La madrugada del 27 de febrero había transcurrido normalmente. Era el penúltimo día del Festival de Viña del Mar y, tras la presentación de Ricardo Arjona, el recinto se desocupó cerca de las 02:00 horas.

Gran parte de los chilenos dormía. Se acercaba marzo, y con ello, el fin de las vacaciones y la vuelta a clases de los estudiantes.

Sin embargo, dicha normalidad no volvió sino hasta años más tarde, cuando las secuelas de uno de los terremotos más grandes de la historia de la humanidad comenzaron a cicatrizar.

03:34 horas

El sueño de un país es interrumpido abruptamente por un sismo. Primero despacio y luego más fuerte. Al cabo del primer minuto los chilenos ya sabían que se enfrentaban a un terremoto.

Algunos se sostienen con lo que pueden, entre muebles, catres y marcos de puerta. Otros se esconden bajo mesas o salen a las calles y plazas para evitar un derrumbe. Algunos se lesionan. Otros, sin embargo, no abrirían sus ojos nunca más.

Se termina el movimiento. Silencio, confusión, desconcierto. En el ambiente se respira incertidumbre. No hay luz. Los teléfonos celulares no funcionan. En algunos lugares las líneas fijas trabajan, pero no por mucho tiempo.

Afuera, una iluminada noche de luna deja ver las carreteras colapsadas por personas aterradas en busca de sus familiares. Caminos totalmente desplomados y cortados. Postes de luz en el suelo.

Un terremoto, con epicentro a 150 kilómetros de Concepción, provoca estragos en varias regiones, siendo el tramo más afectado el ubicado entre la región de Valparaíso y Los Ríos.

En el Maule y el Bío Bío el daño es devastador. En Talcahuano, ciudad que más tarde sería denominada Zona Cero de la catástrofe, las personas comienzan a subir voluntariamente a los cerros por la memoria histórica que envuelve a todos los puertos y zonas costeras. Aún no sabían que el terror recién comenzaba.

Mientras tanto, en el centro penquista, las explosiones de la Facultad de Química de la Universidad de Concepción hacían más dramático el escenario. En la misma ciudad, un laboratorio de calle Manuel Rodríguez ardía.

Alrededor de 1 hora y 30 minutos antes, el penúltimo día del Festival de Viña del Mar había terminado normalmente. Por azares del destino, una solicitud de Ricardo Arjona para adelantar su presentación provocó en el último momento que el evento terminara más temprano, lo que evitó que las 12 mil personas que asistieron ese día vivieran una tragedia aún mayor.

Se trataba de un terremoto 8.8. En su momento, el quinto más fuerte registrado en la historia de la humanidad.

3:49 horas

El mar se recoge durante varios minutos. Entre 20 y 30 minutos después del terremoto llegan las primeras olas del tsunami a las localidades costeras más cercanas al epicentro.

Aún no se sabe nada de Isla Juan Fernández, ni de Talcahuano, Dichato, Iloca, Llico, Constitución o Tirúa, como tampoco de varios sectores de la costa entre la región del Maule y el Bío Bío, que en ese momento comenzaban a ser afectadas por un devastador tsunami.

3:55 horas

En las oficinas de Radio Bío Bío en Concepción, ubicadas en el tercer piso del edificio que alberga la histórica Galería Tomás Olivieri frente a la Plaza de la Independencia, se empieza a recuperar el orden. El caos no tenía precedentes, pero la radio debe cumplir su inexorable labor de informar.

Alejandro Ríos, radio controlador que se encontraba solo en las oficinas y que sujetó con todas sus fuerzas la mesa de control y los equipos mientras duró el movimiento, sube a la azotea del edificio para encender el generador. A la par se coordina el trabajo para reponer el contacto con las antenas de trasmisión radiales y poner todos los equipos en funcionamiento.

Tras 21 minutos de silencio La Radio retoma trasmisiones. Locutores, periodistas y autoridades comienzan a llegar a las dependencias durante los próximos minutos y horas para acompañar y calmar a la población.

4:57 horas

“Venía escuchando a la alcaldesa y quiero sumarme a ella en el sentido de trasmitir tranquilidad a la gente. Asumir que esto ha sido un episodio muy severo. Su magnitud todavía no la podemos cuantificar, ni los alcances que tiene”.

Jaime Tohá, intendente de la región del Bío Bío, manifestaba en La Radio su desconcierto frente a la tragedia.

A la par, los auditores comenzaban a realizar los primeros reportes de lo que había ocurrido.

El Puente Llacolén, por su conectividad, junto con el edificio Alto Río, por las ocho personas que murieron debido a su desplome, se convirtieron en emblemas de la tragedia.

“Una parte del Puente Llacolén cayó. Cayó como una loza y tres o cuatro automóviles se ensartaron contra una parte del puente que quedó bien, quedó parada, se incendiaron pero la gente nos contaba, los Bomberos, que las habían rescatado”, señala un auditor.

“Seis o siete personas las llevaron al Hospital Regional, pero todos iban bien. Hay gente incluso que lamentaba la pérdida de su auto, pero estaban en buenas condiciones”, agrega.

Finamente, cuenta que “el edificio que está más inmediato hacia el Puente Llacolén, saliendo por Avenida Los Carrera en dirección al río Bío Bío, (…) colapsó”.

05:00 horas

En el Hospital Regional se traslada a los pacientes hacia el sector de los estacionamientos producto de los daños estructurales que sufrió el edificio. La directora, Valeria Sawada, que justamente se encontraba hospitalizada, lidera las acciones esa misma noche.

05:01 horas

Una réplica de 6.9 azota la ciudad, causando nerviosismo entre sus habitantes. Por su parte, el intendente Jaime Tohá recibe la información de que no se produciría un tsunami.

“Observé a mucha gente subiendo a los lugares más altos de la ciudad. Señalar que la Armada (…) nos ha informado que no hay en un horizonte próximo ningún peligro de tsunami”, declara Tohá.

A la par, el tren de olas sigue azotando con fuerza las costas de Chile, y lo seguiría haciendo al menos hasta las 06:40 de la madrugada.

Se requiere un plan de emergencia. El intendente asegura que la autoridad política está al mando y que mantiene comunicación con la Armada de Chile.

“La autoridad política naturalmente está a la cabeza de esta situación. Nosotros estamos constituidos en la central de comunicaciones de Carabineros, que tenemos comunicaciones en varios sectores”, señala Tohá.

05:30 horas

El director de la Seremi de Vivienda y Urbanismo del Bío Bío, Jaime Arévalo, advierte sobre saqueos en la ciudad.

“Yo creo que el tema de la solidaridad entre todos los ciudadanos de la región es un tema súper importante, o sea aquí, los temas de saqueo, por ejemplo, yo creo que (…) van a estar presentes. Mucha gente no va a querer abandonar sus viviendas (…) aunque estén en condiciones muy precarias justamente por evitar aquello”.

06:05 horas

El agua arrasa nuevamente la costa. Como las comunicaciones eran imposibles, por la mañana la única preocupación de la comunidad era saber de sus familiares. Hasta La Radio llegaban personas de diferentes lugares para avisar que se encontraban bien o para pedir información sobre algún familiar.

07:00 horas

En Talcahuano, al salir el sol, algunas personas comienzan a retornar desde los cerros. Caminan entre lagrimas y sollozos de vuelta a sus casas aún inundadas, para encontrarse con peces y escombros en sus patios. Otras no volverían a bajar hasta días después de la catástrofe.

08:30 horas

Durante la mañana, el ministro del Interior, Edmundo Pérez Yoma, entrega el primer recuento nacional de víctimas fatales, insistiendo además en que no hay tsunami.

09:00 horas

Las explosiones de la Facultad de Química de la Universidad de Concepción se siguen oyendo a varios cientos de metros a la redonda. El edificio permanece por horas en llamas debido a las diversas sustancias que se queman dentro.

09:20 horas

Desde Talcahuano, un auditor contradice las palabras oficiales respecto a que no hay tsunami.

“A las 06:20 horas yo estoy en el cerro, en la planta Bío Bío, y se siente un estruendo como que tú vivieras al lado del ferrocarril. (…) Una vez que aclaró, miramos hacia la bahía. Hay containers flotando y Talcahuano está inundado (…) Carabineros no permite bajar a nadie al puerto, al centro”, asegura.

Asimismo, añade que “no se puede salir por Colón ni por Bilbao para Concepción. Hay que meterse por Higueras, a la orilla del Hospital, San Martín y salir a la Autopista”.

“Por Colón no se puede porque el mar se salió. En Bilbao hay agua de mar. Por eso están inundadas las calles, no es alcantarillado ni agua dulce. Es agua de mar”, sostiene.

En la misma línea, explica que “arriba del muelle en Talcahuano, (…) las lanchas, que estaban flotando, estaban arriba. Eso es lo que dijo un camionero que llegó arriba todo mojado, porque dice que realmente los autos ahí en Bilbao están a 30 centímetros todos mojados y con algas marinas y peces”.

El alcalde de Talcahuano, Gastón Saavedra, corrobora la inundación de las viviendas.

“No es normal la situación. Lo que ocurre es que producto de la fuerza del terremoto, bueno, se tenía que producir este efecto y esperamos ahora con la baja de la marea vaya retornando lentamente”, aduce.

09:40 horas

Valeria Olivarí da el primer relato de lo que sucede en Dichato.

“Nosotros tenemos (…) familiares que están en el balneario de Dichato, de la provincia de Concepción, y ellos, la verdad que cuando se produjo el terremoto, hubo un recogimiento de 20 metros aproximadamente del mar, lo que provocó el susto de todos y comenzaron a salir”, explica.

Agrega que “el mar, después que recogió, arrasó con olas y llegaron a algunas casas. La gente se fue y ahora están todas las familias en un cerro (…) no ha llegado Carabineros, no está Bomberos, no tienen ningún auxilio y están todos arriba, temerosos de poder regresar abajo porque no saben qué es lo que ocurre en el balneario”.

Mediodía en adelante

Dentro del Hospital Regional, desde el movimiento telúrico, llevan seis horas de intenso e ininterrumpido trabajo. La demanda es creciente y la capacidad de asistirla es escasa.

En aquel contexto, a través de La Radio, el jefe de la Unidad de Emergencia del hospital, Luis Gatica, solicita a todo el personal del recinto llegar a sus puestos de trabajo por la alta urgencia de asistencia.

Mientras tanto, en Talcahuano la Base Naval y Asmar no existen, al igual que el centro del puerto.

Son calles de una ciudad completamente desolada, con escombros de edificios antiguos y locales comerciales, y lo más sorprendente, con embarcaciones atravesadas en las principales avenidas, y autos montados unos sobre otros.

En las calles Colón y Blanco Encalada hay barcos y containers, y sus edificios están destruidos. Mientras que el histórico Liceo A-21 tiene lanchas en su interior.

Poblaciones enteras, como Santa Marta, Salinas, Santa Clara y San Marcos, están totalmente inundadas. Los mismos lugares que estarían sin agua y luz por semanas o meses.

En el ingreso de la Galería Tomás Olivieri en Concepción, Radio Bío Bío instala una farmacia de emergencia que funcionaría durante una semana con ayuda de voluntarios, donde se entregan medicamentos gratuitos que la propia comunidad abastece.

Aún no existe información sobre el resto de las localidades costeras. La ausencia de señales de celular, líneas de teléfono e Internet dejan a la radiofrecuencia como el único medio viable para establecer comunicación.

19:00 horas

El gobernador de la provincia de Concepción, Eric Aedo, anuncia que los militares saldrán a la calle durante la noche para resguardar el orden, pero desde el Gobierno central se anula la medida.

Será la primera noche sin toque de queda y sin presencia policial. Será la primera noche de temor de la población.

Mientras tanto, en las poblaciones los vecinos se comienzan a organizar para vigilar sus hogares. Se coordinan turnos y se encienden fogatas, acto que se replicaría cada noche durante las siguientes semanas.

20:00 horas

Tres médicos del Sanatorio Alemán llegan desesperados a las instalaciones de Radio Bío Bío para conseguir petróleo que les permita continuar con los generadores que abastecen de energía a los equipos que dan soporte a dos bebés en incubadoras y 21 pacientes de la Unidad de Cuidados Intensivos.

Alertan que les queda autonomía de una hora y media, y ni la Onemi, Intendencia, Carabineros, ni militares, habían podido responder a sus requerimientos. Así que recurrían a la comunidad, a los ciudadanos comunes y corrientes, auditores de La Radio, quienes responden al llamado y proporcionan el combustible.

Días consecutivos

En los siguientes días se declara Estado de Excepción Constitucional de Catástrofe en algunas regiones. Los militares resguardan las calles junto a policías, en razón de los saqueos que atormentan a las personas.

La magnitud del terremoto se comienza a conocer a nivel nacional e internacional a medida que avanzan los días. La ayuda de diversos países empieza a llegar. Se realiza un evento llamado “Chile ayuda a Chile” con el fin de recaudar fondos y aportar en la reconstrucción.

Tras dos meses la zona cero va retomando la normalidad, sin embargo, las familias de los 525 muertos y los 23 desaparecidos difícilmente borrarán de su memoria aquel 27 de febrero, el día del amanecer más largo de sus vidas.