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La encefalitis letárgica, que surgió durante la Primera Guerra Mundial, afectó a aproximadamente un millón de personas en el mundo y dejó a la mitad de ellas muertas en las primeras etapas de la enfermedad, para luego desaparecer misteriosamente. Un estudio reciente reveló nuevas pistas sobre este enigma médico, sugiriendo posibles causas como una infección viral o un proceso autoinmune.

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La encefalitis letárgica apareció en plena Primera Guerra Mundial, afectó aproximadamente a un millón de personas, la mitad murieron en la etapa temprana de la enfermedad, y luego, desapareció. Pero lo más extraño fueron las secuelas que dejó.

De acuerdo con The Conversation, fue descrita por primera vez en 1917 por un neurólogo de Viena, en Austria, quien observó que los síntomas iniciales eran similares a la gripe. Pero con el pasar de los días se transformaba en una especie de trastorno del sueño, donde los pacientes no podían dormir o dormían demasiado, razón por la que también la llamaban “enfermedad del sueño”.

Las personas que sobrevivieron a ella, despertaron aún más dudas. Tras recuperarse, presentaron rigidez, lentitud en sus movimientos, sus ojos se quedaban congelados en ciertas posiciones, problemas de habla y cambios de ánimo. Eventualmente, terminaban sin poder moverse.

Ahora, un estudio liderado por Jonathan Rogers, becario clínico en psiquiatría del Wellcome Trust, del UCL Institute of Mental Health, encontró nuevas pistas sobre esta encefalitis, revelando que algunos pacientes recuperados incluso desarrollaron cleptomanía (robo compulsivo).

Rogers hizo un repaso por las diferentes teorías sobre esta enfermedad y a partir de los registros de afectados sacó algunas conclusiones.

Nuevas pistas sobre la encefalitis letárgica

Como apareció y desapareció, algunas teorías la han relacionado con una infección, pero no se encontró ningún virus en los cerebros de las personas afectadas, según los registros, por lo que esta opción podría quedar descartada.

“Para averiguar qué podría estar pasando, pasamos horas leyendo los registros meticulosamente conservados de más de 600 pacientes que padecían encefalitis letárgica. Descubrimos que solo el 32% de ellos había tenido algo remotamente parecido a la gripe durante el año anterior al inicio de la enfermedad y menos del 1% tenía un familiar afectado. Por lo tanto, la historia de la infección por gripe no es muy convincente, al menos por sí sola“, explicó Rogers.

Otra teoría eran las condiciones ambientales de la época, ya que la guerra propició movilizaciones masivas de personas y el uso de armas y químicos, pero “nuestro estudio no encontró ningún vínculo con personas que trabajaran con sustancias específicas”, dijo el experto.

Una versión más reciente es que tuvo que ver con algún proceso autoinmunitario, lo que significa que los mecanismos de defensa del organismo se volvieron en contra de este y atacaron el cerebro.

Esto se traduce a encefalitis autoinmune, que existe hoy en día, pero los registros de personas afectadas en la Primera Guerra Mundial no se ajustan con los patrones de los tipos de encefalitis autoinmune que se conocen hoy.

“¿Cómo se explica una enfermedad que surgió de la nada y que provocó una variedad de síntomas? Algunos pacientes notaron que sus movimientos y pensamientos se ralentizaban enormemente. Otros sufrieron alucinaciones, delirios extraños o incluso parecieron perder el sentido del bien y del mal”, reflexionó Rogers.

El experto señaló que hay que seguir estudiando la posibilidad de una infección, ya que hoy sabemos que ciertas enfermedades autoinmunes se desencadenan por esto. “Es un buen disfraz para el virus invasor, pero una vez que el cuerpo lo reconoce, existe el riesgo de que vuelva las defensas del cuerpo contra sí mismo”, expresó.

Asimismo, llamó a continuar indagando, ya que la encefalitis letárgica se consideró una epidemia neurológica y “si no la solucionamos, no estaremos preparados para la próxima”.