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Niños que soñaban con ser parte de la Universidad de Chile viven pesadilla: maltrato y humillación por parte del profesor Roberto Arias. Padres de tres menores denuncian indolencia y negligencia en la institución. Casos de niños afectados salen a la luz en denuncias de BioBioChile. Tras sufrir abusos, niños abandonaron su pasión por el club. Roberto Arias responde negando maltratos. Padres también acusan a Pablo Ortiz, jefe técnico, de inacción.
Niños que solo querían ser parte de la Universidad de Chile, hoy no quieren saber nada del que fue el club de sus amores. Indolencia y malas prácticas de un profesor y negligencia de las personas a cargo, llevaron a varios padres a retirar a sus hijos, quienes terminaron con la autoestima por el suelo y sueños rotos.
Fue un caso que llegó al área de Denuncias de BioBioChile, donde se daba cuenta de esta situación, sin embargo, con el correr de la investigación se sumaron otros.
Matías, de nueve años, siempre fue fanático de la Universidad de Chile. Todo en su mundo giraba alrededor del equipo azul, por lo que haber logrado entrar al equipo formativo como arquero, fue todo un anhelo cumplido.
En octubre de 2024 llegó a la institución y estuvo a prueba hasta enero de 2025. Todo iba bien hasta ese momento, su sueño de pertenecer a La U, se cumplió.
Pasaron las semanas y comenzaron a ver cambios en su conducta que no eran propias de él, relata Bárbara, su madre. Se volvió temeroso y dudaba de sus propias capacidades. Incluso inventaba dolores u otros malestares, todo para no ir a los entrenamientos.
Tras un episodio donde el niño fue retirado del entrenamiento, relató qué le pasaba: el trato que le daba el profesor de arqueros, Roberto Arias.
“Me sacaron a Matías del entrenamiento como una excusa, desde el minuto en que nosotros denunciamos el hecho de este maltrato que había por parte de este profesor, de que le gritaba, de que le decía que era tonto, estúpido, ridículo, hueón, también un garabato“, indica la madre del menor.
Pero no solo eso, también lo humillaban y ridiculizaban. Imaginen vivir eso en el club al que siempre quiso pertenecer, y cuando lo consiguió, pasó por esto. El 12 de julio fue su último entrenamiento en la Universidad de Chile.
Según cuenta Bárbara, Matías no quiere volver nunca más. No quiere saber nada del club de sus amores, luego que rompieran todas sus ilusiones. Su caso habría sido clave en la salida de Roberto Arias.
El caso de “Andrés”
“Andrés” (nombre ficticio por resguardo de identidad), es otro niño que también soñaba con jugar al futbol. Ingresó tras una prueba masiva y quedó.
Roberto lo invitó a entrenar con él. Al inicio se suponía que entrenaría martes, jueves y viernes, luego, esto cambió solo a martes y jueves. Llegaban el primer día y les decían que no habría entrenamiento, dice su madre.
A veces, incluso no los dejaban entrar al CDA. Cuando le pedía explicaciones a Roberto, este decía “se me olvidó” o “voy manejando”.
Otra profesora invitaba a jugar a Andrés los viernes, pero cuando Roberto lo veía, le decía “¿y tú, qué haces acá?”, detalló su apoderada. Finalmente, lo terminaban echando del lugar.
Entre las acusaciones de la familia, está que Roberto no lo dejaba hacer ejercicio o le decía “‘ridículo’, ‘chicos, vámonos, que por culpa de él (Andrés) perdimos 1-0’ o le decía al Andrés ‘muy linda la tapada, pero estúpidamente te paraste"”.
Andrés quería seguir entrenando, decía que si ya había logrado llegar a ese punto, no podía abandonar, sin embargo, añade la madre del menor, de a poco comenzó a bajar sus notas y cambió de actitud. Sus padres se percataron que su ánimo no era el mismo.
A lo anterior se suma que fue víctima de bullying por parte de otros niños. Lo encerraron en el baño y le apagaron la luz, o le pegaban con los toperoles de los chuteadores. “Empezamos a ver que el Andrés estaba bajoneado, no se motivaba a ir a La U“, señaló, su madre.
Ocurrió algo similar al caso de Matías. El gatillante se repite: la actitud de Roberto Arias y la vista gorda del club.
Finalmente, Andrés se salió de la Universidad de Chile. No quería volver a ir a ese lugar. Otro sueño roto.
Otro caso más en La U
A este apoderado lo llamaremos “Carlos”, por reserva de su identidad. Su hijo es un tercer caso de vulneración al interior de la Universidad de Chile.
Su hijo ingresó a la Sub 9 también como arquero en 2023. Entre julio y septiembre estuvo a prueba, hasta que fue inscrito. Lo comenzaron a citar, pero con el paso del tiempo también notaron cambios en su conducta. Incluso, tampoco tenía mucho ánimo de ir a entrenar.
“Se empezó a desmotivar porque citaban a jugadores que no iban a entrenar”, añadió el padre del menor.
Respecto a Roberto, el hombre añadió “siempre discrepé en su forma de entrenar (…) Roberto explicaba, pero nunca demostraba, no era claro en las explicaciones, si un jugador se equivocaba, él lo retaba de mala manera”.
En una ocasión, llamaron a los padres del niño a una reunión. Fue junto a su esposa. En la instancia le comunicaron que su hijo “no era el mismo jugador, que estaba desmotivado”. “Carlos”, indicó que él compartía lo que le decía, sin embargo, al ser consultado sobre qué le pasaba al niño, el apoderado le dijo “mire profe, ¿sabe qué?, esa respuesta no la tengo que dar yo, porque los que están a cargo del proceso formativo de mi hijo ahora son ustedes”.
Le dieron dos opciones, no llevarlo más, o llevarlo, pero le dejaron en claro que no lo seguirían llamando. El preparador de arquero incluso le decía a su hijo “no sé por qué estás acá”. Entre otras cosas, el niño le comentaba a su padre que Roberto trataba mal a otros menores, los retaba e insultaba.
“Carlos” estuvo en contacto con padres de otros niños que se fueron. Finalmente, solicitó por mientras si podía entrenar en otro equipo. Lo dejaron y el primer partido curiosamente fue contra la Universidad de Chile.
Fue tanto el desempeño de su hijo, que él mismo le dijo a su padre “no quiero seguir yendo a La U, yo quiero pasarlo bien y no lo estoy pasando bien”. Como aún tenía un compromiso con la Universidad de Chile, fue un tiempo más, hasta que ocurrió un episodio con Roberto Arias que lo llevó a no querer ir más.
En específico, al niño le habló contra su padre frente a sus compañeros, según relata la familia.
Hoy, los tres niños entrenan en otros clubes, pero ninguno quiere saber una sola palabra de la Universidad de Chile. Algunos están con apoyo psicológico hasta el día de hoy.
Acusaciones contra Pablo Ortiz
Los tres apoderados coinciden en varios puntos. El mal trato por parte de Roberto Arias, que llevó a que todos terminaran abandonando la Universidad de Chile.
Por otro lado, la inacción de Pablo Ortiz, jefe técnico del ciclo iniciación y escuelas oficiales de la Universidad de Chile.
Y tercero, un protocolo sobre casos de vulneración, el que nunca supieron que existía hasta después de que sus hijos se fueron del recinto.
Respecto a Pablo Ortiz, principalmente acusan negligencia de su parte, considerando que era la persona a cargo de la escuela, sabía lo que pasaba, pero, según detallan los padres, nunca hizo algo por los menores.
Correos y conversaciones entre algunos apoderados y Pablo Ortiz, dan cuenta de que estaba al tanto de estos casos, sin embargo, nunca pasó algo en favor de los niños. También lo acusan de no activar el mencionado protocolo cuando correspondía.
Consultado el mismo Pablo, dijo a BioBioChile que no podía hablar del tema, ya que la declaración oficial saldría de la misma Universidad de Chile.
La respuesta del profesor acusado de La U
Respecto a Roberto, este señaló lo siguiente:
“No tengo información respecto a lo que me comenta. Adicionalmente, me permito señalar que trabajo con niños y jamás he tenido un problema de este índole. Por favor, si cuenta con pruebas o antecedentes que pueda facilitarme, se lo agradeceré.
Las acusaciones que me señala son de carácter grave. Quiero dejar en claro que hasta el día de hoy trabajo con niños, adolescentes y adultos, sin haber tenido nunca situaciones de este tipo. Por lo mismo, le reitero respetuosamente que, si cuenta con pruebas tangibles, le agradeceré que me las facilite.
Quiero aclarar que atiendo a niños en formación de alto rendimiento y jamás he ofendido a nadie con insultos, menos aún a menores de edad. Entiendo que, en ocasiones, los padres no comparten las decisiones que se deben tomar cuando un niño baja su rendimiento y es necesario considerar su desvinculación.
Por lo mismo, le solicito nuevamente que, si cuenta con pruebas concretas —ya sea en audio o video—, me las facilite. Considero complejo que se planteen acusaciones de maltrato de manera verbal, sin respaldo alguno.
Trabajo en este ámbito desde hace muchos años y nunca había tenido un problema de este tipo. Actualmente entreno a diferentes niños, y tanto ellos como sus padres pueden dar fe de mi compromiso, seriedad y profesionalismo. Reconozco que soy estricto en la disciplina deportiva, pero jamás insultaría ni maltrataría a un niño.
La verdad no tengo nada más que conversar. Ya le he comentado mi posición y se la reitero: si cuenta con pruebas concretas, le solicito que me las facilite, ya que estas acusaciones me dejan en una situación compleja, considerando que trabajo con niños en formación de alto rendimiento.
También deseo comentarle que los entrenamientos de la Universidad de Chile son abiertos; los padres pueden ingresar al recinto y observar en todo momento las sesiones de sus hijos, lo que da plena transparencia a mi trabajo”.
El impacto emocional en los menores
Julio César Carrasco, psicólogo deportivo y especialista en rendimiento humano, señaló a BioBioChile que “Los malos tratos verbales en contextos deportivos no son meros sermones: dejan huellas que interfieren en el desarrollo emocional, cognitivo y motriz del niño, dado su ciclo del desarrollo en el que se encuentran, de hecho, pueden convertirse en experiencias traumáticas”.
“A nivel emocional, generan miedo, vergüenza, inseguridad y una pérdida profunda del disfrute por la actividad que antes era fuente de placer“, añadió el psicólogo, algo que efectivamente ocurrió en estos tres casos.
El trabajo de reparación emocional en los niños es un proceso lento y debe ser integral, indica el profesional, quien señala que un plan operativo puede consistir en evaluación y escucha inicial, intervención terapéutica adaptada, reparación institucional (algo que nunca recibieron), reinserción deportiva gradual, trabajo con la familia y seguimiento.
¿Qué dice La U?
Pero ¿qué dice la Universidad de Chile? A través de un comunicado, desde la Gerencia de Comunicaciones señalaron lo siguiente:
“El señor Roberto Arias ya no trabaja ni mantiene vínculo alguno con en el Club Universidad de Chile desde el 30 de mayo, en virtud de una decisión que se adoptó de forma previa al inicio del proceso.
El protocolo fue activado, como corresponde, una vez efectuada la denuncia formal, semanas atrás, y se activó dentro del plazo de ejecución de 30 días.
En este contexto, se han llevado a cabo las entrevistas y acciones correspondientes a efectos de dilucidar si era posible corroborar los hechos denunciados y la situación de otros apoderados que tendrían una posición distinta. Dicho proceso culminó y se adoptarán las comunicaciones que correspondan a las entidades a cargo, así como también se dio noticia de ello a la familia denunciante”.
Respuesta que claramente no deja conforme a las familias, las que enfatizan en que el club no les prestó el apoyo psicológico a los niños, pese a contar con una profesional para ellos; tampoco activaron los protocolos correspondientes en el momento indicado, aunque tenían todos los antecedentes, ni mucho menos recibieron palabras de apoyo.
Si tienes una denuncia que quieras compartir con nosotros, nos puedes escribir al correo denuncias@biobiochile.cl o a nuestro número de WhatsApp +56 9 9845 7334
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