiempo es escaso, pero destaca la importancia de tomar nota de las inquietudes de la comunidad.

Para lograrlo, toda actividad es bienvenida, aunque exceda al comité. Por lo menos así se lo hizo notar un grupo de estudiantes de la Universidad de Concepción el pasado miércoles, que lo escuchó e interrogó en el lanzamiento del año académico 2015 de la carrera de Psicología de la casa de estudios penquista.

En el inicio de su exposición, Baranda no dudó en recalcar que vivimos una crisis social con un fuerte acento moral. Antes de comenzarla, aceptó conversar con BioBioChile sobre su rol como consejero.

¿Cómo toma las críticas de que este consejo sólo sería ‘uno más’?

Yo he participado en varios consejos y comisiones, y ninguna ha sido una comisión más. Participé en el Consejo de la Infancia y se terminó con el ‘Chile Crece Contigo’ y con la ampliación de la cobertura de los jardines infantiles. En el gobierno pasado participé en la Comisión de Medición de la Pobreza y se terminó en la modificación de la línea de la pobreza y en la inclusión de la pobreza multidimensional. Yo creo que esa es una opinión más por desconocimiento y por falta de investigación, o periodística o de la ciudadanía.

¿Urge delimitar la política y los negocios, la esfera privada de la pública?

Por supuesto. La ciudadanía lo tiene claro, y como hace tiempo han presionado y los medios han denunciado, yo creo que el que un grupo de personas no necesariamente vinculadas a los mundos que deciden -el parlamento, Poder Ejecutivo, mundo empresarial- pueda destrabar este asunto y se puedan tomar acciones inmediatas y otras un poco más a mediano y largo plazo, es un buen paso.

Es algo que también se vincula a la formación ética de las personas. Que tú optes por corromper o por hacer uso del tráfico de influencias, quiere decir que el nivel de desarrollo de tu conciencia moral no es acorde a tu edad. Quiere decir que algo ocurrió en la formación de esas personas, y si estas prácticas son generalizadas la preocupación es mayor.

Qué estamos haciendo con la formación escolar y familiar, que cuando tenemos la oportunidad nos aprovechamos de los demás, explotamos a los demás, hacemos un negocio que es oscuro. Hay algo ahí que nos tenemos que cuestionar. Lo que ocurre hoy es el reflejo de lo que ocurre en la ciudadanía.

¿Pueden conformarse las autoridades con cumplir la ley, o debemos exigirles un comportamiento ético superior?

Yo creo que todas las personas adultas no nos podemos conformar sólo con cumplir la ley, tenemos que hacer uso del discernimiento para ser justos con los vínculos que establecemos. Una de las grandes dificultades de los países latinos es que para comportarnos de manera adecuada necesitamos el control externo. Tener que controlar tu conducta desde afuera para comportarte justamente. Mientras que en otros países es más extendido un control interno. Es decir, aunque no haya ley o cámara que me vigile, no humillo al otro.

¿Observa algo en común en los casos Penta, Soquimich y Caval?

El patrón común son personas que tienen grandes dificultades para hacer un adecuado juicio ético, y eso nos tenemos que cuestionar. Por qué llegamos a esto, por qué no nos damos cuenta que genera daño. Yo creo que el patrón común de esto son personas que se quisieron aprovechar de las instituciones públicas y privadas para usufructuar de éstas y eso implica que las personas, al hacer su discernimiento ético, creyeron a lo mejor que esto se podía hacer. Cuando tú haces ese razonamiento, yo encuentro que es grave, y cuando se dice que más gente lo hace, es más grave todavía.

Implica una revisión educativa, qué estamos haciendo en formación cívica. Nos obsesionamos con los indicadores y dónde está el desarrollo integral de las personas. Tú puedes sacar alumnos brillantes de los liceos de excelencia y a lo mejor personas incompetentes desde el punto de vista del discernimiento ético, y esa es la reflexión que creo que tiene que hacer Chile.

¿Hay un mayor atrevimiento desde el punto de vista del accionar de la justicia?

La reforma ha permitido esto. Lo ha permitido ir sumando ejemplos. Si esto ocurrió en Penta, también va a ocurrir en Caval, y como hay una alta tensión periodística y ciudadana en torno a esto, te presiona a ser riguroso en lo que estás haciendo y eso educa también a la ciudadanía y educa a las personas que están interesadas y se informan a través de lo que los medios entregan. Esto ha generado un salto en la educación jurídica. A mí me impacta la transmisión de los juicios. Mucha gente habla de show mediático, yo digo no, esto no es un show mediático, esto es algo que Chile a lo mejor requería.