Como si fuera una historia de Pascua de Resurrección, la familia O’Rourke de Tucson, en Estados Unidos, encontró abandonados en su jardín a dos pequeños conejos.

Pronto, se dieron cuenta de que uno de ellos, a quien bautizaron Joe, era parapléjico, por lo que debía arrastrarse para seguir a su hermano.

Pero no contaban con que el cariño de uno de los hijos menores llevaría a la familia a construir una “silla de ruedas”, gracias a la cual -y después de un poco de práctica- Joe pudo por fin desplazarse sin problemas.