La Alemania Nazi será por siempre recordada como la época más oscura en la historia de la humanidad. Entre 1933 y 1945, los abusos y violaciones sistemáticas a los derechos humanos, hicieron del régimen de Adolf Hitler como el más despiadado del que se tenga registro.

La búsqueda de la perfección en la raza aria, permitió que cientos de científicos alemanes dieran rienda suelta a todo tipo de experimentos, con el fin de eliminar “el error” del hombre, como eran considerados en ese entonces los judíos, los homosexuales, los enfermos y los disidentes políticos, entre otros.

De los 52 mil médicos registrados, el 44% se afilió al partido Nazi, mientras que un 16% no lo hizo al ser judío, siendo perseguidos y asesinados. Del número, se afirma que 200 mil participaron directamente en investigaciones no éticas.

“El Nacional Socialismo no era sino biología aplicada”, afirmaban los adeptos al partido Nazi, quienes confirmaban el fuerte componente ‘médico’ dentro del plan de superioridad, apoyado por la eugenesia, el darwinismo social y las teorías de higiene racial.

Si bien el régimen Nazi fue un sistema del todo despreciable, no hay duda de que parte de su legado es observable hasta nuestros días, con crueles experimentos con seres humanos que hoy serían impensados, pero que sirvieron como base para la medicina como hoy la conocemos.

A continuación daremos un repaso a parte de los avances que la Alemania Nazi consiguió en la medicina:

El nocivo efecto del tabaquismo

La Alemania Nazi fue la primera nación en iniciar una batalla contra el tabaquismo, al que tildaron como un veneno para el pueblo. Fue en su intento por erradicar el cáncer, cuando encontraron la primera relación científica entre cáncer de pulmón y tabaco.

Con ello, se comenzó una agresiva campaña comunicacional, instando de paso los buenos hábitos de salud, que incluían una mejor alimentación y un cuidado materno infantil.

Claro que todo este trabajo se hizo con años de experimentaciones y observaciones, que prácticamente terminaban con la vida de los sujetos de estudio, la mayoría de ellos venidos de campos de concentración.

El trabajo contra el cáncer permitió no dar con su cura, pero sí cómo detectarlo como el uso de radiología, y los primeros tratamientos.

La sulfamida

La sulfamida es una sustancia química usada como antibióticos, antiparasitarios y coccidiostáticos en el tratamiento de enfermedades infecciosas. Pero antes de llegar a ser lo que es hoy, pasó a ser un elemento de experimento para los médicos nazis.

Usando a detenidos, los médicos infectaron con bacterias y neurotoxinas a una serie de sujetos. Éstas enfermedades incluían el tétano, infecciones gastrointestinales e inyecciones de streptococcus, detalla The New Atlantis acerca del legado de la medicina nazi.

Las heridas con estas infecciones, eran agravadas con vidrio y virutas de madera, tapándose los extremos para hacer la condición de infección.

Todo lo anterior permitía saber qué tan efectiva era la sulfamida, además de otras drogas que sirvieron en ese entonces para el tratamiento de las afecciones citadas.

Estudio de la hipotermia

Cuando el Tercer Reich comenzó su avance por la Europa Oriental, debió enfrentar el fuerte frío que no acostumbraban sus tropas. Ante ello, los científicos alemanes comenzaron una serie de experimentos para saber cuánto resistía el humano a este congelante enemigo.

Fue así como a grupos de prisioneros se les puso en diferentes situaciones. A algunos se les colocaba desnudos a la intemperie, soportando temperaturas bajo cero, mientras que otros fueron sumergidos en tinas con pedazos de hielo.

Lo anterior servía para saber el efecto del frío en el cuerpo, además de las formas adecuadas para calentar un cuerpo. Claro que en medio, muchos de los sujetos de prueba murieron, según publica la PBS.

Quien lideraba este trabajo era Karl Brandt, médico personal de Hitler y general de división para la Salud y Saneamiento, quien impulsaba estas crueles tareas, que incluían enormes termómetros colocados en el recto de los sujetos, en su mayoría judíos y rusos jóvenes.

La pérdida de conocimiento y la muerte tras descender a 25ºC era la causa más común de fatalidad en los experimentos, que posteriormente sirvieron como base para el estudio de la hipotermia.

La genética

La idea de perfección racial era un objetivo primario en la Alemania Nazi, y gran cultor de ello fue Josef Mengele, quien en Auschwitz consiguió hacer todo tipo de experimentos, sin importar la salud de sus sujetos.

Su gran campo de estudio fueron los gemelos y enanos, con quienes tuvo gran fascinación, aunque no por ello empatía. De hecho, son muchos los que aseguran que mató a sangre fría a varios, cuando notaba que no le servían.

“La investigación de gemelos se consideraba una herramienta ideal para estimar los factores de variantes de la herencia humana y el entorno. (…) En Auschwitz, con toda la libertad para mutilar o matar a sus sujetos, llevó a cabo una amplia gama de experimentos agónicos y a menudo letales con gemelos judíos y romaníes (‘gitanos’), la mayoría de los cuales eran niños”, explica el sitio web del Museo de la Memoria del Holocausto.

Si bien su trabajo -que pretendía de paso demostrar la supuesta degeneración genética de los judíos- fue escabrosa en todo sentido, es citada como intento de clasificación genética, la que de hecho consiguió en su época universitaria, a través de la clasificación de mandíbulas.

Además de lo anterior, Mengele también investigó la noma y ciertos aspectos de la tuberculosis.

Trasplantes

Otra horrorosa forma de investigación fue la llevada a cabo tanto el campo de exterminio de Auschwitz como de Ravensbrück. Se trataba sobre la regeneración de huesos, músculos y nervios, además de trasplantes que se hacían sin anestesia.

En los registros de 1945, se puede ver a médicos soviéticos examinando víctimas de esterilización, inyección venenosa, y experimentos de trasplante de piel, la que también se efectuaron sin remordimiento alguno.

Cabe decir que mucho de este trabajo era compartido entre pares de la medicina alemana, quedando en el registro posterior dentro de las academias universitarias.

Juicio de Núremberg de los médicos

Tras la caída del nazismo, parte de los médicos que participaron de estos experimentos, fueron juzgados en Estados Unidos, caso que se llamó como “el Juicio de los doctores”.

El general de brigada Telford Taylor fue el fiscal jefe del caso. En su discurso de apertura por la fiscalía, Taylor dijo: “Los imputados en este caso están acusados de asesinatos, torturas y otras atrocidades cometidos en nombre de las ciencias médicas. La cantidad de víctimas de estos crímenes asciende a cientos de miles. Solo unos pocos siguen con vida”.

“Algunos de los sobrevivientes comparecerán en esta sala de tribunal. Pero la mayoría de estas pobres víctimas fueron masacradas directamente o murieron mientras se las torturaba. En su mayoría, son muertos anónimos. Para sus asesinos, estas desdichadas personas no eran individuos en absoluto. Llegaban en grandes cantidades y eran tratados peor que animales”.

A casi 140 días de procedimientos, que incluyeron el testimonio de 85 testigos y la presentación de 1.500 documentos, los jueces estadounidenses pronunciaron su veredicto el 20 de agosto de 1947. Dieciséis de los médicos fueron declarados culpables. Siete fueron sentenciados a muerte y ejecutados el 2 de junio de 1948.

Posterior a ello, nace además el Código de Núremberg y otras normas como la Declaración del Helsinki, que “regulan la conducta de investigadores en la experimentación en la que participan seres humanos”.