Continuamente el ser humano queda fascinado con el descubrimiento de lugares asombrosos en el planeta, sitios capaces de dejarnos sin palabras por su belleza externa y las historias que estos llevan en su esencia. Uno de ellos es el Shanay – timpishka, conocido en el mundo como el Río Hirviente del Amazonas Peruano.

Hasta hace algunos años, este lugar era considerado una leyenda para los propios peruanos, quienes incrédulos no entendían cómo un cauce de agua podía correr hirviendo desde las montañas y atravesar toda la selva. Pero sí, es real y su explicación es fascinante.

Años atrás, un geólogo del país vecino llamado Andrés Ruzo aseguró a la BBC que escuchó en su infancia una leyenda inca relacionada con este río hirviente. Esta tenía relación con la época del poblamiento americano.

Esta historia señala que, en los años de la conquista española en Perú, Atahualpa había sido capturado y ejecutado por las fuerzas de Francisco Pizarro, por lo que los incas serían sometidos al dominio europeo.

Las historias sobre grandes cantidades de oro y riquezas en el actual territorio peruano llegaron a oídos de otros aventureros en España, quienes se embarcaron hasta el nuevo mundo en busca de tesoros para hacer negocios a futuro.

Río Hirviente de Perú | stmuhistorymedia.org
Río Hirviente de Perú | stmuhistorymedia.org

En palabras de Ruzo, los españoles llegaban hasta el continente y preguntaban: “¿Dónde hay otra civilización que podamos conquistar? ¿Dónde hay más oro?”.

Los incas, a modo de venganza, les respondían: “Vayan a la Amazonía. Allá encontrarán todo el oro que quieran. De hecho, hay una ciudad llamada “Paititi”, El Dorado en español, que está toda hecha de oro”.

Aquel relato sostiene que los españoles volvían de la selva totalmente humillados y devastados, debido a que allí veían cosas inimaginables para alguien que venía de civilizaciones más desarrolladas tecnológicamente.

Muchos de ellos hablaron de poderosos chamanes, de guerreros que lanzaban flechas envenenadas, de árboles demasiado altos que tapaban el sol, que existían arañas inmensas que comían pájaros, serpientes que eran capaces de comerse hombres enteros y de un gran río que hervía y mataba a todo aquel que se bañara en él.

Lo cierto es que, para muchos, esta historia quedó como una leyenda de infancia, la cual retrataba muy bien como fue el periodo de conquista. No obstante, Ruzo fue el primero en lograr adentrarse en el amazonas peruano y comprobar la existencia de este flujo de agua tan inhóspito.

De una historia de infancia a la realidad

Andrés Ruzo es geólogo de profesión y se desempeña como investigador de la National Geographic. Él fue el primer científico que logró adentrarse en la selva peruana y llegar hasta el mítico río hirviente; en ese momento logró comprobar que éste existía, más allá de las negativas de empresas privadas y su propio gobierno.

En conversación con BioBioChile, Ruzo explicó que este cauce de agua extremadamente caliente fluye por seis kilómetros hacia abajo, agregando que su tamaño promedio de anchura es de 20 metros.

Río Hirviente | Natgeo
Río Hirviente | Natgeo

“Para que se genere un río térmico a esta escala se necesitan cuatro cosas bastante elementales: una gran cantidad de calor subterráneo, una enorme cantidad de agua bajo la superficie terrestre, una falla geológica que haga que estas aguas vayan hasta la superficie y estar alejados de los glaciares”, detalla.

Durante todas las veces que ha estado en ese lugar, la primera acción que siempre ha realizado es tomar la temperatura del agua que allí circula; los resultados arrojan siempre entre 86 y 96 grados Celsius.

Para el investigador, una de las características más impresionantes del río hirviente en su “mezcla de temperaturas”, ya que el cauce empieza frío, luego se calienta de una forma asombrosa, metros más abajo vuelve a enfriarse, tras eso se calienta nuevamente a temperaturas cerca de la ebullición y finalmente se reduce hasta que desemboca en otro río.

“Lo más curioso de todo esto es que el río hirviente ubicado en Perú se encuentra a 700 kilómetros del volcán más cercano, situación que lo hace único en el mundo. Durante los años de trabajo he escuchado de cauces de este tipo en Estados Unidos, Europa y Brasil, pero este es el primero que está tan alejado de un volcán”, explicó.

Ruzo aclara que para una persona estar dentro del río puede ser letal, debido a que los cuerpos se “cocinan como si estuvieran en ollas. En este sentido, las principales víctimas son animales que caen al lecho por accidente.

“Por dar un ejemplo, a los 47 grados Celsius es cuando el agua caliente empieza a quemar la piel. Cuando uno se toma una taza de café con agua hirviendo, ésta generalmente se sirve a los 51 grados Celsius, los cuales pueden bajar a 47 grados Celsius si se trata de niños (…) Yo la temperatura más alta que medí en el río fue 99.1 grados Celsius , algo fascinante”, señala Ruzo.

“Sin embargo, una de las cosas más increíbles que hemos podido comprobar en el lugar es que, a pesar de las altas temperaturas, sí existe vida dentro de este sistema geotérmico. No hay vertebrados, ni peces, ni organismos complejos; pero sí se han desarrollado microorganismos, como algas, con modificaciones de ADN que hacen que puedan resistir este calor. Es asombroso”, agrega.

Ruzo en el río Hirviente | Sofía Ruzo
Ruzo en el río Hirviente | Sofía Ruzo

A pesar de llevar años de investigación, hasta el día de hoy no está totalmente claro por qué este río alcanza aquellas temperaturas, teniendo en cuenta además que se encuentra a una distancia bastante considerable del complejo volcánico más cercano.

Para el geólogo, esto se explica por un sistema hidrotérmico, en el cual las aguas que vienen desde Los Andes penetran hasta las profundidades y luego son expulsadas como manantiales hirviendo debido a un gradiente geotérmico proporcionado por una situación geológica excepcional.

Un lugar aún inexplorado

Para adentrarse en este lugar, Ruzo debió pedir permiso a uno de los chamanes más veteranos de las tribus que habitan el Amazonas. El hombre le dio su bendición, con la condición de que “pronto las aguas debían encontrar el camino a su hogar”.

Para los nativos de aquella zona, el río hirviente es conocido como Shanay – timpishka, que en español significa “hervido con el calor del sol”. Esto da a entender que ellos lo consideran como un lugar sagrado.

Si bien en estos momentos el lugar no ha sido intervenido por el turismo de masas ni proyectos a gran escala, una de las preocupaciones de la comunidad científica es que el río sufra las consecuencias del desarrollo económico.

Sin ir más lejos, Perú perdió dos millones de hectáreas de bosques selváticos nativos en dos décadas. La mayor cantidad se debió a que allí aún operan leñadores ilegales, quienes se han aprovechado de vacíos legales.

Río Hirviente de Perú | Sofía Ruzo
Río Hirviente de Perú | Sofía Ruzo

De acuerdo al detalle de la BBC, este terreno en la actualidad continúa desprotegido por parte del gobierno peruano, lo que hace más fácil que hasta allí puedan llegar empresas externas.

“Todos los esfuerzos que nosotros hacemos en el río, la parte biológica, microbiológica, mapeo, observación por drones y exploración es por intentar aminorar los impactos medioambientales”, sostiene Ruzo.

Por lo pronto, cuenta el geólogo, las comunidades indígenas tienen una relación bastante cercana con este cauce de agua, desde donde obtienen el vital elemento para subsistir, lavan su ropa e incluso cocinan.

Cabe señalar que el Shanay – timpishka fue parte del último documental de National Geographic, en el cual los investigadores buscaron dar respuestas a las características del manantial, uno de los más sorprendentes y letales en todo el mundo.