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Resumen generado con una herramienta de Inteligencia Artificial desarrollada por BioBioChile y revisado por el autor de este artículo.

Julieta Silva, conocida por atropellar y matar a su novio en 2017, vuelve a la atención por presuntamente golpear y hostigar a su actual esposo, Lucas Giménez. Tras cumplir condena, se casó y tuvo una hija, pero enfrenta denuncias de violencia doméstica. Su defensa alega ser víctima de estigmatización social y acusa a su esposo de extorsión.

Hace casi ocho años, Julieta Silva atropelló y mató a la salida de un bar a su novio Genaro Fortunato en Mendoza. Cumplió una breve condena en prisión y, de vuelta en libertad, rearmó su vida amorosa. Ahora, fue denunciada por violencia contra su actual esposo.

Julieta Silva (37) volvió a copar la agenda judicial de Argentina ya no como aquella joven que atropelló y mató a su novio Genaro Fortunato (25) en 2017 y cumplió una breve condena por homicidio culposo, sino como la mujer ahora detenida por golpear, privar de su libertad y hostigar a su nuevo esposo, Lucas Giménez.

Su historia, digna de una docuserie de Netflix, cierra un círculo donde lo perturbadoramente íntimo, trágico y penal se cruzan una vez más. Para defenderse de los nuevos cargos en su contra, ella hoy sostiene que es víctima de una “estigmatización social”. De hecho, denuncia que su marido, con quien tiene una hija hace poco más de un año, la extorsiona.

El día que Julieta Silva pasó por encima con un auto a su novio y le quitó la vida

Era la madrugada del 9 de septiembre de 2017 y lloviznaba a la salida de un bar en la ciudad de San Rafael, al sur de la provincia de Mendoza. Julieta Silva, por entonces de 29 años, estaba acompañada por su pareja, el rugbista Genaro Fortunato (25). De aquella época persiste la hipótesis de que ambos discutieron dentro del local bailable por un ataque de celos por parte de ella, al enterarse de que la exnovia de Genaro estaba embarazada.

Julieta y su novio fallecido, Genaro.
Julieta y su novio fallecido, Genaro.

Según la reconstrucción judicial, el intenso intercambio verbal de la pareja continuó afuera del bar. Al subirse sola a un Fiat Idea, Julieta tomó el volante y aceleró cuando su novio se había acercado a la ventanilla para aclarar los tantos. Entonces, Genaro corrió unos metros y cayó sobre la calzada. La mujer, que había consumido alcohol y conducía sin sus lentes obligatorios, avanzó con el auto unos 50 metros, hizo una maniobra en “U” y terminó pasándole por encima al cuerpo de su pareja. Lo mató al instante.

Las pericias toxicológicas realizadas al fallecido indicaron que al momento del hecho tenía 1,8 gramos de alcohol por litro de sangre, mientras que a la acusada le dio 0,8, cuando la tolerancia permitida por la ley local para manejar es de 0,5.

El informe de la autopsia fue contundente: Genaro Fortunato murió por aplastamiento de cabeza y cráneo. Un cuidacoches de la zona, testigo clave del crimen, declaró que el rugbista golpeaba la ventanilla del vehículo para detener a Julieta cuando cayó justo en el trayecto de las ruedas. Ella, en cambio, siempre sostuvo que nunca lo vio en el suelo.

En un juicio de seguimiento minuto a minuto en la sociedad mendocina, la acusación contra Silva llegó a su desenlace con tres figuras penales posibles: homicidio culposo agravado, homicidio simple con dolo eventual y homicidio agravado por el vínculo.

La fiscalía y la querella empujaron por la pena máxima: perpetua. Sin embargo, la defensa pidió la absolución de Silva al encajar el caso como un accidente en la ruta. El 3 de septiembre de 2018, casi en el primer aniversario de la muerte de Fortunato, el tribunal de San Rafael declaró culpable a la mujer de “homicidio culposo agravado”, dándole una sentencia de 3 años y 9 meses e inhabilitación de 8 años para conducir.

La condenada cumplió gran parte de la pena bajo arresto domiciliario, y en marzo de 2020, en medio del aislamiento dispuesto por la pandemia de Covid-19, recibió la libertad condicional tras cumplir los dos tercios del castigo.

En la audiencia final por el juicio en su contra, Julieta Silva se negó a hacer uso de sus últimas palabras. Quien sí lo hizo fue Graciela Linares, su exsuegra: “¿Por qué, Julieta? Genaro te quería”.

Después de conocerse la actual denuncia por agresiones, Miguel Fortunato, el papá de Genaro, dialogó con FM Vos 94.5 y recordó que las pericias psicológicas habían indicado que Silva es una persona con pocos frenos inhibitorios. También se preguntó si una condena más severa en 2018 podría haber evitado el episodio con su esposo: “De alguna manera lo esperábamos”.

Aún hay una demanda abierta contra Silva realizada por los padres de Genaro, tramitada desde 2020. Es por daño moral, lucro cesante y, también, como reparación integral por los daños y perjuicios que se derivaron del homicidio culposo agravado.

Nueva vida, marido y acusación por violencia contra Julieta Silva

Hacia fines de 2022, ya en definitiva libertad tras completar la condena, Julieta Silva contrajo matrimonio con Lucas Giménez, otro hombre también de San Rafael. En redes sociales, ambos compartieron sus postales de luna de miel en Playa del Carmen (México) y mostraron su nueva etapa familiar, que incluyó el nacimiento de una hija en común. La idílica foto de hace tres años se rompió el 24 de julio pasado, y sus cuentas pasaron a tener el “candado” (privadas).

Julieta y su actual esposo, Lucas.
Julieta y su actual esposo, Lucas.

Giménez denunció ante la Justicia a Silva por violencia doméstica y despertó la reacción inmediata de la Justicia. Se ordenó una prohibición de acercamiento y, como medida preventiva, la fiscalía solicitó la detención domiciliaria con tobillera electrónica, dado que la mujer está al cuidado de su hija pequeña.

La nueva causa quedó tramitada en la Unidad Fiscal de Violencia de Género, con declaraciones cruzadas y pericias médicas que intentan darle forma a un nuevo expediente con nombre y apellido repetido.

Según la denuncia, Silva habría golpeado a su marido tras una fuerte discusión por motivos económicos. Y él, desesperado, habría llamado al 911 (emergencias) desde el baño de su casa, donde se habría refugiado junto a su hija para evitar seguir siendo agredido. “Tenés plata para ir al odontólogo, pero no para el jardín de tu bebé”, le habría reclamado ella a su esposo.

Cuando los policías arribaron al domicilio familiar, encontraron a Giménez con escoriaciones e hinchazón en el rostro. Silva fue llevada a la fiscalía, donde la imputaron por el delito de “lesiones leves agravadas por el vínculo y privación ilegítima de la libertad” en perjuicio de su pareja.

Además, la mujer fue formalizada por “desobediencia” y “amenazas”, al contactarse con la hija de su ex, a pesar de tenerlo prohibido, razón por la que el fiscal ordenó su detención tras las rejas.

No obstante, Silva fue beneficiada al poco tiempo, el 8 de agosto último, por el juez Claudio Gil, quien ordenó que la acusada debía seguir cumpliendo la detención en su casa, con monitoreo vía tobillera electrónica, para estar al cuidado de su pequeña hija.

Para la defensa, Julieta Silva es “víctima de estigmatización social”

En la nueva causa ante la Justicia, la defensa de Julieta Silva fue asumida por el abogado Roberto Castillo, quien goza de un perfil mediático en televisión por causas de figuras del espectáculo argentino. Lo primero que hizo, además de instalar un relato de “estigmatización social”, fue llevar el caso a los noticieros y cambiar la imagen de la acusada.

“La acusación que (Silva) hoy enfrenta no puede analizarse de manera aislada, sino que se encuentra teñida por un claro contexto de estigmatización social derivada de antecedentes penales que, de manera reiterada e injusta, se utilizan como un atajo para definir su culpabilidad”, escribió Castillo sobre Silva en una historia de Instagram.

De acuerdo a lo relatado por Castillo en una entrevista al diario Los Andes, Lucas Giménez construyó un presunto escenario de violencia para poder separarse de Silva, a quien extorsionaba: “Es una relación tóxica. Se habla mucho de los antecedentes de Julieta y poco de que esta persona (Giménez) tiene denuncias cruzadas con su expareja, incluso prohibiciones de acercamiento”.

Sentada ante el fiscal Fabricio Sidoti, Julieta Silva regresó a los tribunales de San Rafael el pasado 19 de agosto y declaró que era víctima de una “relación de sometimiento” y que su marido “la chantajeaba” y le hacía escenas de celos con el padre de sus hijos de su primer matrimonio, es decir, anterior a su noviazgo con Fortunato.

También anticipó que se presentará como querellante en tres denuncias que Silva le hizo a su marido por amenazas, por violación de domicilio y violencia de género, pero sin lesiones acreditadas.