El libro de Óscar Barrientos Bradasic parte de la aparición, en 1913, de un barco en el Estrecho de Magallanes con una tripulación de esqueletos. El capitán James W. Herd, amarrado al mando, y otros 23 esqueletos, varios de ellos sentados a la mesa…

El mayor misterio es que el Marlborough zarpó en 1890 desde Nueva Zelandia. Viajó 23 años para aparecer en el extremo sur de Chile, en uno de los mares más difíciles de navegar tripulado sólo por esqueletos humanos.

El barco de los esqueletos es un libro pequeño, casi de bolsillo, breve de escritura, pero que nos permite acompañar o más bien dejarnos conducir en las divagaciones –con muchos datos y citas- de Barrientos que no sólo hablan de la fascinación y la nostalgia que generan en muchos el mar y la navegación (más allá de ser Barrientos, como Neruda, navegante de “tierra firme”), sino que incursiona en los misterios del destino, en las fatalidades, la vida y la muerte y, cómo no, sobre su tierra, su mundo, Punta Arenas y Tierra del Fuego. En esas inmensidades, con esos ritmos, tiempos, que dan las dimensiones inmensas de ese fin de mundo.

El barco de los esqueletos es un texto para leer lentamente, para disfrutar con el misterio, con las descripciones y datos que entrega y para hacerse –o no- preguntas, muchas preguntas. Y para soñarse, aunque sea en tierra, navegando como esos aventureros inclaudicables.

El libro, de la editorial Pehuén, en 62 páginas de 12 x 17 centímetros está muy bien diseñado y diagramado, acentuando el placer de su lectura.