La enfermedad que se conoció como la peste negra en la Edad Media sigue presente en nuestro planeta hasta el día de hoy de la mano de la bacteria Yersinia pestis, que provoca tanto la peste bubónica como la neumónica.

Esta afección volvió a ser noticia después que la ciudad china de Bayannur emitiera una alerta sanitaria luego que, el domingo, se conociera del caso de un hombre que tuvo que ser hospitalizado por esta enfermedad en la zona de Mongolia interior.

De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS), esta peste es una enfermedad infecciosa que se encuentra en mamíferos pequeños -generalmente roedores– y por consiguiente en las pulgas que estos portan.

Son estos insectos los que, en la mayoría de las ocasiones, infectan a los humanos con la peste.

En concreto, esta enfermedad se manifiesta de dos maneras, dependiendo de la vía de infección. Ambas pueden causar la muerte.

La bubónica es la más común y se contrae tras la picadura de una pulga, cuyo bacilo llega a los ganglios linfáticos donde se multiplica provocando inflamación, lo que se conoce como “bubones”.

En su fase avanzada, estas zonas pueden pasar a ser llagas abiertas supurantes con la posibilidad de afectación de los pulmones, “causando una forma más grave de la enfermedad denominada peste neumónica”, indican desde la OMS.

Por su parte, la peste neumónica o pulmonar es la forma más virulenta, donde el periodo de incubación puede ser de incluso 24 horas.

Acá la vía de transmisión cambia, ya que cualquier persona con peste neumónica puede infectar a otros seres humanos a través de gotículas respiratorias. Sí, tal como el nuevo coronavirus.

Sin diagnóstico ni tratamiento, esta forma de la peste mata a quien la sufra, aunque las tasas de curación son altas si se detecta a tiempo, generalmente dentro de las 24 horas posteriores a la aparición de los síntomas.

Síntomas

De acuerdo a la agencia sanitaria de Naciones Unidas, los síntomas de esta enfermedad son la aparición repentina de fiebre, a lo que se suman escalofríos, dolores de cabeza y en el resto del cuerpo.

Además se consideran síntomas de esta peste el sentir debilidad, náuseas y vómitos.

En el caso de la forma bubónica, específicamente, se produce una inflamación dolorosa de los ganglios.

Para la variante neumónica, en tanto, los síntomas aparecen poco después de la infección e involucran dificultad para respirar y tos, a menudo con restos de sangre en las secreciones procedentes de la nariz, la garganta o los bronquios.

Esas mismas mucosidades son analizadas para confirmar o desechar un posible caso de esta peste.

Tratamiento y protección

De detectarse a tiempo, la peste en cualquiera de sus formas puede ser tratada con antibióticos.

De sospechar el haber contraído la enfermedad, un paciente debe dirigirse hasta el centro asistencial más cercano para iniciar el procedimiento de rigor, el que terminará en aislamiento de confirmarse lo peor.

De vivir en una zona donde hay un brote, quienes deseen protegerse de la enfermedad pueden usar mascarillas, aunque estos elementos deben ser eliminados de manera segura para que no sean nuevas fuentes de infección.

“Las máscaras pueden ayudar a reducir la propagación de la peste neumónica, pero deben utilizarlas correctamente tanto los enfermos (para reducir la propagación de gotículas) como los trabajadores sanitarios (para protegerse a sí mismos)”, afirma la OMS.

Hasta los cadáveres pueden ser un foco de infección, especialmente por las bacterias que siguen estando presentes en los fluidos corporales.

Según la Organización Panamericana de la Salud (OPS), las vacunas contra la peste fueron ampliamente utilizadas en décadas pasadas, lo que declinó con la aparición de antibióticos eficaces.

Por ello, la vacunación tiende a ser recomendada en grupos de alto riesgo, como por ejemplo personal de laboratorio que está constantemente expuesto al riesgo de contaminación.

Considerado como el tratamiento más eficaz, especialmente contra la peste neumónica, generalmente se suministra la estreptomicina por diez días, o por al menos tres jornadas después de la remisión de la fiebre.

Otras opciones incluyen la gentamicina, la doxiciclina, el cloranfenicol, las fluorquinolonas y el trimetroprim-sulfametoxazol, con tratamientos especiales para niños y mujeres embarazadas.

Por su parte, las tetraciclinas, el cloranfenicol o una de las sulfonamidas son usadas en el tratamiento de contactos cercanos con pacientes con peste neumónica o personas que puedan haber estado expuestas a pulgas infectadas por Yersinia pestis.

Contexto americano

De acuerdo a los datos más recientes proporcionados por la OPS en su página web, desde 2009 que el consejo directivo de esa entidad considera a esta peste dentro de las enfermedades e infecciones relacionadas con la pobreza, que “tiene la posibilidad de ser eliminada como problema de salud pública”.

En todo el continente, Bolivia, Brasil, Ecuador, Estados Unidos y Perú son países endémicos de la enfermedad, aunque en América Latina los casos humanos que todavía persisten están muy localizados y “en general ocurren en poblaciones rurales que viven en situación de pobreza extrema y en áreas de focos en estos países”, señala la OPS.

“En los últimos 12 años cerca de 120 casos humanos de peste fueron reportados en esta sub-región, habiéndose localizado 87% de ellos en Perú”, detallan.

Caso de Mongolia

La alerta sobre Bayannur ocurre tras la cuarentena de la ciudad de Tsetseg en Mongolia debido a un posible brote de la peste bubónica luego que se registrara la muerte de dos personas a causa de esta enfermedad.

De acuerdo a los primeros antecedentes, los fallecidos se habrían contagiado tras consumir carne de marmota, situación que gatilló el cierre de la frontera que comparten con Rusia.

En 2019 también se debió cerrar la frontera entre ambas naciones tras la muerte de una pareja que contrajo la peste bubónica por consumir el mismo alimento.

Según el Centro Nacional de Enfermedades, al menos una persona muere cada año en Mongolia por ingerir esta carne.

Edad Media

En la Europa medieval, la peste negra causó estragos y, de acuerdo a la enciclopedia Britannica, se estima que mató a 25 millones de personas entre los años 1347 y 1351.

No obstante, hasta hoy esa cifra es causa de dudas y muchas veces se asume que fue mayor.

Históricamente se ha afirmado que la enfermedad apareció hacia 1320 en el desierto de Gobi​, entre el norte de China y el sur de Mongolia; y que llegó a este último país por primera vez diez años después.

Fue así como comenzó a avanzar hacia nuevos territorios de la mano del comercio y las rutas que en ese entonces conectaban al lejano oriente con el Mediterráneo y el norte de África.

El sur de Inglaterra registró los primeros casos en 1348 y el norte de esa nación junto con Escandinavia hicieron lo propio hacia 1350.