El papa Benedicto XVI exhortó este sábado, durante la misa del gallo, a abandonar los “destellos” de la sociedad de consumo y “la soberbia” de la razón “liberal” para dejarse seducir por la humildad de Jesús, un Dios que pide paz para todos.

El Papa de 84 años entró en la basílica de San Pedro, visiblemente cansado, en una peana móvil en la que recorrió la iglesia para oficiar la misa solemne que celebra el nacimiento de Jesús, retransmitida por televisión. Le ayudaron a subir los peldaños por los que se accede al altar.

Decenas de teléfonos móviles inmortalizaban el momento desde los bancos.

La entrada del Papa estuvo precedida en la basílica, a oscuras, por el canto en latín de la “Kalenda”, que recapitula la espera del advenimiento de un mesías en el Antiguo Testamento. Luego la Basílica se iluminó para simbolizar el anuncio del nacimiento de Jesucristo.

El Papa, que con frecuencia denuncia el exceso de racionalismo, la falta de esperanza y la negación de lo trascendente, invitó a hombres y mujeres a dar muestras de humildad frente al misterio de la Navidad: “Si queremos encontrar al Dios que ha aparecido como niño, hemos de apearnos del caballo de nuestra razón ilustrada (…) Debemos deponer nuestras falsas certezas, nuestra soberbia intelectual”.

“Debemos bajarnos, ir espiritualmente a pie, por decirlo así, para poder entrar por el portal de la fe y encontrar a Dios, que es diferente de nuestros prejuicios y nuestras opiniones”, dijo recordando que Jesús nació en un pesebre humilde.

Benedicto XVI afirmó que la Navidad celebra a un niño que en su debilidad es un Dios fuerte.

“La Navidad se ha convertido hoy en una fiesta de los comercios, cuyas luces destellantes esconden el misterio de la humildad de Dios”, lamentó.

“Junto a ti -rezó el Papa dirigiéndose a Dios- debemos ser constructores de paz. Amamos tu ser niño, tu no-violencia”, mientras “el mundo está constantemente amenazado por la violencia en muchos lugares y de diversas maneras”.

El Sumo Pontífice pidió a 1.100 millones de católicos en el mundo que oren “por cuantos tienen que vivir la Navidad en la pobreza, en el dolor, en la condición de emigrantes, para que aparezca ante ellos un rayo de la bondad de Dios”.

El Papa parecía cansado durante las últimas semanas, tras un año agotador marcado por varios viajes y escándalos dolorosos como el de la pederastia.