-Esto es la vida... sangre derramada sobre la tierra. (p227)

Hace 80 años, en Punta Arenas, fue creado “el siniestro” Doctor Mortis. Este personaje de terror fue idea de Juan Marino, que lo llevo a radioteatro, teatro, televisión, cómics.

Hace varios años, ha vuelto el personaje y se ha reactivado el interés por él. Desde homenajes al personaje y su creador con actividades y exposiciones, a la edición de nuevas historias. Como el extraordinario cómic Mortis: El eterno retorno. Ahora, Miguel Ferrada publica la novela Mortis: Último testamento (Penguin Random House Grupo Editorial).

Mortis: Último testamento

Punta Arenas. Mortis, en la pluma de Miguel Ferrada, regresa a su origen junto a historias y mitos diversos. Como la fuga de nazis a Sudamérica luego de la derrota en la Segunda Guerra Mundial. O la existencia de una antigua ciudad, como la Ciudad de los Césares, de Alienígenas o de nazis, en algún lugar perdido.

Miguel Ferrada va tejiendo, en Mortis: Último testamento, una historia frenética que salta entre distintas épocas, en especial de mediados de los 40, finales de los 60 y los 70 y la actualidad. Son saltos de idas y vueltas para enhebrar una historia compleja y dinámica. Mezcla del mal que está siempre al acecho, (casi) omnipotente, e ideas con aliento a teorías conspirativas. A lo anterior se suma una organización mundial secreta destinada a combatir el mal, aunque la burocracia y luchas de poder interna la debilitan.

En ese contexto, el chileno Rubén Duarte recibe a la misteriosa y mítica agente Susan Clark para investigar la posible presencia de Mortis en Punta Arenas. Entonces, la acción frenética, las señales brutales o sutiles, los peligros constantes son la guía de cada una de las 277 páginas. Además del vértigo de estar periódicamente corriendo ciertos límites, vulnerando el sentido común, ciertos valores.

Mortis versus Mortis

La genialidad de Mortis es que, más que un personaje específico, es la encarnación del mal. Uno que tiene una figura específica, pero que también se introduce, se encarna, en otros cuerpos, que trasciende los tiempos. Puede parecer un hombre (casi) normal, con una fisionomía determinada (con su barbita de chivo, su peinado que evoca cachos, etc). O habitar en otros, provocando las escenas más macabras.

En síntesis, Mortis aglutina buena parte de nuestros miedos. Esos que hacen que personas “normales” cometan crímenes horrendos, que detonen psicosis colectivas o se presenten como seres abiertamente monstruosos. En definitiva, todos nos podemos topar con Mortis.

En Mortis: Último testamento, el mítico personaje de Juan Marino adquiere otra dimensión. Es un conspirador a nivel mundial, planetario. El que usa sectas, se aprovecha de perversos nazis, de estancieros ambiciosos. Uno que actúa desde las cúspides. Uno que, además, al estilo de El Código da Vinci, de Dan Brown, no para. No da respiro. Entre saltos en el tiempo, entrega de datos y antecedentes, persecuciones y escapes, asesinatos y giros en la historia, deja sin aliento. Sin capacidad de pensar. Tal vez para no cuestionar la lógica interna de la historia o para no dar tiempo para bajarse de este carrusel, de esta montaña rusa.

Entre Mortis y este nuevo Mortis, hay ganancias y pérdidas. Por ejemplo, hay un ritmo más frenético, más acorde con los tiempos actuales. Un poner a prueba permanente, incluida la capacidad de autocontrol, de razonar. Se pierde lo cotidiano, eso inasible que tenía Mortis de Marino que lo transformaba en algo mundano, que podía estar agazapado ahí, en la próxima esquina, en el siguiente zaguán, en una caja olvidada en el entretecho o en la sombra que hay en nuestro camino.

Entretenida y frenética -casi al límite de lo extenuante-, con giros y elementos que nos recuerdan nuestra historia. Quizás en su ritmo alocado pierde lo cotidiano, lo próximo, lo local. Un mal más “humano”, mundano.

Portada de “Mortis: último testamento”, Penguin Random House

Mortis: Último testamento

Miguel Ferrada
Suma
Penguin Random House Grupo Editorial
Noviembre de 2025, Santiago de Chile