Tras su triunfo electoral, Benjamin Netanyahu lanzó una gran ofensiva para mejorar las dañadas relaciones con Estados Unidos, contrariado por las declaraciones del dirigente israelí contra la creación de un Estado palestino.

La intención declarada por el gobierno de Barack Obama de revisar su posición respecto a Israel en la ONU podría ser una manera de influir en la coalición que formará Netanyahu, quien a buen seguro será el encargado de constituir gobierno después de las elecciones del martes, según los expertos.

A fin de cuentas, la relación entre los dos grandes aliados no debería verse profundamente afectada, más allá de los desacuerdos importantes del momento y de la enemistad patente entre Obama y el primer ministro saliente Netanyahu, añaden.

Eso, aunque el gobierno estadounidense permita, contra la voluntad israelí, que el Consejo de Seguridad de la ONU adopte una resolución sobre el conflicto palestino-israelí y la creación de un Estado palestino independiente.

Ahora, Netanyahu tendrá que lidiar con Washington por las consecuencias de sus demagógicas declaraciones durante la campaña.

El lunes, en la víspera de unas elecciones muy reñidas y para atraer a la derecha, Netanyahu descartó públicamente la idea de un Estado palestino si se mantenía en el cargo.

El gobierno de Obama dijo no tener más opción que reconsiderar su posición en la ONU. Estados Unidos es el apoyo más indefectible de Israel en el Consejo de Seguridad, donde bloquea con su veto las resoluciones desfavorables a su aliado.

“No he cambiado”

Así, Netanyahu dedicó gran parte del jueves a canales de televisión estadounidenses para intentar reparar los daños.

“No he cambiado de política”, dijo a MSNBC, “nunca me he retractado” del discurso de 2009 en el que se refirió por primera vez públicamente a la idea de un Estado palestino en coexistencia con Israel. “No quiero la solución de un solo Estado. Quiero una solución con dos Estados, pacífica, duradera. Pero para eso hace falta que las condiciones cambien”.

Estados Unidos dejó claro que no le creía y que no podía ignorar las declaraciones del lunes. “Hace tres días [el lunes], él era Primer ministro, en verdad, no podemos olvidar sus declaraciones”, dijo el departamento de Estado.

Varios expertos han instado a guardar prudencia respecto a la gravedad del momento.

“Antes de lanzar conclusiones apresuradas sobre el sentimiento de la Casa Blanca”, el diplomático Dennis Ross prefiere esperar a ver la coalición de gobierno que conformará Netanyahu.

Señales de advertencia

“Sabemos quién será primer ministro. La cuestión es cómo será su gobierno y cuáles serán sus reglas de conducta”, dijo a la radio israelí Ross, que fue uno de los principales asesores de Obama para Medio Oriente.

Robbie Sabel, ex miembro de la delegación israelí en la ONU, y Jonathan Rynhold, autor de un libro sobre las relaciones israelo-estadounidenses, no tenían “ninguna duda” de que la administración Obama intentaría influenciar a la coalición de Netanyahu.

Si Netanyahu forma un gobierno muy a la derecha, si no corrige su discurso sobre el Estado palestino y si no paraliza la colonización en cierta medida, “tendremos una administración que, seguramente, no tomará medidas activas contra Israel pero que tampoco le ayudará como solía hacerlo”, dijo Rynhold.