Señor director:

Desde el retorno a la democracia, se decía que la gratuidad en la educación superior era un imposible en el sistema chileno. El movimiento estudiantil lo transformó en una realidad para el 60% del país. En 2005, se afirmaba que no estábamos listos para elegir a una mujer presidenta. Ganó Bachelet.

Hoy, en estas primarias, algunos dicen que votar por Jeannette Jara es un voto perdido o poco pragmático para enfrentar a la derecha en noviembre.

A lo largo de los últimos años, nuestra sociedad ha derribado sus propios prejuicios, superándose a sí misma para poner en el centro algo más importante: el futuro de todos y todas.

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Durante estas semanas, pareciera que lo mismo ocurre con el fenómeno de Jeannette Jara, quien crece a pasos agigantados en apoyo ciudadano. En esta campaña, Jara ha demostrado que la experiencia y el compromiso con la buena política pesan más que los fantasmas del conservadurismo. El aumento del sueldo mínimo, la reducción de la jornada laboral a 40 horas y la reforma previsional son pruebas de gobernabilidad, y también de que Jeannette tiende puentes donde otros levantan muros.

Y eso no es menor: la candidatura más competitiva no se definirá por la polémica ni por los artificios de sus adversarios, sino por la voluntad popular.

En medio de un periodo de desafección y crisis de confianza en la institucionalidad, Jeannette aparece como un liderazgo honesto y con convicción, dos elementos clave para la victoria del progresismo en la presidencial.

La minuta del pragmatismo que quieren imponer algunos sectores rima con la del mal menor, una lógica electoral que ya cansa a los chilenos y chilenas, y que, tras varios intentos, no ha logrado ni convencer ni reponer la esperanza en el futuro.

La mayoría social y política no se construye con mitos, sino con hechos. Y en eso, el mérito y los logros de Jara pesan más que la especulación y los voladores de luces.

Catalina Lufín Pacheco
Presidenta Juventudes Comunistas de Chile

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