Según el Ministerio de Educación (MINEDUC) tenemos a nuestra disposición, según nuestras necesidades y elecciones, diferentes modalidades y niveles educativos que son avalados y subvencionados por el Estado. El sistema que conocemos desde parvularia, básica y media, constituye la modalidad regular a la que denominaremos, como Tradicional. Pero también podemos acceder a otras que difieren en sus modelos pedagógicos, tales como la hospitalaria, la educación domiciliaria, la rural, intercultural bilingüe, flexible, online y a distancia, la educación especial o diferencial, la artística, la técnica profesional y la Educación de Personas Jóvenes y Adultas (EPJA).

El trasfondo de toda modalidad es brindar una educación “inclusiva, equitativa y de calidad”, según la Ley General de Educación (LGE). Pero, ¿cómo se puede brindar una educación de calidad y cumplir con el Objetivo 4 de desarrollo sostenible de la UNESCO, si hay desigualdad en el sistema educativo desde sus cimientos?

En nuestro país los establecimientos no particulares se financian por medio de la subvención. Según el Portal de Atención Ciudadana del MINEDUC, esta se define como “la entrega de recursos de origen fiscal, vía transferencia, que propenderá a crear, mantener y ampliar establecimientos educacionales cuya estructura, personal docente, recursos materiales, medios de enseñanza y demás elementos propios de aquella, proporcione un ambiente propicio para el aprendizaje educativo y cultural de los y las estudiantes de nuestro país”.

Crónica de una muerte anunciada: la realidad de la educación y adultos en Chile

Esto es significativo en vista de que fomenta los principios de “Libertad, Calidad y Equidad” que tanto se encarga de proteger y vigilar el Sistema de Aseguramiento de la Calidad (SAC), pues esto, reiterando, propicia la pluralidad y el desarrollo de habilidades en las personas para sus proyectos de vida, permitiendo a cada familia elegir el proyecto educativo que más le guste y acomode. Todo para llevar una vida plena y digna.

Al comparar la subvención estatal que reciben las modalidades educativas en nuestro país, sale a la luz que históricamente y de manera consistente, la EPJA según Letelier (2019, 2021) ha contado con una asignación de recursos inferior a las otras modalidades del sistema educativo chileno, no tiene acceso a la subvención escolar preferencial y no cuenta con sistema de monitoreo de la calidad de los aprendizajes. A esto se suma que la subvención de todo el sistema educativo se paga por la asistencia del estudiante en el aula, es decir, el costo de la subvención tiene como uno de sus principales factores la asistencia media.

Esto es crítico porque los establecimientos funcionan de acuerdo al financiamiento que perciben, sistema obsoleto, heredado de la ley de subvenciones, proviene de la dictadura con una marcada visión neoliberal (Red Clade, 2024).

El fundamento de esta diferencia se encuentra en el Decreto con Fuerza de Ley N°2 de 1998, que regula la subvención del Estado a los establecimientos educacionales en Chile. Este decreto establece que el cálculo de los aportes estatales se basa en la Unidad de Subvención Educacional (U.S.E.), cuyo valor se reajusta periódicamente mediante resoluciones ministeriales.

Comunidad Escolar

Si hacemos el ejercicio de revisar los valores vigentes para el año 2025, publicados por el Ministerio de Educación en el portal “Comunidad Escolar”, se hace evidente una diferencia significativa entre la educación tradicional y la modalidad EPJA. Un estudiante de 1° a 4° medio en modalidad científico-humanista, sin Jornada Escolar Completa (JEC), recibe una subvención mensual que es alrededor de un 5,7% más que un estudiante de la modalidad EPJA en los mismos niveles.

Esta brecha se amplía significativamente si se compara con establecimientos tradicionales con JEC, donde la subvención alcanza un 40% más de lo que recibe un estudiante de EPJA. A esto se suma que esta modalidad no accede a JEC, ya que, por su naturaleza flexible y adaptada a las necesidades de las personas, no la contempla, lo que impacta directamente en la disponibilidad de recursos, extendiéndose también a sus niveles básico y técnico profesional.

En esta misma línea, la difunta propuesta de modalidad de reingreso, según la Biblioteca del Congreso Nacional de Chile (2022), en el informe técnico sobre la subvención para esta modalidad, para poder garantizar una educación de calidad, solicitaba un 70% más que la EPJA.

La falta de recursos justos está impidiendo que la EPJA brinde condiciones educativas adecuadas y acordes a las necesidades de sus estudiantes, ya que las estrictas condiciones de subvención indican que si el estudiante no está en el aula, se considera como ausente. Pero el monitoreo de esto, no considera el abanico de acciones que llevan a cabo los docentes y asistentes de la educación de manera online, telefónica, o haciendo visitas domiciliarias para atender las necesidades educativas de estos jóvenes y adultos que se están ausentando, las que muchas veces se hacen fuera de sus horarios de trabajo. Todo por vocación y el significado de educar.

La pirámide de Maslow

Esto es la base de la inequidad de condiciones en el sistema educativo chileno y del gran problema, porque la EPJA, constituida por los Centros de Educación integral de Adultos (CEIA´s), Terceras Jornadas y la Educación en Contextos de Encierro (Presidiario/a) que adscribe también en esta modalidad por el uso de sus planes y programas, nunca va a poder cumplir con estas condiciones porque su ecosistema educativo y filosofía de enseñanza en el cual se basa es diferente a la modalidad tradicional.

La EPJA es una fuente de estudiantes diversos, tanto en lo socioeconómico, sexogenérico, nerurodivergencia (cubre las necesidades de estudiantes TEA con bonitos resultados), cultural y de edad (desde los 14 a los 80 años), con necesidades educativas y emocionales productos de algún tipo de violencia en sus familias o escolar vivida en sus establecimientos tradicionales anteriores.

En esta ocurren dinámicas escolares en donde un grupo de estudiantes tiende a incurrir en la inasistencia. Pero esto no significa que hayan desertado. Muchas veces son sistemas de regulación como consecuencia del poco apoyo familiar, ansiedad o por tener que tomar roles de sustento priorizando el trabajo, cuidado familiar o por estar con arresto domiciliario, entre otras. Tomemos en cuenta, siguiendo la pirámide de Maslow, que el ser humano siempre incurrirá en cubrir primero que todo sus necesidades fisiológicas, dejando en segundo plano el educativo “¿De qué sirve estudiar, si primero tengo que preocuparme de cómo comer?”.

No obstante, los establecimientos EPJA nunca les cerrarán las puertas a un estudiante y haciendo uso de décadas de experiencia en innovación educativa logran la permanencia escolar de los estudiantes, devolviéndolos en algún punto al aula, siendo nivelados y logrando reintegrarlos al contexto educativo que les es tan beneficioso. Estas estrategias y experiencias únicas se comunican e intercambian entre las comunidades educativas en redes pedagógicas en todo el país, constituyendo un modelo educativo en común que trasciende en una cultura EPJA convirtiéndose en un sello de “Educación inclusiva, equitativa y de calidad”.

La educación de jóvenes y adultos para muchos constituye una segunda oportunidad, un refugio que sana el alma y que les muestra el camino para mejorar sus condiciones laborales, cerrar un ciclo o para continuar con estudios superiores. Pero esta bonita labor está muriendo con un sistema de subvención que no entiende la realidad chilena y, lo que es peor, no le interesa. Esta modalidad altamente comprometida con la educación lleva una década discutiendo las mejoras en el sistema de subvención en los Congresos Nacionales e Internacionales de EPJA. Pero faltan voluntades y un compromiso real.

Establecimientos EPJA

Lo único que nos queda claro es que para el Estado hay dos tipos de estudiante: Estudiantes de primera categoría que están en la modalidad tradicional y que tienen mayor apoyo estatal, y los estudiantes de segunda categoría que son los rezagados del sistema y que son los que encuentran un hogar en la EPJA. Además, en los últimos años, la llamada “Modalidad de Reingreso” se ha presentado como una innovación, aunque la realidad es que reutiliza estrategias ya desarrolladas por la EPJA desde hace años. Pudiendo convertirse este enfoque, más que un aporte nuevo a la educación, una amenaza de desplazamiento de matrículas y recursos, afectando a una modalidad históricamente desatendida.

Entonces, no sería lógico destinar más recursos a quienes más lo necesitan. Si cuesta mantener escolarizado a un estudiante, ¿Cuánto cuesta volverlo a encantar para que crea de nuevo en la educación y lo podamos revincular?. El rezago se materializa, en que un estudiante en Chile valga menos para el Estado solo por elegir una modalidad educativa que se ajusta mejor a sus necesidades.

Es insólito que año tras año se estén cerrando establecimientos EPJA, pese a que se estima que alrededor de 5 millones de personas en Chile no han finalizado su educación media (Universidad de Los Lagos, 2024), la EPJA atiende actualmente a solo cerca de 140 mil estudiantes en sus distintas modalidades (Ministerio de Educación, 2024). Esto significa que tiene una cobertura que no supera el 3% de la población desescolarizada, lo que evidencia una profunda brecha entre el derecho a la educación y su garantía real con los jóvenes y adultos en situación de deserción escolar.

Jorge Cortés Vásquez
Profesor de ciencias naturales y Unidad Técnica Pedagógica, especialista en EPJA.

Nuestra sección de OPINIÓN es un espacio abierto, por lo que el contenido vertido en esta columna es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial de BioBioChile