En las últimas semanas el ministro del Interior, Rodrigo Hinzpeter, se ha robado la película en todo lo que concierne La Moneda y las noticias que se generan en torno al Ejecutivo.

En un comienzo fue su campaña comunicacional en contra del Ministerio Público, y en especial su cruce de declaraciones con el Fiscal Nacional Sabas Chahuán, por el papel del ente persecutor en la “batalla contra la delincuencia”.

Sin embargo, todo se enredó aún más cuando el pasado jueves se divulgó un video de una celebración en la sede de Gobierno, en donde el titular del Interior dedicó una canción de Juan Gabriel al mentado Fiscal Nacional.

Pese a lo álgido del debate y la escalada en el conflicto, ambas partes decidieron una tregua, seguramente para no agregar mayor tensión tras las denuncias de irregularidades en las licitaciones para construcción de dependencias del Poder Judicial.

Queda la sensación que el ministro Hinzpeter es uno de los pocos que goza una especie de impunidad al momento de decir lo que piensa.

Hay que recordar que Hinzpeter se hizo conocido tras la campaña presidencial de Sebastián Piñera, y puede que esa salida de las sombras aún no la tenga asumida desde el punto de vista del manejo político que debe tener un Jefe de Gabinete.

Así lo entienden en la UDI y RN, en donde sus hombres duchos en la política entrecierran los ojos cada vez que el ministro “se sale de madre”, pues se dan cuenta que Hinzpeter es siempre un flanco de críticas desde la oposición hacia la administración del presidente Piñera.

Su declarada lucha “contra la delincuencia” y su vigilancia permanente hacia lo que hacen el resto de los partidos políticos (el caso de la carta del PC a Corea del Norte), no hacen más que proyectar en la ciudadanía una imagen del típico sheriff del viejo oeste con sus pistolas y botas vaqueras, listo para disparar a la menor provocación.

Si bien la esperanza – incluso entre el mundo de la derecha – es que salga pronto del gabinete, su permanencia como Ministro del Interior, avalada por su amistad con Piñera, no corre mayores riesgos.

A mi juicio, lo anterior se explica por el hecho que Hinzpeter es uno de los ministros más cercanos al presidente, quien prefiere tenerlo en su círculo de confianza ante la arremetida de los más “políticos” de la Alianza, especialmente de la UDI, en las decisiones gubernamentales.

Aunque no se debe dejar de lado los conflictos al interior de Renovación Nacional, en cuyo seno, tanto el mandatario como su jefe de gabinete, no generan mayor adhesión.

Con su ex jefe de campaña presidencial a su lado, Piñera se asegura un equilibrio ante otros “influyentes” como Andrés Chadwick y Pablo Longueira. Aunque en el caso del vocero de Gobierno, su influencia se ha hecho más patente, sobretodo en sus contactos con la prensa y el manejo de la agenda.

Pero además, el otro factor que le permite al titular del Interior seguir sobreviviendo, es su pasado político alejado de vínculos con la dictadura, pues su padre y su abuelo, fueron prominentes miembros del Partido Socialista. Y Hinzpeter no se vio involucrado en temas partidistas en esa época oscura.

Por lo anterior, una eventual salida de Hinzpeter está absolutamente en manos del presidente. Aunque a todas luces el ministro seguirá estando en el gabinete, siempre y cuando deje de lado sus pistolas y botas de sheriff para enfocarse en ayudar a la ciudadanía.