Llega marzo, lo que trae consigo la vuelta a clases, útiles escolares, colegiatura, permisos de circulación, etc, además de la ausencia de algunos aportes del Estado.

Marzo es un mes en el que se concentran importantes compromisos económicos, que generan estrés en el presupuesto familiar.

Además de los gastos asociados a educación, como matrícula, colegiatura, uniformes y útiles escolares, se adiciona el permiso de circulación de automóviles y se aproximan las contribuciones de los bienes raíces; a lo que se suman, este año, dificultades adicionales.

En primer lugar, la elevada inflación que viene arrastrando la economía local desde el año pasado ha generado, en promedio, un alza de 7,5% en los bienes y servicios que componen la canasta básica, repercutiendo directamente en las deudas en moneda reajustable (UF) que mantienen los hogares, como es el caso de los créditos hipotecarios. En general, todos los contratos que están pactados en unidades de fomento han mostrado significativas alzas.

Debido a esta escalada de la inflación, el Banco Central ha determinado subir la tasa de política monetaria (TPM), la cual ha tenido efectos importantes en el costo financiero de los créditos de consumo, tarjetas de créditos e instrumentos de deuda de corto plazo.

Esto complica aún más la situación para las familias, ya que acceder a deuda para solventar los mayores gastos de marzo resulta más costoso.

Otro punto importante que se debe considerar es que los aportes estatales, como el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) y otros beneficios que percibieron las familias durante la pandemia, estarán ausentes, lo que hace imprescindible una mayor austeridad, organización y planificación en materia de administración del presupuesto del hogar.

Tres recomendaciones para sobrellevar marzo y velar por la salud financiera:

1.- Identificar los ingresos y ser conservador al momento de proyectarlos: ordenar los gastos y clasificarlos según su relevancia. Ser austero y disciplinado en la administración de los recursos del hogar, lo cual permitirá generar un presupuesto y dirigir los esfuerzos conjuntos para cumplirlo.

Una meta desafiante que se puede asumir como familia es generar un ahorro periódico, que más adelante permita costear una actividad conjunta o un evento inesperado.

2.- Cotizar, evaluar y buscar maneras alternativas para ahorrar y reducir gastos: esta última sugerencia se recomienda con mayor énfasis en los gastos permanentes, ya que si es posible generar ahorro en gastos permanentes significará un “ingreso” constante debido al menor desembolso.

3.- Evitar endeudarse: los mayores costos financieros tendrán importantes repercusiones en el presupuesto familiar, sobre todo hoy, cuando las tasas de interés han mostrado importantes alzas.

Jaime Vera, docente Escuela de Negocios Universidad de Las Américas, sede Concepción.

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