La crisis venezolana sigue generando debate e incluso polarizando los ánimos en la política chilena. Especialmente luego que el presidente Sebastián Piñera anunciara este lunes que viajará a Cúcuta, en la frontera de Colombia, para entregar personalmente la ayuda humanitaria que enviará nuestro país a Venezuela.
Ayer martes, el mandatario confirmó el viaje en La Moneda y explicó que se gestó a raíz de una invitación que le extendió su par colombiano Iván Duque, y que contará –según dijo el jefe de Estado– con la presencia de otros gobernantes de la región.
Desde el oficialismo, como es natural, salieron a respaldar a Piñera frente a la ola de declaraciones que se conocieron tras el anuncio, tal como las emitidas por el excanciller Juan Gabriel Valdés, quien apuntó contra el Mandatario y aseguró que su viaje era el acto más populista que haya realizado un Presidente de Chile en la historia del país.
“Yo hubiera esperado gestos más nobles. Me parece una pequeñez inaceptable”, acusó el senador UDI, Juan Antonio Coloma.
Aunque la defensa oficialista no hizo mella en la oposición. Sino todo lo contrario. Para profundizar dichas críticas, varios rostros reconocidos de la ex Concertación se reunieron en un céntrico café santiaguino, a metros de La Moneda, para analizar la política exterior de Chile y, especialmente, cuestionar la doctrina aplicada por el gobierno de Sebastián Piñera respecto a la situación de Venezuela.
A la actividad llegaron el excanciller y actual senador, José Miguel Insulza (PS); el exsenador socialista, Carlos Ominami; el exdirector de Relaciones Internacionales de la Cancillería, Osvaldo Rosales; entre otros.
Al cierre del encuentro leyeron una declaración que suscribieron Isabel Allende, Sergio Bitar, Mario Fernández, Jaime Gazmuri, el senador Juan Pablo Letelier (PS), Luis Maira, la vicepresidenta DC Cecilia Valdés, entre otras figuras, en la cual remarcaron que Venezuela dejó de convertirse en un Estado de Derecho para convertirse progresivamente, según indica el texto, en una dictadura.
De acuerdo a lo indicado por los firmantes, dicha situación deriva de cuatro hechos: la negativa a realizar un referéndum revocatorio, la clausura de las facultades y atribuciones de la Asamblea Nacional, la creación sin sujeción a sus propias reglas constitucionales de la consulta previa de una Asamblea Constituyente, y el proceso de elecciones presidenciales.
Maduro perdió la “legitimidad de origen de su régimen”, aseguraron.
Si bien el texto concuerda en dicho punto con Piñera, también cuestiona la injerencia norteamericana en Venezuela y la forma en que se ha manejado la política exterior del Gobierno de Sebastián Piñera. “Está optando por un sistema inconsulto que traerá graves consecuencias. La posición de Chile sobre Venezuela no es un caso aislado”, apuntó el exsenador, Carlos Ominami.
De paso, los participantes comenzaron a aludir a hechos históricos, como la situación de Cuba e incluso lo ocurrido en el resto de Latinoamérica.
El día negro de Lagos
Sin embargo, los representantes de la otrora Concertación no recordaron un episodio histórico y relevante en la relación entre Chile y Venezuela, que ocurrió hace 17 años: el 11 de abril de 2002 se produjo un fallido golpe de Estado en Venezuela que sacó a Hugo Chávez por casi dos días del poder, el cual dejó a Pedro Carmona como presidente interino.
En esa oportunidad, Chile adoptó una postura similar a la de Piñera respecto a Guaidó y -en palabras de Ominami- optó por un “sistema inconsulto”. El entonces presidente Ricardo Lagos fue el primer mandatario en el mundo en reconocer a Carmona, en compañía de su canciller Soledad Alvear (DC), desde un encuentro latinoamericano en Costa Rica: “Se condena el hecho porque hubo una interrupción del orden constitucional. Ese es un hecho”, aseguró el Mandatario, aunque inmediatamente se puso a su disposición: “Pero, por otra parte, nos parece muy importante la capacidad que tengamos de colaborar con las nuevas autoridades para salir adelante”.
Con esas palabras se gestó uno de los errores más graves de la política exterior chilena, que en ese momento reafirmó el diálogo y trabajo con ese gobierno, que apenas duró un día, puesto que Hugo Chávez fue repuesto en su cargo horas después.
Con evidente molestia, el senador José Miguel Insulza (PS) -que entonces era ministro del Interior- negó el episodio después de 17 años: “La posición oficial del Gobierno de Chile fue condenar el Golpe de Estado. En ningún caso se reconoció a Carmona. Esa declaración la hice yo el mismo día. Yo era vicepresidente de la República en ese momento y lo recuerdo perfectamente”, aseguró.
No contestó el resto de preguntas que le hicieron, como -por ejemplo-, si Lagos se equivocó o no con sus declaraciones desde Costa Rica.
Al volver a consultar por ese y otros temas, como las declaraciones que vertieron contra Venezuela los cancilleres de Michelle Bachelet -Alejandro Foxley, Mariano Fernández y Heraldo Muñoz-, Carlos Ominami reaccionó ofuscado, interrumpió la labor periodística y no dejó seguir preguntando. “Está bueno ya”, aseguró.
El tema evidentemente molesta. Por eso buscamos en el baúl de los recuerdos declaraciones de dirigentes de aquella época. Gladys Marín, entonces presidenta del Partido Comunista (PC), arremetió contra Lagos el 12 de abril de 2002 afuera de La Moneda.
“El Gobierno de Chile ha tomado una actitud vergonzante, indigna. Lagos se apresuró incluso a la declaración del Grupo de Río, en Costa Rica, y condenó al Gobierno de Chavez de lo que había pasado en Venezuela”, acusó la histórica dirigente PC.
Con todo, 17 años más tarde y sin arrepentimiento de por medio, Sebastián Piñera reafirmó que partirá el viernes a primera hora a la frontera colombiana, hasta la tarde del sábado, para colocarse en la primera línea del conflicto e intentar entregar ayuda humanitaria a los venezolanos. Ese día, la Fuerza Aérea de Chile será la responsable de trasladar las siete toneladas de medicamentos y diez de alimentos.