VER RESUMEN

Resumen automático generado con Inteligencia Artificial

En la prisión de Sednaya, situada cerca de Damasco, equipos de rescate descubrieron los cuerpos de quince civiles asesinados bajo brutales torturas, según informó el Observatorio Sirio de Derechos Humanos. La Defensa Civil siria, conocida como los cascos blancos, se unió a los esfuerzos de búsqueda de supervivientes en la instalación, previamente gestionada por la Policía Militar siria y conocida por su historial de tortura. A pesar de una búsqueda exhaustiva, no se encontraron pruebas de celdas secretas o sótanos no descubiertos. Tras una ofensiva insurgente liderada por el Organismo de Liberación del Levante, Damasco fue declarada "libre" y el presidente sirio, Bachar al Asad, se refugió en Moscú. La prisión de Sednaya, que albergó a miles de detenidos, ha sido denunciada por el uso de tortura y fuerza excesiva, siendo el destino de opositores políticos y militares desde el inicio de la crisis en Siria en 2011.

Desarrollado por BioBioChile

Los equipos de rescate encontraron los cuerpos de quince civiles asesinados “bajo brutales torturas” en la prisión de Sednaya, ubicada unos 30 kilómetros al norte de Damasco, informó el Observatorio Sirio de Derechos Humanos.

Según esta ONG, ubicada en el Reino Unido, pero que cuenta con una amplia red de colaboradores sobre el terreno, los rescatistas continúan las labores de búsqueda de supervivientes en esta prisión.

La Defensa Civil siria, conocida como los cascos blancos, llegó el lunes a esta prisión, que era gestionada por la Policía Militar siria y conocida por el uso de la tortura contra miles de presos, para rescatar a detenidos en posibles celdas subterráneas ocultas.

En un comunicado enviado esta madrugada, el grupo indicó que había llevado a cabo una “búsqueda exhaustiva en todas las secciones, instalaciones, sótanos, patios y áreas circundantes de la prisión” con la ayuda de “personas familiarizadas” con el recinto.

Durante la operación, en la que participaron cinco equipos de rescatistas, se inspeccionaron “todas las entradas, salidas, conductos de ventilación, sistemas de alcantarillado, tuberías de agua, cableado eléctrico y cables de cámara de vigilancia” de la cárcel de Sednaya, pero “no se encontraron pruebas de celdas secretas o sótanos no descubiertos”.

El domingo, los insurgentes declararon “libre” Damasco y el presidente sirio, Bachar al Asad, huyó a Moscú junto a su familia en el marco de una ofensiva insurgente que comenzó el pasado 27 de noviembre y fue liderada por el Organismo de Liberación del Levante (Hayat Tahrir al Sham o HTS, en árabe), heredera de la exfilial siria de Al Qaeda.

Con el control de cada ciudad, el grupo fue abriendo las puertas de las cárceles, donde se encontraban numerosos prisioneros políticos, como han ido denunciando durante años organizaciones de derechos humanos, entre ellas la de Sednaya.

En esta prisión, que habría albergado entre 10.000 y 20.000 detenidos, según estimaciones de Amnistía Internacional, el uso de tortura y fuerza excesiva salió a la luz tras un motín de presos en 2008.

Desde el comienzo de la crisis en Siria en 2011, la prisión se había convertido en el destino final tanto de opositores pacíficos a las autoridades como de militares sospechosos de oponerse al régimen.