Los arrestos, persecuciones judiciales, dimisiones y revelaciones sobre malversaciones se multiplican en Egipto, invocando la lucha contra la corrupción y el desvío de fondos, dos semanas después de que el pueblo obligara al presidente Mubarak a abandonar el poder.

Ante las persistentes críticas contra las figuras del ex régimen que todavía ocupan sus cargos, las nuevas autoridades quieren dar pruebas de ruptura con las costumbres del pasado.

Pero también se perfilan arreglos de cuentas que se dirigen principalmente contra ex responsables políticos u económicos cercanos al hijo del ex presidente, Gamal Mubarak, quien es muy impopular.

Los arreglos de cuentas también se dirigen contra los militares que ocupan actualmente el poder, así como contra ciertas personalidades desprestigiadas por haber estado al frente de la represión policiaca contra la revolución popular o por haber dirigido la propaganda del ex régimen.

En los últimos días, cuatro ex ministros fueron arrestados en Egipto, un país en el que la impunidad era la regla.

El ex ministro de Información, Anas Al Feki, y el presidente del sistema audiovisual de Estado, Osama El Sheij, fueron arrestados el jueves en sus domicilios bajo orden de la sección financiera del ministerio Fiscal.

Estos arrestos ocurren después del de los ex ministros de Interior, Habib El Adli, de Turismo, Zoheir Garranah, y de Vivienda, Ahmad Al Magrabi, quienes fueron acusados de malversación de fondos y de lavado de dinero.

El miércoles, la justicia egipcia anunció que el ex ministro de Cultura, Faruk Hosni, que ocupó su cargo durante 23 años y fue candidato perdedor por la dirección de la Unesco en 2009, forma parte de la lista de personas que tienen prohibido salir de Egipto.

En esta lista figura también el nombre del ex primer ministro, Atef Ebeid, junto a una decena de hombres de negocios.

El presidente derrocado y su familia cercana sufren el congelamiento de sus cuentas en el extranjero, cuya estimación no ha sido aún divulgada.

Actualmente encarcelado, el industrial Ahmad Ezz, quien tiene una de las fortunas más importantes del país y que monopolizaba el sector del acero, es considerado como la eminencia oscura de Mubarak.

Casi todos los diarios egipcios, incluyendo aquellos que hasta hace poco eran los más reverentes hacia el ex régimen, mostraban en sus primeras páginas del jueves fotos de dos ex ministros (Turismo y Vivienda) y de Ahmad Ezz tras los barrotes, todos vestidos como presos.

“Corruptos hasta la médula”, era el título del diario Ajbar, mientras que el diario económico Al Alam Al Yum anunciaba: “el gobierno declara la guerra a la mafia de territorios”, acusada de haber mal vendido decenas de miles de kilómetros cuadrados de tierras que pertenecían al Estado, en favor de operaciones inmobiliarias.

La publicidad de esta lucha contra la corrupción ocurre en un contexto de descontento social y de reivindicaciones salariales que son alimentadas por el clima de dinero fácil que favoreció a las altas esferas políticas y económicas de los últimos años del gobierno de Mubarak.

La lucha contra la corrupción llega hasta los dirigentes de numerosas empresas públicas y privadas que se ven obligados a renunciar a sus puestos frente a la presión de sus empleados.

Sin embargo, “queda todavía camino por hacer (…) numerosos caciques del ex régimen están ahí todavía”, explicó a la AFP un joven militante que manifestó en la plaza de Tahrir del Cairo, epicentro de la revolución.