La segunda vuelta es el momento de la verdad. Es el instante en que las palabras deben convertirse en compromisos claros y en que las promesas deben medirse con la vida cotidiana de millones de chilenos y chilenas.

La primera vuelta presidencial fue un escenario de dispersión: ocho candidaturas, múltiples discursos y una ciudadanía que debió navegar entre promesas y diagnósticos diversos. Pero la segunda vuelta es distinta. Aquí no se trata de elegir entre nombres, sino entre dos proyectos de país. Como he señalado, una cosa es competir entre ocho…y otra es confrontar dos ideas de país.

Hoy, Chile enfrenta una decisión crucial: continuar el camino de ampliación de derechos y fortalecimiento democrático, o retroceder hacia un modelo que concentra privilegios y debilita lo conquistado. Y en este debate, la Pensión Garantizada Universal (PGU) se ha convertido en un símbolo de lo que está en juego.

La PGU fue creada para responder a décadas de injusticia en el sistema previsional, garantizando un piso mínimo de dignidad para las personas mayores. No es un regalo: es un derecho conquistado gracias a la presión social y la voluntad política de avanzar hacia un país más justo. Jeannette Jara ha defendido y fortalecido este derecho, impulsando su ampliación y asegurando que llegue a más beneficiarios. Su compromiso es claro: la PGU no se toca, se mejora.

Pero no es solo la PGU lo que está en juego. La segunda vuelta también confronta visiones sobre nuestra historia reciente y el respeto irrestricto a los derechos humanos.

José Antonio Kast ha manifestado públicamente su disposición a otorgar beneficios o incluso indultos a los condenados por crímenes de lesa humanidad recluidos en Punta Peuco, argumentando razones humanitarias para quienes se encuentran enfermos o en edad avanzada.

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Esta postura, lejos de ser neutra, revela una mirada complaciente hacia quienes fueron responsables de graves violaciones a los derechos humanos durante la dictadura. Frente a ello, Jeannette Jara representa la opción que asegura que la democracia se construya sobre la memoria, la justicia y la dignidad de las víctimas, reafirmando que los derechos humanos no son negociables ni pueden relativizarse bajo ningún pretexto.

La segunda vuelta nos obliga a preguntarnos sin rodeos: ¿Queremos un Chile que garantice pensiones dignas y seguridad social universal, o un Chile que entregue esos derechos al negocio privado?

¿Queremos una democracia que se construya sobre la base de derechos conquistados, o una democracia que retroceda y normalice la exclusión?

No se trata de matices. Se trata de elegir entre avanzar o retroceder. Entre un país que reconoce la dignidad de cada persona, o uno que normaliza la exclusión. Entre un proyecto que defiende lo conquistado y abre camino a nuevas transformaciones, o uno que amenaza con desmantelar lo que tanto costó construir.

La segunda vuelta es el momento de la verdad. Es el instante en que las palabras deben convertirse en compromisos claros y en que las promesas deben medirse con la vida cotidiana de millones de chilenos y chilenas. Y en esa confrontación, Jeannette Jara es la mejor opción para cuidar la democracia, defender los avances y garantizar que Chile siga siendo un país de derechos, no de privilegios.

Porque al final, votar no es solo elegir a una persona. Es decidir qué país queremos ser. Y hoy, la decisión es entre un Chile que avanza con justicia y democracia, o un Chile que retrocede hacia la desigualdad, el miedo y la impunidad.