Un grupo de 10 personas entrenadas para permanecer en bosques con climas extremos comenzará a exterminar una plaga de 100.000 castores en Tierra del Fuego, en el sur de Chile y Argentina, según informaron las autoridades.

Ambos países firmaron convenios de cooperación para enfrentar lo que se denomina “una especie dañina y perjudicial” en el llamado “fin del mundo”, donde los dos países sudamericanos también comparten frontera.

Los roedores “cortan un árbol pequeño en horas y un árbol grande en días. Hablamos de árboles de 100 o 150 años de vida. La lenga (especie del bosque andino patagónico de esa región) no rebrota. Voltean árboles de ribera, provocan el desborde de los arroyos, inundan todo”, dijo a la prensa Erio Curto, director de Áreas Protegidas de la provincia fueguina.

La campaña será de largo aliento y puede durar entre 10 y 15 años, según expertos ambientales del gobierno provincial. Se cuenta con el respaldo de Naciones Unidas y organizaciones ambientalistas.

La especie fue introducida en la zona en 1946, con medio centenar de ejemplares traídos desde Canadá, con el propósito de fomentar una industria peletera. Pero acá, los castores no se encontraron ni con osos ni con lobos, los depredadores que tenían allá, y empezaron a multiplicarse y a expandirse.

La provincia calcula que los castores destrozaron una superficie equivalente a casi dos veces el tamaño de la ciudad de Buenos Aires.

“Lo que antes era un bosque de ribera, ahora es un pastizal con árboles cortados, muertos de pie y ahogados”, dijo el biólogo Andrés Schiavini, miembro del Centro Austral de Investigaciones Científicas.

Un conocido naturalista, Claudio Bertonatti, declaró: “Cuando lo vi (el paisaje) me recordó a Polonia en la Segunda Guerra Mundial, donde todos los grandes bosques habían sido bombardeados, incendiados y muertos en pie. ¿Qué pasó acá, no? Lo que había pasado era el castor”. Lo dijo en el documental “Castores: la invasión del fin del mundo”, de Pablo Chehebar y Nicolás Iacouzzi.

“Los daños no son sólo ambientales. El castor genera también problemas de salud, económicos y culturales”, afirmó Diego Moreno, secretario de Política Ambiental, Cambio Climático y Desarrollo Sustentable.

El grupo de exterminadores está preparado para soportar durante varios días temperaturas bajo cero. Tenderán trampas en las que caerán los roedores, que recibirán un golpe en la cabeza, en una muerte rápida, según las autoridades.

En una primera etapa de la campaña, se prevé matar entre 5.000 y 10.000 castores.