En el servicio de oncología pediátrica de un hospital público de Adén, en el sur de Yemen, la pequeña Amina espera en una vetusta sala, entre viejas camas que huelen a orina, en este país asolado por la guerra.

En el hospital Al Sadaqa, la niña, de cinco años, en tratamiento desde hace dos meses por una leucemia, guarda sus juguetes cerca de ella. En el país más pobre de la península arábiga, sumido en una de las peores crisis humanitarias del mundo, su familia depende de los centros sanitarios públicos, que están en las últimas.

“No podíamos escoger”, explica a la Agence France-Presse su madre, Anissa Nasser. “Queríamos enviarla al extranjero para curarla”, pero no tienen los medios, lamenta. Ella no tiene empleo y su marido, que vive en la rica monarquía petrolera vecina de Arabia Saudita, no ha trabajado desde hace cuatro años.

Un médico con un bebé prematuro en una incubadora del hospital Al Sadaqa, en Yemen.
Radio Francia Internacional

El establecimiento público propone sesiones de quimioterapia gratuitas, pero la familia de Amina tiene que conseguir los medicamentos necesarios y hacer los exámenes en otros centros.

Adén se ha convertido en la capital temporal de Yemen, donde se ha establecido el gobierno, después de haber sido expulsado de Saná en 2014 por los rebeldes hutíes, que cuentan con el respaldo de Irán. Una coalición militar, dirigida por Riad y que incluye a Emiratos Árabes Unidos, interviene desde 2015 para apoyar las fuerzas gubernamentales.

Los combates han causado cientos de miles de muertos y millones de desplazados. Una gran parte de los 30 millones de personas de Yemen se enfrentan al hambre y a las enfermedades.

“Diferencia”

En Adén, los hospitales públicos sufren escasez de material y de personal. Los médicos y enfermeras prefieren trabajar para clínicas privadas u organismos internacionales para tener mejores salarios.

Apoyado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), el servicio de malnutrición del hospital Al Sadaqa parece estar en mejor estado. Nuf, con un año y medio, está siendo tratada por malnutrición aguda en una de sus habitaciones.

Un yemení, amputado de ambas piernas, en la entrada del hospital Al Jumhuria, en Adén.
Radio Francia Internacional

Organizaciones internacionales ayudan a algunas unidades del hospital, pagando la electricidad o con primas al personal médico. Con el covid-19, el establecimiento ha tenido que, como otros, sacar presupuestos de otros servicios.

La directora general del hospital, Kafaya Al Jazei, reconoce una especie de “diferencia entre los distintos servicios”. Si en una sección “hay el apoyo de una organización internacional, todo el personal querrá trabajar allí para mejorar sus condiciones de vida”, admite a la Agencia AFP.

En un informe de 2021, el Banco Mundial estimó que sólo la mitad de los centros de salud de Yemen funcionaban plenamente y que más del 80% de la población seguía confrontada a grandes dificultades de acceso a la alimentación, el agua potable y los servicios de salud.

Estudiantes contratados

En la entrada de Al Jumhuria, otro hospital público de Adén, una placa recuerda que la reina Isabel II puso la primera piedra. Actualmente, el centro tiene problemas de personal y material de base.

“El hospital no está cuidado, no tiene aire acondicionado. Hay escapes de agua en los baños. El edificio está viejo y deteriorado”, describe para la Agencia AFP Zubeida Said, una enfermera de 52 años.

Vista del hospital de Al Jumhuria en Adén, en el sur de Yemen.
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El personal se ha manifestado varias veces para denunciar el estado “deplorable” del establecimiento, en palabras de su jefe interino, el doctor Salem Al Shabhi.

Según él, el presupuesto del hospital no ha cambiado desde el inicio de la guerra, pese a que cada vez hay más necesidades. Debido a la falta de médicos generalistas en el hospital, “se contrata a estudiantes de la facultad de Medicina y trabajan por 10.000 riales (unos nueve dólares) por día”, explica el responsable.