El Blog de Pato Yáñez

 

Sobre el cierre de su ciclo, la Selección Nacional ofreció uno de sus buenos partidos con Marcelo Bielsa en el banco al derrotar a Uruguay, aunque el marco de “amistoso” le puede quitar lustre al resultado obtenido anoche ante el cuarto puesto del Mundial de Sudáfrica, que se vio superado en todas sus líneas por el once chileno.

Bielsa

ANFP.cl

Al inicio del partido se adelantaron Álvaro Pereira, Egidio Arévalo Ríos y Walter Gargano buscando copar el centro de la cancha y llegar a la portería de Bravo. Pero, una vez acomodado Chile en el terreno, se impuso la tenencia del balón de un once que salió sin armador (función que se repartían Alexis Sánchez y Fabián Orellana, quienes bajaban alternadamente para generar juego) y que se apoyaba en la recuperación de pelota de los volantes Marco Estrada (que aportaba su faceta de lanzador, aunque con defectos en el cálculo de sus envíos) y de Mauricio Isla, quien tras el Mundial mejoró una enormidad en su desarrollo ofensivo y que en el Monumental formó una sociedad letal con Alexis Sánchez, reflejada en la jugada del primer gol: pase al vacío de Isla que controló el tocopillano para derrotar a Muslera.

El trabajo realizado por la escuadra nacional retrasó en demasía las posiciones del conjunto uruguayo, que no pudo urdir un juego de conjunto, dejando muy aislados en el área chilena a Diego Forlán, Luis Suárez y Edinson Cavani, quienes aportaron muy poco a la causa visitante.

Y es que lo hecho por la “Roja” en Macul fue un partido de autor, en el que la mecanización de movimientos aprendida a lo largo de tres años fue llevada un paso más allá por los jugadores y avanzaron al crecimiento como apuntó Bielsa en la conferencia luego del encuentro (en donde se le notó muy contenido ya sea con las emociones -que estaban a flor de piel- o para no ahondar más en sus dichos de hace 15 días sobre Jorge Segovia), brindando una vuelta de tuerca en la que el equipo, dentro del esquema del rosarino y respetando la premisa de atacar siempre, se permitió incorporar elementos de presión, rotación y posicionamiento en el terreno que constituyen el afán de mantener su patrón de juego, llegue quien llegue a la banca de la Selección .

En la segunda fracción, Arturo Vidal tomó las banderas, aprovechando el flanco dejado por la expulsión de Walter Gargano y el medioterreno nacional volvió a adueñarse del campo con mucha libertad y supo liquidar el pleito con la generosa ayuda del portero uruguayo, aunque el marcador pudo tener una mayor diferencia a favor de Chile si Fabián Orellana cerraba mejor su gran entrada por el centro de la zaga celeste o Esteban Paredes definía con calma el centro desde la banda derecha. La clave fue hacer rotar el balón y llevar el juego a las bandas para sacarle rendimiento a los valores del equipo rojo.

Lo que viene trae consigo bastantes signos de interrogación: ¿Quién será el técnico?, ¿Cuál será su esquema?, ¿Cómo va a jugar?, ¿En quiénes basará su oncena titular? Y la más importante de todas: ¿Qué presidente le elegirá? Pero, después de lo visto la noche del miércoles, vale la pena volver la mirada a la cancha y almacenar en la memoria emotiva lo ocurrido en Macul, desde la incondicionalidad del público con la propuesta de Marcelo Bielsa a cómo se reflejó en el césped, que ojalá sea el punto de partida para el viaje a la identidad del fútbol chileno.