En el Parque Nacional de Budj Bim, en el estado australiano de Victoria, las consecuencias de un incendio forestal ocurrido en marzo derivaron en una polémica medida: el sacrificio de hasta 750 koalas, la decisión incluyó disparos de francotiradores desde helicópteros y generó críticas por parte de organizaciones conservacionistas y expertos en fauna silvestre.
Según las autoridades del Departamento de Energía, Medio Ambiente y Clima del estado de Victoria, muchos ejemplares fueron encontrados “gravemente heridos, deshidratados o al borde de la inanición”, tras el incendio que arrasó más de 2.000 hectáreas en el Parque Nacional de Budj Bim a comienzos de marzo.
En ese contexto, el gobierno estatal implementó por primera vez una estrategia de “matanza humanitaria” para sacrificar a los animales considerados irrecuperables. El procedimiento, llevado adelante por francotiradores desde helicópteros, apuntó a reducir el sufrimiento de más de 750 koalas afectados por el fuego y la pérdida de su hábitat.
La primera ministra del Estado de Victoria, Jacinta Allan, defendió la estrategia alegando que los koalas estaban “gravemente afectados”, y afirmó que la decisión se había tomado luego de “exhaustivas evaluaciones”, según informó el medio Sky News Australia.
Matanza de koalas a manos de francotiradores
La estrategia fue objeto de múltiples críticas. El diputado del partido Justicia Animal Georgie Purcell denunció ante el diario australiano Herald Sun que “no se está haciendo ningún esfuerzo por comprobar, cuando se dispara a los koalas desde helicópteros, si tienen bolsas de cría”.
Por otra parte, la presidenta de la ‘Alianza por los Koalas’, Jess Robertson, afirmó que “no hay forma de que puedan decir si un koala está en malas condiciones desde un helicóptero”.
Muchos expertos señalan que esta acción podría ser la base de un precedente peligroso. “Estamos normalizando la idea de que matar animales en masa es una forma válida de gestión ambiental”, advirtieron miembros de distintas asociaciones ecologistas.
La gravedad de la situación se acentúa al considerar que, desde 2022, el koala figura oficialmente como una especie en peligro de extinción en Queensland, Nueva Gales del Sur y el Territorio de la Capital Australiana.
Esta clasificación fue establecida por el gobierno australiano a través de la Ley de Protección del Medio Ambiente y Conservación de la Biodiversidad (EPBC), debido a una alarmante caída de su población, estimada entre el 50% y el 62% en los últimos veinte años.