En el principal hospital de Soweto, Nandi estrecha en sus brazos a sus hijita. Ella tiene el virus del sida, pero la pequeña ha sido protegida por un programa gubernamental que ha permitido reducir en forma espectacular la transmisión del VIH de la madre al niño.

“Sí, mi bebé está muy bien. Juega mucho, ¡está muy bien!”, declara, sonriente, esta madre de 32 años (cuyo nombre ha sido cambiado), que ha venido al hospital para un control rutinario.

El “Programa de prevención de la transmisión de la madre al niño” (PMTCT), lanzado en 2002, ha salvado hasta 70.000 bebés por año, un triunfo en un país en el que casi 6 millones de personas viven con el VIH.

Toda mujer embarazada es sometida en forma sistemática a un análisis, dice la pediatra Avi Violari, del Hospital Chris Hani Baragwanath, en Soweto.

“Si ella está infectada con el VIH, le damos un montón de consejos y le proponemos un tratamiento durante el embarazo”, dijo.

En función del avance del virus en el cuerpo, la madre recibe tratamientos con antirretrovirales (ARV) durante el embarazo y después del nacimiento, y, eventualmente, una dosis extra durante el parto.

Los medicamentos reducen la carga viral en su cuerpo, por lo que el bebé corre menos el riesgo de contraer el virus por contacto con fluidos corporales durante el parto o la lactancia. El recién nacido recibe también unas gotas de jarabe de ARV después del nacimiento para enfrentar la infección.

Si Sudáfrica ahora puede presumir de proporcionar antirretrovirales a 1,3 millón de personas, el país se hizo tristemente conocido por negarse a dar medicamentos a mujeres embarazadas VIH positivas, hasta que la justicia obligó al gobierno que los entregue en forma gratuita, en 2002.

Lo que cambia las cosas, en un país donde el 39% de la población vive por debajo de un umbral de pobreza fijado en 419 rands (55 dólares) por persona y por mes.

Un tercio de los lactantes en Sudáfrica heredaban el VIH de sus madres a comienzos de los años 2000. La tasa de infección ha descendido por debajo del 4%, según cifras publicadas el año pasado.

“Es espectacular cómo las tasas de transmisión se han reducido. ¡Es realmente espectacular!”, exclamó Teresa Rossouw, especialista en VIH de la Universidad de Pretoria.

“El programa PMTCT es un trofeo del gobierno sudafricano. Es algo en lo que pueden decir que son líderes”, agregó Thapelo Maotoe, un médico que trabaja para la agencia estadounidense USAID, que proporcionó 200 millones dólares para la lucha contra el sida en Sudáfrica en los últimos cinco años.

Estos resultados son alentadores en un país donde uno de cada dos bebés seropositivo no llegará con vida a su quinto año.

El tratamiento, sin embargo, no funciona en todos los casos.

Lindiwe, de 22 años, tiene dos hijos. El menor nació seronegativo, pero su hermano mayor, Siyabonga, ahora de tres años de edad, heredó el virus a pesar de los medicamentos.

“Siyabonga no tendrá una vida mejor, pues crecerá con el virus. Y es tan pequeño. Es doloroso”, se lamenta la joven, que vive en una choza de lata en un barrio pobre de Soweto. Ni ella ni su esposo tienen trabajo.

Los niños pueden también desarrollar resistencia a los ARV que tomaron sus madres, pero “los beneficios del tratamiento son significativamente mayores que las desventajas”, indicó Teresa Rossouw.

Además, los niños siguen expuestos al virus por la leche que les dan sus madres. En efecto, Sudáfrica preconiza la lactancia materna para reemplazar la leche en polvo desde 2010. Eso significa mayores riesgos de que los niños contraigan el VIH, pero la leche los protege mejor contra las enfermedades mortales como la diarrea, señaló.

“Sabemos que habrá más infecciones, pero también que habrá más niños que sobrevivirán”, subrayó.