En la vorágine de las compras navideñas y el stress de fin de año, no ha dejado de llamarme la atención las vitrinas de las grandes tiendas y lo que se promociona en ellas. Una navidad totalmente distinta a la que realmente vivimos en este hemisferio.
Seguramente varias de las conjeturas que quiero plantear usted ya las ha escuchado o leido, pero creo que nunca está de más recordarlas.
En el contexto histórico, ese hombre al que llamamos Jesús nació -según la tradición- en Belén de Judea. ¿En diciembre?. La verdad es que no hay indicios ni evidencias de que haya sido en esta fecha.
Buscando la respuesta, encontré un interesante articulo donde se plantea que “el 25 de diciembre no es la fecha en que Cristo nació, porque diciembre en los tiempos de Cristo era invierno, pues, cuando él nació, los pastores velaban sus rebaños en el campo. Dice (Lucas 2:8) “Había pastores en aquella región, que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su rebaño”.
Los pastores en Palestina no guardan las vigilias sobre sus rebaños durante el invierno. Siempre traen sus rebaños de las montañas a los rediles antes del 15 de Octubre. Ese detalle en primer lugar nos enseña que Jesús no nació en invierno, sino en otoño”. Además agrega que “el nacimiento de Jesús no pudo ser en diciembre, ya que las autoridades no hubieran escogido esa época del año para un empadronamiento público que requería el traslado de la población desde todos los lugares del país hacia sus pueblos natales. Las tempestades invernales de diciembre habrían impedido el empadronamiento”.
Entonces continúa el articulo, “si no nació en diciembre, ¿Cómo llegó este día a ser parte del calendario de la Iglesia? Este era el día en que los paganos, durante muchos siglos, celebraron el nacimiento del Dios solar. Al nacimiento de Jesús se le asignó la fecha del solsticio de invierno que cae el 25 de diciembre según el calendario Juliano y, según el calendario egipcio, cae el 6 de enero, porque en ese día el sol iniciaba su retorno a los cielos del norte, donde los adoradores de Mitra celebraban el nacimiento del sol invencible”.
Y entonces, “los líderes de la Iglesia apóstata en sus esfuerzos por unir el paganismo con el cristianismo, hicieron el primer aniversario del nacimiento de Jesús el 25 de diciembre del año 354 de nuestra era. En el siglo V, la mayor parte de la Iglesia Católica de Oriente ya había adoptado la fecha del 25 de diciembre como fecha del aniversario del nacimiento de Jesús y el 6 de enero lo designaron como fiesta de la Epifanía para conmemorar la manifestación de Jesús”.
Por otra parte, el viejo pascuero gordito, rechoncho de traje rojo, fue un invento comercial de la Coca Cola y se masificó de tal forma que ahora los pobres viejos pascueros chilenos se sofocan por dentro sentados en los centros comerciales. De hecho el verdadero San Nicolás existió, pero era un monje que vestía de café, no de rojo.
Los cambios de la Navidad son como la noche de halloween del 31 de octubre. Siempre he pensado que seria interesante masificar nuestra noche de San Juan y me imagino a Homero, Marge, Lisa, Maggie y Bart Simpson sacando papas peladas y a medio pelar de debajo de la cama, o guitarra en mano, a Elvis Presley aprendiendo a tocar debajo de una higuera.
Por eso digo que nos cambiaron nuestra Navidad, o quizás nunca tuvimos una propia. Es más, estoy convencido que nosotros mismos hemos dejado que esto ocurra.
En lo más intimo de mi ser, debo reconocer que me emocionan las historias que surgen en esta época, pero por lo que representan como historias y experiencias, no porque tengan mucha relación con la Navidad. Miles de campañas, miles de mensajes, cientos y cientos de regalos, pero ¿de que pueden servir si sólo se hacen una vez al año? ¿No sería mejor celebrar Navidad todos los días, en cada momento, partiendo por nuestro hogar, nuestra familia?
En Chile no hay nieve en diciembre pero para mí, por muchos años si la hubo, porque no puedo dejar de recordar mis navidades de infancia en Los Andes, donde se registran las temperaturas mas altas de la región de Valparaíso, y yo feliz yendo a comprar algodón para llenar de motas que simularan nieve en el arbolito, que cabe mencionar mi abuelo traía de los cerros, porque tenia que ser pino natural, con olor a navidad, con color a Navidad, y con amor de Navidad. Esas si que eran navidades.
Felicidades.