El pasado 04 de febrero se cumplieron 20 años de uno de los crímenes más atroces que remecieron a la Argentina, el de una adolescente de 15 años llamada Natalia Melmann que fue secuestrada, violada, torturada y estrangulada por un grupo de policías en Miramar, ciudad costera situada en el sudeste de la provincia de Buenos Aires.

Ese fatídico día la joven salió a bailar con sus amigas, no obstante, nunca regresó a su hogar.

Las décadas de lucha de sus padres por ir en contra de pruebas falsas, y de una protección absurda de los efectivos policiales que cometieron el ilícito, han dejado huella en una nación que aún llora la partida de Nati.

Ésta es su historia.

Natalia Melmann | Foto Familiar – Infobae

La vida de Natalia

Natalia Melmann era una joven de 15 años llena de sueños. Vivía en un hogar de Miramar junto a sus padres, Laura Calampuca y Gustavo, además de sus dos hermanos mayores y su hermana nueve años menor, Lucía, quien era su persona más querida.

Pasaba sus días de ese verano de 2001 como toda adolescente: juntándose con sus amigas, compartiendo con su familia y soñando con, más adelante y cuando tuviera edad, convertirse en obstetra. Para alcanzar ese último anhelo, cursaba la escuela media con orientación en ciencias naturales.

Su madre la recuerda como una joven determinada y de un gran carácter. “Todo lo que se proponía, en base a mucho esfuerzo, lo lograba. No era una criatura que las cosas le llovieran, sino lo contrario. Por ejemplo, para tener el boletín (promedio de notas) que tenía se levantaba muy temprano para estudiar. Es mi hija pero también era mi ejemplo de lucha”, comentó Laura al medio Infobae.

Pese a que sus padres auspiciaban un gran futuro para su hija, todo eso quedó truncado por un grotesco crimen que puso en evidencia el lado más oscuro de las fuerzas policiales.

Natalia Melmann | Foto Familiar – Infobae

Las horas previas al crimen

La noche del 3 de febrero de 2001, la adolescente salió con amigos. Primero fue a un local llamado La Cantina y luego se reencontró con su exnovio, Maximiliano Marolt.

En ese momento, un exconvicto con vínculos con la Policía de Miramar, llamado Gustavo “El Gallo” Fernández, se acercó a Natalia y Marolt y, una vez que se despidieron, siguió a la joven en la calle.

La última vez que se vio a Nati con vida, “El Gallo” la conducía hacia una patrulla de la policía.

“Me acuerdo perfectamente de esa noche. Natalia había pedido permiso para salir a bailar. Yo no estaba de acuerdo, no quería que saliera porque se vivía un clima medio extraño. Pero no sabía realmente lo que era esta mafia policial o lo que pasaba en la costa. Sino nunca habría ido. Tenía una sensación de miedo… será que soy descendiente de judíos y tenemos el miedo constante. Recuerdo que antes de irse me dijo: `Papá, quédate tranquilo. Todo va a estar bien. Te quiero mucho´. Me dio un beso y se fue. Esa fue la despedida”, comentó Gustavo Melmann, su padre.

Natalia Melmann | Foto Familiar – Infobae

Los hechos

Según la investigación del crimen, Natalia fue subida contra su voluntad a una camioneta de la policía bonaerense cerca de las 07:00 horas del 04 de febrero. Posteriormente, fue llevada a una casa ubicada en el extremo sur de Miramar, en el barrio Copacabana.

En dicha vivienda, la joven fue torturada y violada en reiteradas oportunidades por cinco policías, según presume la justicia. Luego, de acuerdo al fallo condenatorio, “con el inequívoco propósito de procurar la impunidad de la agresión sexual” los culpables la estrangularon con un lazo confeccionado con el cordón de una de sus zapatillas, hasta provocarle una muerte por asfixia.

Posteriormente, los policías trasladaron el cuerpo al vivero Florentino Ameghino, donde fue encontrado cuatro días después por un chico que paseaba a su perro. El cadáver estaba desfigurado, en descomposición y tapado por una pila de hojas.

Natalia Melmann | Foto Familiar – Infobae

La investigación

El caso generó gran conmoción en la comunidad local y nacional. Se realizaron diversas marchas para pedir por el esclarecimiento del crimen, e incluso, éste escaló hasta el gobierno trasandino luego que el entonces presidente, Fernando De la Rúa, se reuniera con los padres de Natalia días después de los hechos.

Por el lado de la investigación, la familia vivió un verdadero calvario. Considerando que los culpables eran policías, se trataron de “enmascarar” diversas pruebas, de desviar la investigación y de ocultar muestras que imputaran a los acosadores.

Pese a ello, los padres de la menor hicieron un trabajo magnánimo para esquivar todas las pistas falsas, y se mantuvieron firmes en búsqueda de la verdad sobre lo que había pasado con su hija.

Tras un año de la tragedia, finalmente hubo justicia… aunque de forma parcial.

Echenique, Anselmini y Suárez | Infobae

Los culpables

En el año 2002, tras un mes de juicio que incluyó 110 testigos y un colosal trabajo pericial, el Tribunal en lo Criminal N°2 de Mar del Plata condenó a dos sargentos y un cabo por el asesinato de Natalia.

Se trata de los sargentos primero Óscar Echenique y Ricardo “Rambo” Anselmini, además del cabo primero Ricardo “el Mono” Suárez. Todos ellos fueron condenados a reclusión perpetua -25 años de cárcel– por los delitos de rapto, abuso sexual con acceso carnal agravado -por la pluralidad de personas- y homicidio contra Natalia Mariel Melmann.

Parte de las pruebas que permitió determinar la pena fueron restos de semen, de piel, saliva y vello púbico de los tres policías, además de rastros de tierra que quedaron en la zapatilla de Natalia y que fueron compatibles con la tierra que había alrededor de la casa de Copacabana.

Por su parte, Gustavo “El Gallo” Fernández fue condenado a 25 años de prisión por su rol como entregador de la menor, aunque luego se los redujeron a 10. Hoy está libre, vive en Miramar y se ha topado con la madre de la adolescente en el supermercado.

Ricardo Panadero | Infobae

El mismo tribunal ordenó en 2002 continuar con la investigación de por lo menos dos hombres más. Uno de ellos es el expolicía Ricardo Panadero, quien fue parcialmente identificado a partir de las muestras de semen tomadas en las pericias. No obstante, posteriormente fue absuelto.

“Recién en junio de 2018, 17 años después del crimen, se llevó a juicio oral al ex sargento Panadero, y en un fallo verdaderamente escandaloso la justicia de Mar del Plata lo absolvió. Este fallo fue anulado por la Cámara de Casación, que entendió que en ese juicio no se habían valorado declaraciones testimoniales que indicaban claramente la participación de este policía en el secuestro y abuso de Natalia. Y fijó que se sortee un nuevo Tribunal para que se realice un nuevo juicio. Esto fue a finales de 2019 y todavía no tenemos noticias”, comentó Federico Paruolo, abogado de la familia Melmann, a Infobae.

Natalia Melmann | Foto Familiar – Infobae

La invisibilización de la mujer

Para muchos involucrados en el caso, e incluso la propia familia, el asesinato de Natalia ocurrió porque no había una perspectiva de género como la que existe hoy en día, sumado a una desfachatada impunidad con la que solía operar la policía local.

Esto sucedió porque políticamente estaba permitido. Porque era la usanza del lugar y del país. Las mujeres éramos invisibles. Yo aprendí del crimen de María Soledad -Morales, joven argentina de 17 años víctima de femicidio en 1990- que había que hacer quilombo en los medios porque la Policía es el ejército más grande del país. Así que salimos a marchar, a movernos, y parte de la sociedad de Miramar, que es un pueblo feudal, no sólo se movió por Natalia, sino que hubo por primera vez marcha por el 24 de marzo, y después por el Día de la Mujer y el Ni Una Menos”, señaló Laura, su madre.

Por su parte, Fernando Casco, conductor de radio en Miramar, comentó que “Desde que pasó lo de Natalia hasta el día de hoy se denuncia todo. Antes se callaban cosas graves que pasaban: zonas liberadas, venta de drogas, gente de mal vivir que trabajaba para la policía… y la gente no lo denunciaba por miedo a las represalias. Había una camarilla de policías que prácticamente se creían los dueños del pueblo y tenían una impunidad terrible. Pero cuando mataron a Natalia es como que la gente se animó a denunciar públicamente. Comenzó una cadena y era una denuncia detrás de la otra”.

“Cuando se juzgó el asesinato de mi hija no existía el femicidio ni la perspectiva de género que hay ahora. Me acuerdo de algunos medios de Miramar y Mar del Plata cercanos a la abogada de los policías: decían que mi hija era promiscua, que no debía estar donde estaba cuando fue secuestrada, que era culpa mía y de Laura por dejarla salir. El abuso que cometieron contra ella, esa dominación, haberla tomado como objeto y dejar justamente como objeto de triunfo su cadáver, con los rastros de la aberración que habían cometido, es algo que tiene que ver con el lugar en el que se pone a una mujer. Hoy el agravante de femicidio permitiría una condena de 35 años, mientras que en ese momento la máxima era de 25″, dijo Gustavo, su padre, al medio El Diario AR.

Finalmente, el hermano mayor de Natalia, Nahuel, agregó que “Lo más difícil de llevar de estos 20 años es ver que el dolor destruye a las personas que uno ama. Ver el deterioro de mis viejos y de mis hermanos. A mi hermana la atacó una manada de personas, con el agravamiento de que supuestamente trabajaban de cuidar a la sociedad (…) Tenemos una mujer vejada, asesinada cada 30 horas, el femicidio es un flaglelo de la sociedad, y la Justicia debería ser eficaz, expeditiva e implacable para demostrar que esto así no va. Pero nada de eso pasa”.

Natalia, Laura y Lucía | Foto Familiar – Infobae

La lucha de la familia continúa

A 20 años de la muerte de Natalia, sus padres siguen buscando a los demás culpables del crimen.

“Habrá justicia cuando condenen a todos los asesinos de mi hija”, señaló su padre, Gustavo, quien además afirmó que de haber estado viva, hoy la joven sería una feminista que participaría libremente de las marchas y movimientos relacionados.

Su madre Laura, en tanto, comentó que pese a la pena permanece firme en mantener el recuerdo de su hija. “Me quedé a vivir en Miramar para que la gente no se olvide de mi Nati. Quiero que me vean para que nadie olvide que en este pueblo había una criatura llamada Natalia”.

A ello, agregó un relato desgarrador: “Lo que más dolor me produce es pensar en lo que pudo haber sentido, lo que pudo haber sufrido, cómo habrá intentado defenderse”.

“Y debo seguir viva, por más que quiera morirme, porque tenemos que encerrar a dos tipos que todavía están libres. A ella le prometimos que todos sus asesinos iban a estar encerrados y vamos a intentar cumplirlo”, sentenció.

Gustavo Melmann | Infobae