La destitución este viernes de Fernando Lugo, quien fuera presidente de Paraguay desde 2008, despertó fuertes críticas por parte de líderes de países latinoamericanos, que rechazan el juicio político que enfrentó el mandatario en el Senado por “mal desempeño de sus funciones”.

“Sin lugar a dudas hubo un golpe de Estado” en Paraguay, afirmó la mandataria argentina Cristina Fernández, quien estimó que esto “reedita situaciones que creíamos absolutamente superadas en América del Sur y en la región en general”.

Lugo acató la decisión del Congreso luego de que 39 de los 43 senadores presentes en el juicio lo declararon culpable, cediendo el cargo al vicepresidente Federico Franco.

Pero el presidente ecuatoriano Rafael Correa reaccionó con una negativa: “Tengo entendido ha aceptado su destitución, esto va más allá de Fernando Lugo, va más allá de Paraguay, se trata de la verdadera democracia para toda nuestra América, en consecuencia la decisión del gobierno ecuatoriano es no reconocer al nuevo gobierno paraguayo”, dijo.
El presidente de Venezuela, Hugo Chávez, advirtió por su parte que “no reconoce a este írrito, ilegal e ilegítimo gobierno que se instaló en Asunción”.

Por su parte, el presidente de Bolivia, Evo Morales, aseguró que su país “no reconocerá un gobierno que no surja de las urnas y del mandato del pueblo”, y acotó que el destituido Lugo “estaba acabando con las logias, con los terratenientes y grupos de poder, y eso siempre tiene un costo”.

Morales denunció que “el golpe congresal” en Paraguay fue “producto de una acción política barajada por los neoliberales coludidos con los terratenientes locales y el imperio a la distancia”.

Asimismo, Costa Rica deploró la destitución de Lugo, “que muestra visos de golpe de Estado”, señaló un comunicado que citaba al canciller Enrique Castillo, quien expresó la disposición de considerar a Lugo “o a algún miembro de su Gabinete, si tienen a bien formular una petición” de asilo.

De su lado, el canciller chileno, Alfredo Moreno, afirmó que la destitución “no cumplió con los estándares mínimos del debido proceso y la legítima defensa que merece cualquier persona” y añadió que la postura de Chile frente al nuevo presidente Federico Franco “será decidida en los próximos días”.

Más temprano, antes de que Lugo fuera destituido, el presidente Sebastián Piñera había pedido respetar el debido proceso. Además de despertar la preocupación de los Estados latinoamericanos, la sorpresiva destitución de Lugo generó reacciones por parte de organismos regionales.

Así, el Parlamento Centroamericano (Parlacen) instó a la comunidad internacional a rechazar la decisión del Senado paraguayo, un hecho que calificó de “golpe de estado” contra un mandatario legítimo. El Parlacen, con sede en Guatemala, esta integrado por éste país, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Panamá y República Dominicana, como miembros plenos.

Asimismo, la Organización de Estados Americanos (OEA) celebró una sesión extraordinaria en la que su secretario general, José Miguel Insulza, dudó que en Paraguay se estén “respetando los derechos de las personas a defenderse y tener un proceso justo”.

“Estamos a las puertas de ver materializado un nuevo golpe de Estado con otras modalidades si se insiste en irrespetar la autoridad del presidente”, dijo en la sesión el embajador de Nicaragua, Denis Moncada.

Durante la reunión, todos los países manifestaron su preocupación por los acontecimientos en Paraguay, y saludaron las gestiones de los cancilleres de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), que viajaron -con excepción de Guyana- a Asunción con la intención de desactivar la crisis.

“Lo que intentan los cancilleres es crear un ambiente que viabilice una solución menos traumática para la democracia”, había indicado la presidenta brasileña Dilma Rousseff antes de la oficialización de la destitución.

Rousseff recordó que según los protocolos de la Unasur, si hay “ruptura de orden o ruptura democrática” habrá “sanción en la participación (del país) en los órganos multilaterales”, pero aclaró que no se discutió la posibilidad de aplicarlos a Paraguay.

Sin embargo, el presidente de Ecuador, Rafael Correa, adelantó que la Unasur podría “no reconocer al nuevo gobierno, incluso llegar al cierre de fronteras”.

La Unasur, cuya presidencia pro témpore estaba en poder de Lugo, es un órgano político conformado además de Paraguay y Brasil, por Argentina, Bolivia, Colombia, Chile, Ecuador, Guyana, Perú, Surinam, Uruguay y Venezuela.