La tecnología y la innovación nunca pasan desapercibidas. En cualquier área o industria donde sean aplicadas generan transformaciones que ayudan a que los procesos funcionen mejor, sean más rápidos y fluidos.

En el caso del medio ambiente, la tecnología as a service, es decir, pensada como un servicio, puede generar múltiples beneficios. Permite satisfacer las necesidades del entorno y aplicar alternativas de optimización de recursos, un factor especialmente relevante en el contexto de la crisis climática que se está viviendo en todo el mundo.

En Chile, el panorama hídrico es un desafío considerando los 13 años de sequía que se registran en el país y las estimaciones del Gobierno, que indican una reducción en la disponibilidad de agua a nivel nacional de entre 10% y 37% en comparación con 30 años atrás. Por esto, la tecnología e innovación que podamos incorporar es fundamental.

Una de las grandes ventajas que ofrece la tecnología y el uso de Inteligencia Artificial es la oportunidad que entrega para la integración de datos. Mientras más información exista, mejores resultados tendremos y para lograr esto, los agricultores chilenos pueden utilizar distintas herramientas disponibles.

En nuestro caso, con datos climáticos y satelitales generamos recomendaciones para mejorar el rendimiento del riego y acompañamos al agricultor en la gestión del riego, entregándole información precisa. En el caso del productor, esa data le sirve para saber exactamente cuánto regar en cada oportunidad.

Gracias a la mezcla entre la gestión humana y el uso de la tecnología, hoy es posible conocer las necesidades específicas de riego de cada producción. De esta manera se diseña un plan de trabajo personalizado según zona, geografía, clima, tipo de plantación, temporada, etc. A partir del primer uso, los agricultores pueden apoyarse en las herramientas tecnológicas e incorporarlas a su operatividad diaria, con un ahorro de agua de entre 20% y 25%, mejorando a su vez el rendimiento del riego, mano de obra, y electricidad. Así, los recursos se optimizan y no se malgastan, punto especialmente importante en el contexto de sequía.

En el caso chileno, los productores agrícolas están en un nivel bastante más tecnificado que en el resto de países de Latinoamérica, pero aún hay mucho por mejorar. Porque una cosa es estar abierto a invertir en tecnología, pero tan importante como eso es la capacitación, seguimiento y monitoreo de las soluciones implementadas para que realmente sean vistas no sólo como una cuestión de decisión, sino que como una necesidad en términos de gestión agrícola.

La relación entre agricultura, medio ambiente y tecnología debe comprenderse como algo interconectado, para que estas áreas puedan colaborar en conjunto y beneficiarse mutuamente. La crisis climática y la sequía son una amenaza real, pero bien abordadas pueden ser también una oportunidad para que todos valoremos los recursos naturales y los utilicemos responsablemente. Esto abre también la puerta para que la tecnología y agricultura -dos industrias que a primera vista pueden parecer muy dispares-, encuentren puntos en común y desarrollen más y nuevas soluciones pensadas para cuidar el planeta, sus recursos y las personas.

Andrea Ramos, country manager Kilimo en Chile.

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