La Real Academia Española define la misoginia como “la aversión a las mujeres”, una breve descripción para un término, cuya historia comenzó en el siglo XVII, cuando se publicó el panfleto “Enjuiciamiento a las mujeres lascivas, ociosas, desobedientes e inconstantes” que escribió el maestro de esgrima inglesa Joseph Swetnan, cuya respuesta dio origen a esta palabra.

Según destaca The New York Times, el popular panfleto era una serie de chistes sexistas que buscaban definir el lugar de la mujer en la sociedad de esos años con frases como “las mujeres son deshonestas por naturaleza”.

The Arraignment of Lewd, Idle, Froward, and Unconstant Women 1615 – Wikimedia Commons

Por su carácter, tuvo variadas respuestas, sin embargo, la más popular fue una obra anónima titulada “Swetman, el odiador de mujeres el procesado por las mujeres“, dónde el protagonista que aludía a Swetnam se llamaba Misogynos, dando el origen al término.

Aunque la palabra no se utilizó mucho en los siglos venideros, fue recién en los años 70 cuando se instaló como parte del léxico feminista, en medio de una sociedad que se construía bajo parámetros misóginos.

La escritora feminista Andrea Dworkin lo resumía se esta forma: “Como mujeres vivimos en medio de una sociedad que nos ve como despreciables. Se nos menosprecia… Somos víctimas de una violencia continua, malévola y autorizada en contra nuestra”, destaca el periódico americano.

Pero, ¿qué tan arraigada está en la sociedad actual la misoginia?

Parte de una estructura social

Berit Brogaard, señalaba para Psychology Today lo difícil que puede ser detectar a un misógino, porque en la mayoría de los casos, ni siquiera saben que lo son.

La autora consigna que este es, incluso, un odio inconsciente que los hombres forman a temprana edad, pero que se detecta en actitudes de degradación a la mujer, como el autoritarismo o la marginación del género en ciertas situaciones.

Lo mostraba claramente Nike, cuando junto a la deportista Serena Williams protagonizaban una campaña publicitaria que exponían mensajes que reflejan las actitudes misóginas típicas de la sociedad actual. Frases como “cuando defendemos algo, estamos desquiciadas”, “cuando somos demasiado buenas, algo anda mal en nosotras” o “Y si nos enojamos, somos histéricas, irracionales o simplemente, locas” , fueron parte de este spot.

“Si quieren llamarnos locas, está bien, pero vean lo que las locas pueden hacer”, cerraba la tenista en la publicidad deportiva, demostrando que, pese a todo lo que pueden decir, las mujeres pueden lograr sus objetivos.

La misoginia en el poder

Algo similar al discurso que emitió la congresista Alexandra Ocasio-Cortez en julio pasado, cuando intervino en la Cámara de Representantes en Estados Unidos repudiando las palabras de su par republicano Ted Yoho, quien la llamó “repugnante”, “completamente loca” o “fucking bitch” (maldita perra) frente a reporteros en el capitolio, consignó el diario El Mundo.

Las desafiantes palabras de la joven demócrata en su intervención, recordaron que el insulto “fucking bitch” -y otros epítetos similares- es algo que todas las mujeres han tenido que recibir alguna vez en su vida y que, desafortunadamente, es algo que estaba acostumbrada a escuchar en su vida diaria por parte de hombres.

En base a esto, aseveraba la misoginia que hay inserta en la sociedad actual, ya que las palabras de Yoho respondían a una cultura en la que se aceptaba la violencia y el lenguaje violento hacia las mujeres, amparado en una estructura de poder que históricamente ha apoyado estas situaciones.

La popular congresista de origen puertoriqueño demostró esto último convocando a mujeres de su sector a compartir sus propias historias de acoso y maltrato por parte de hombres.

Fue en ese momento en que varias demócratas describieron situaciones en las que fueron llamadas “jovencitas” que “no sabía una maldita cosa” y calificaciones similares, que desprestigian su posición en el congreso americano, sólo por ser mujeres, destacó New York Times.

¿Por qué la misoginia sigue viva?

Esta es la pregunta que se hizo la escritora feminista, Siri Hustvedt, en un ensayo para Vanity Fair, donde relataba que la respuesta nunca sería sencilla, puesto que está tan arraigada en un sinfín de culturas, que cuesta desentrañar su origen.

Sin embargo, a su parecer la misoginia podría venir desde el nacimiento, cuando todas las personas viven el periodo de gestación en el cuerpo de una mujer, nacen de ellas y luego, dependen de una mujer, considerando que les necesitan para alimentarse y tener cuidados.

Wayne Evans en Pexels
Wayne Evans en Pexels

En este momento de la vida, Hustved relata que “es posible que la certeza de que todos hemos estado indefensos y hemos sido dependientes resulte algo desagradable, sobre todo para muchos hombres a quienes les asusta que los consideren débiles y femeninos”.

Para ejemplificar su pensamiento, la ganadora del premio Premio Princesa de Asturias de las Letras, recuerda al presidente Donald Trump, quien era candidato al momento de escribir su ensayo, indicando que el líder pertenece a un tipo de hombre que “se hace a si mismo”, sin venir de una mujer, esforzándose por limitar la libertad femenina.

View this post on Instagram

🇺🇸

A post shared by The White House (@whitehouse) on

Sin embargo, a juicio de la escritora, la misoginia no se erradicará mientras continúe dominando la separación de mente y cuerpo, donde se asocia a la mente con lo masculino, racional, espiritual y limpio, mientras que el cuerpo se atribuye a algo femenino, irracional, natural y sucio, cuya dicotomía nos mantiene en un mundo donde aún es “normal” burlarse de la menstruación, cuestionar la preparación de las mujeres o pedirles que sonrían, en vez de hablar.