El presidente ruso, Vladimir Putin, admitió el miércoles que los 30 tripulantes de un barco de Greenpeace interceptado cerca de una plataforma petrolera rusa en el Ártico “no son piratas”, pero sostuvo que violaron la ley y que permanecerán detenidos a la espera del juicio.

Rusia abrió el martes una investigación criminal por presunta “piratería” contra los cuatro rusos y los 26 extranjeros integrantes de la expedición de Greenpeace, delito por el cual podrían cumplir hasta 15 años de prisión.

Entre los 30 detenidos hay ciudadanos estadounidenses, argentinos, brasileños, franceses y de otra decena de nacionalidades. Fueron trasladados a varios centros situados en la ciudad de Murmansk (noroeste) y sus alrededores, después de ser interrogados sobre su protesta en el mar de Barents la semana pasada.

El ‘Artic Sunrise’, de bandera holandesa, fue tomado el jueves pasado desde un helicóptero por los guardias fronterizos rusos y remolcado hasta el puerto de Murmansk.

“No conozco los detalles de lo que pasó pero es totalmente evidente que no son piratas”, dijo Putin en un foro internacional sobre el Ártico que se celebra en la ciudad de Salejard (norte).

Sin embargo, aseguró que “es completamente obvio que esa gente violó las normas de la ley internacional”.

Las declaraciones de Putin parecen liberar a los detenidos de la acusación de piratería.

Vladimir Markin, un portavoz del Comité de Investigación, dijo este miércoles en un comunicado que los cargos actuales podrían cambiar si aparecen nuevas pruebas y que los 30 activistas fueron detenidos “como sospechosos”.

Kumi Naidoo, director de Greenpeace Internacional, consideró “absurdas” las acusaciones de piratería. Recordemos que Greenpeace trata de llamar la atención sobre los peligros de la explotación petrolera del Ártico lanzada por Rusia junto a socios occidentales.

Pero Putin excluyó en Salejard la posibilidad de renunciar a la explotación de los recursos petroleros.

El 18 de septiembre, activistas se aproximaron en botes inflables a la plataforma del gigante energético estatal ruso Gazprom en el mar de Barents e intentaron escalarla, pero fueron repelidos con un chorro de agua.

El jueves, comandos rusos trasladados en helicóptero y armados de fusiles de asalto tomaron el control del ‘Artic Sunrise’ y remolcaron el barco hasta Murmansk.

Después de bajar a tierra el martes por la noche, los activistas fueron detenidos en los centros destinados a albergar a sospechosos antes de un juicio.

“Han sido trasladados a centros de detención provisional”, dijo Eugenia Belyakova, una activista de Greenpeace que indicó que el interrogatorio duró hasta primeras horas del miércoles.

“Solo cinco miembros de la tripulación fueron interrogados antes de que se parara por la noche. Todavía no se presentaron cargos formales”, dijo un portavoz de Greenpeace, Aaron Gray-Block, que precisó que los activistas estuvieron acompañados por abogados de la ONG.

El Comité de Investigación ruso, encargado de las investigaciones criminales, indicó que tres tripulantes rusos ya fueron interrogados.

Los extranjeros serán interrogados en cuanto lleguen los traductores, anunció la misma fuente

Los activistas extranjeros proceden de Argentina, Australia, Brasil, Canadá, Dinamarca, Estados Unidos, Gran Bretaña, Holanda, Nueva Zelanda, Ucrania, Francia, Italia, Turquía, Finlandia, Suiza, Polonia y Suecia.

Un representante de los investigadores regionales en Murmansk dijo a la AFP que el caso está siendo supervisado por compañeros de Moscú.

“Esto significa que es muy serio”, indicó a condición de permanecer en el anonimato.

La detención de los activistas provocó la condena de Greenpeace y generó preocupación en Occidente.

“Nuestras fuerzas de seguridad, nuestros guardacostas no sabían quién intentaba apoderarse de la plataforma bajo la apariencia de la organización Greenpeace. En el contexto de los sangrientos acontecimientos en Kenia, podía pasar cualquier cosa”, declaró el presidente ruso, defendiendo las tácticas de las autoridades rusas.

El incidente de Greenpeace en el Ártico se produjo el miércoles, tres días antes del inicio del ataque al centro comercial de Nairobi.