Cientos de presuntos ex combatientes gadafistas, algunos de ellos adolescentes, esperan en una escuela transformada en cárcel un juicio que, prometen los rebeldes, procurará ser más justo que bajo el régimen de Muamar Gadafi.

Sus condiciones de detención parecen mucho mejores que las de otros presos de los rebeldes, detenidos en los antiguos locales de la policía secreta de Gadafi.

Los 375 presos de la escuela primaria, encerrados tras puertas con cerrojos a unos 20 kilómetros de Trípoli, en una pequeña ciudad controlada por la rebelión, parecen ser correctamente tratados.

Tienen las heridas vendadas y algunos saludan al ver a un periodista. Otros leen, pero la mayoría miran el piso. Varios tienen la cabeza rapada.

Según Yacub Amar Mohamed, quien dirige un comité judicial que tiene a su cargo investigar los posibles crímenes o delitos de los detenidos, 371 aún van a ser interrogados, serán juzgados y 30 ya fueron liberados.

“Tratamos de instaurar un sistema legal para evitar hacer lo que hizo el antiguo régimen durante 42 años”, dice, asegurando que los dirigentes de la “nueva Libia libre” tienen la intención de respetar los Derechos Humanos.

Al preguntársele si teme que rebeldes apremien a los detenidos para vengarse, contesta: “No se puede controlar a cada individuo. Tal vez haya habido un caso o dos” de actos de venganza, estima.

“Ya se liberó el 95% de Trípoli” y habrá de juzgarse a los detenidos conforme a un “proceso judicial”, agrega.

Interrogado sobre temores expresados en particular en algunas potencias occidentales sobre la posible instauración de un régimen islamista, Mohamed explica que los rebeldes son musulmanes “modernos”.

“Son jóvenes que quieren a Occidente y son hinchas de equipos de fútbol europeos. Son moderados y desean construir una nueva Libia, venerar a Dios y sentirse libres respetando al prójimo”, afirma.