VER RESUMEN

Resumen generado con una herramienta de Inteligencia Artificial desarrollada por BioBioChile y revisado por el autor de este artículo.

En la recta final hacia las elecciones legislativas del 26 de octubre, el candidato Javier Milei obtuvo respaldo de Estados Unidos para su plan económico y para blindar a la Casa Rosada. Trump fijó condiciones como alejarse de China, cancelar swap de monedas, facilitar inversiones estadounidenses y apoyar la política migratoria. Se negociaron créditos y compras de bonos. Se señala que detrás del rescate hay intereses geopolíticos; se pide limitar las relaciones económicas con China.

El trumpismo avanza con tres objetivos en Argentina: sostener a Milei frente al “fantasma” electoral del peronismo, garantizar las reformas para inversiones estadounidenses y frenar la influencia china en la región.

En la recta final hacia las elecciones legislativas del próximo 26 de octubre y después de la peor semana con índices en rojo, Javier Milei consiguió lo que parecía posible, pero no tan rápido de concretar: el aval explícito de Estados Unidos para sostener su plan económico y blindar políticamente a la Casa Rosada.

El salvataje no es gratuito. El presidente estadounidense Donald Trump, inmerso en la batalla geopolítica y cultural de reforzar influencia en Sudamérica, fijó condiciones claras para dar oxígeno a la administración del libertario: que Argentina se aleje de los negocios con China, cancelar el swap de monedas con Pekín y garantizar un terreno fértil para las inversiones estadounidenses.

Tal como anunció el secretario del Tesoro de Estados Unidos, Scott Bessent, el paquete de medidas incluye el otorgamiento de un crédito stand-by de magnitud a través del Fondo de Estabilización de Cambios y la negociación de una línea swap por 20.000 millones de dólares entre el Tesoro estadounidense y el Banco Central de la República. Además, la compra de bonos en dólares emitidos por Argentina por parte del Departamento del Tesoro de EEUU, tanto en el mercado primario como en el secundario.

En paralelo, se espera que Argentina ponga fin a la exención fiscal para productores de materias primas que convierten divisas extranjeras y se avance en una colaboración inmediata para la gestión de los pagos de capital de deuda, siempre que el oficialismo gane las elecciones venideras.

“Argentinos, empieza una nueva era. ¡A trabajar todos juntos para hacer nuestro país grande nuevamente!”, celebró el ministro de Economía, Luis Caputo, en un posteo de X casi calcado de la retórica trumpista, en la previa del discurso de Milei el miércoles pasado ante la Asamblea General de la ONU en Nueva York.

Las palabras que expresó el mandatario trasandino sellaron el acuerdo entre ambos países: “El Presidente Trump también entiende que es el momento de revertir una dinámica que estaba llevando a Estados Unidos a una catástrofe, y sabemos que una catástrofe en Estados Unidos es una catástrofe global. Su férrea y exitosa política en términos de ponerle un freno a la inmigración ilegal lo deja más que claro”.

“Entiende que debe hacer lo necesario, aunque a muchos no les guste, antes de que sea demasiado tarde. En otros países, por ejemplo, ya es demasiado tarde para esta decisión”, alertó Milei sobre lo que él complementó con una “escalada inadmisible la violencia política por parte de la izquierda a nivel global”.

El trasfondo para negociar el salvataje de Trump para su “aliado” Milei

Antes del viaje a Estados Unidos, el jueves 18 de septiembre había marcado un punto de inflexión dentro del gobierno de Argentina. Con el riesgo país de JP Morgan arriba de los 1.500 puntos, el dólar rompiendo la barrera de los 1.500 pesos ARS -récord nominal desde la salida del cepo en abril- y el Banco Central perdiendo reservas por segunda rueda consecutiva, Milei activó el “botón rojo”.

A primera hora de la mañana, según reveló el diario argentino La Nación, el Presidente recibió en la Quinta de Olivos a Barry Bennet, uno de los principales lobbistas de Donald Trump, que goza de un aceitado vínculo con el asesor libertario Santiago Caputo. Fue la antesala del anuncio que llegaría desde Washington y que cambiaría la narrativa de los mercados para recuperar fortaleza.

Mientras se aceleraban las conversaciones técnicas y diplomáticas con el Tesoro y el Departamento de Estado, hubo un trabajo paralelo de lobbistas que potenció las maniobras del ministro Luis Caputo, un funcionario con dotado historial de contactos en Wall Street, y de su número 2, el chileno-argentino José Luis Daza. La compañía Tactic Global, de los argentinos Soledad Cedro y Leonardo Scatturice, radicados en Miami y habituales en la Conferencia de Acción Política Conservadora CPAC, operó como bisagra entre Milei y los círculos conservadores de Trump.

El resultado, conocido el domingo por la noche, fue la confirmación de una reunión de 20 minutos el martes al mediodía entre Trump y Milei en el Lotte New York Palace Hotel, a un costado de la sede de la Asamblea de la ONU. Un encuentro que inicialmente se postergó e hizo tambalear por algunas horas el plan, pero que se convirtió en la urgida estampa del alineamiento político y económico.

Sin embargo, detrás del “gesto” financiero aparecen condicionantes geopolíticos. La administración de Trump le habría advertido al gobierno de Milei que, a cambio del respaldo, deberá cancelar el swap de monedas vigente con China, equivalente a unos 18.000 millones de dólares, de los cuales USD 5.000 millones estaban activos desde 2023, en la época de Alberto Fernández y Cristina Kirchner al poder.

En Washington consideran que cualquier vínculo económico a largo plazo con Pekín es un riesgo para la soberanía de sus socios.

El swap, que fue utilizado por el peronismo para pagar importaciones en yuanes, se transformó en el eje de esa incomodidad. La Casa Blanca prefiere reemplazarlo con el crédito del Tesoro, no sólo como alternativa financiera, sino también como una señal política en la disputa global por la hegemonía del dólar.

Además, el trumpismo mira con recelo la presencia china en infraestructura crítica en la Argentina: las represas hidroeléctricas en Santa Cruz, las redes de telecomunicaciones 5G de Huawei, el interés en la Hidrovía y las centrales nucleares.

Según Clarín, el capítulo económico también involucra al Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI), promovido por Milei y con grandes resultados para el territorio argentino. Mientras que empresas occidentales como Glencore y Río Tinto celebran el marco para desembolsos millonarios en cobre y litio en las provincias de San Juan, Catamarca y Salta, Argentina rechazó de plano un proyecto llamativo: el de la minera china Ganfeng Lithium, que buscaba blindar una inversión de 2.000 millones de dólares.

El mensaje fue inequívoco: los minerales críticos deben quedar bajo la órbita de Occidente. En un escenario global atravesado por la tensión con Xi Jinping, el litio argentino es estratégico para Washington.

El apoyo es, por supuesto, electoral. Después del traspié en los comicios de la provincia de Buenos Aires (bastión que reúne el 40% de la población del país), Washington quiere que Milei llegue a octubre con aire. Y, como curiosamente dijo Trump, a la reelección en 2027. ¿Planes a largo plazo o equivocación de comicios?

Milei sabe que su actual campaña depende, en gran medida, de que el dólar no se dispare y de que las reservas no se evaporen antes de tiempo. Fue la demanda por la que la mayoría de los argentinos lo votó en 2023 y que históricamente, en cada instancia electoral, determina el desenlace en las urnas.