La Caravana de la Muerte no puede quedar como una nota al pie en los libros de historia. Este memorial será un recordatorio permanente de que la violencia política nunca puede ser tolerada, y de que la dignidad de las víctimas es parte inseparable de la dignidad de nuestro país.

Como diputado y como ciudadano, he asumido siempre que la defensa de los Derechos Humanos no es un capítulo del pasado, sino una tarea permanente del presente. Por eso, junto a la Agrupación Memorial Aeródromo Tobalaba (AMAT), presentamos el proyecto de ley que autoriza la construcción de un memorial y circuito de memoria en la comuna de La Reina, frente al Aeródromo de Tobalaba.

Ese lugar fue centro de operaciones del Comando de Aviación del Ejército durante la dictadura cívico-militar. Desde allí despegaron los helicópteros Puma que participaron en la Caravana de la Muerte. Por lo tanto, no se trata de levantar una obra de cemento.

Se trata de construir un espacio de dignidad, de encuentro y de reflexión. Un memorial que recuerde a las víctimas y que advierta a las nuevas generaciones que la democracia no puede sostenerse sobre el olvido. La memoria es un deber ético y político: es la garantía de que nunca más se repetirán las atrocidades cometidas por el terrorismo de Estado.

Este proyecto que pronto se convertirá en ley no nació en un escritorio parlamentario. Nació en la sociedad civil, en la voz de vecinos, vecinas y organizaciones que llevan años impulsando la necesidad de un espacio de memoria en La Reina. AMAT reunió más de mil firmas de apoyo, incluyendo el respaldo del Instituto Nacional de Derechos Humanos y del Museo de la Memoria. Mi rol, junto al de otros colegas, ha sido acompañar esa demanda ciudadana y darle cauce institucional en el Congreso.

En tiempos en que aún persisten voces que relativizan los crímenes de la dictadura, o que buscan beneficios para los condenados de Punta Peuco, este memorial es una respuesta clara: los derechos humanos no se negocian, la memoria no se borra y la democracia se defiende con verdad y justicia.

La Caravana de la Muerte no puede quedar como una nota al pie en los libros de historia. Este memorial será un recordatorio permanente de que la violencia política nunca puede ser tolerada, y de que la dignidad de las víctimas es parte inseparable de la dignidad de nuestro país.

La tramitación de este proyecto de ley ha sido larga y significativa. Lo ingresamos en 2022 en la Cámara de Diputadas y Diputados, donde en su primer trámite fue aprobado con amplio respaldo transversal. Posteriormente pasó al Senado, donde la Comisión de Educación y Cultura escuchó a autoridades, vecinos y organizaciones sociales, recogiendo las distintas miradas en torno a esta iniciativa. Tras intensos debates, recientemente la Comisión lo aprobó por unanimidad, reconociendo que los sitios de memoria no son un lujo, sino herramientas esenciales de educación cívica y garantías concretas de no repetición.

Hoy el proyecto está listo para su último trámite en la Sala del Senado. Por eso, insto al presidente de la Cámara Alta a darle prioridad y al Ejecutivo a otorgarle urgencia para que después de 3 años de tramitación, esta ley sea una realidad.

Como diputado humanista, reafirmo que nuestra tarea es seguir impulsando políticas de memoria y educación en Derechos Humanos. Porque sin verdad ni justicia, la democracia se vuelve frágil. Y porque recordar no divide: recordar nos une en torno a un compromiso ético y político que debe ser transversal.

¡Nunca más! esa es la promesa que este memorial encarna. Y es la promesa que debemos cumplir.