“Poesía musical”, título del último concierto ofrecido por la Orquesta Sinfónica de Chile el reciente fin de semana, resumió en un grupo de tres obras, composiciones de gran sonoridad, brillante estilo y delicadeza musical, muy bien dirigidas por el maestro serbio Bojan Sudjic, de gran prestigio en su patria, hombre jovial, el cual contagia a sus ejecutantes, cuando les entrega su dedicación y energía.

La velada en el Teatro CEAC de Plaza Italia, contempló inicialmente el estreno en Chile de la composición sinfónico coral, “Magnificat”, del compositor británico John Rutter, obra de 38 minutos, en la cual donde junto a la Orquesta Sinfónica de Chile, participaron la Camerata Vocal de la Universidad de Chile, dirigida por el maestro Juan Pablo Villarroel, y la soprano Claudia Pereira como solista.
Completaron el programa, la composición sinfónica “El idilio de Sigfrido” (“Siegfried Idyll”), de Richard Wagner; y el poema sinfónico “Las alegres travesuras de Till Eulenspiegel” (“Till Eulenspiegel lustige Streiche”), de Richard Strauss.
John Rutter Milford, CBE (nacido 24 de septiembre de 1945 y comandante del Imperio Británico) es un compositor, director de coro, director orquestal, arreglista y productor musical.

Nacido en Londres, fue educado en la Highgate School. En 1981 fundó su propio coro, el “Cambridge Singers”, con quienes presenta muy variado repertorio sacro que los ha de caracterizar (incluida su propia obra), y tiene varias grabaciones, en particular bajo su propia etiqueta: Collegium Records. Vive cerca de Cambridge, pero con frecuencia dirige otros coros y orquestas de todo el mundo. Ha compuesto variada música para coros y villancicos

En 1980 se le hizo becario de honor de Westminster Choir College, Princeton, y en 1988 miembro del Gremio de Músicos de Iglesia. En 1996 el Arzobispo de Canterbury le confirió un Doctorado de Música, en reconocimiento de su contribución a la música sacra.

La obra, terminada en 1990, nació como un encargo realizado por la organización MidAmerica Productions para ser estrenada en el legendario Teatro Carnegie Hall, Nueva York. Es una obra musical sacra de gran brillo y que permite el lucimiento de los cantantes, en especial los segmentos altos principalmente sopranos y que en este sentido tuvo una gran solista en su integrante Claudia Pereira, pero sin desmerecer a los restantes siete damas y ocho varones.

“La preparación ha sido muy fácil porque es una obra fascinante, con un lenguaje muy clásico, a pesar de que tiene sus cosas de obra contemporánea, pero es fácil de oír, es muy alegre, fresca, con mucha profundidad. Tiene cosas maravillosas”, indicó el maestro Juan Pablo Villarroel.

La palabra “Magnificat” define una música vocal sacra concebida en ofrenda a la Virgen María, y proviene de lo expresado por María luego de la concepción de Cristo: Magnificat anima mea, (“Mi alma canta la grandeza del Señor”).

Rutter manifestó haberse inspirado en los ritos tradicionales de festejo a la Virgen María, provenientes de “culturas hispánicas”, donde el elemento festivo resulta fundamental.

La obra consta de siete partes: Magnificat anima mea. Of a Rose, a lovely Rose. Quia fecit mihi magna.Et misericordia. Fecit potentiam. Esurientes y Gloria Patri.

Se ofreció a continuación, “El idilio de Sigfrido”, de Richard Wagner, una de las pocas obras estrictamente sinfónicas del compositor, la cual toma principalmente temas de su ópera “Sigfrido” –la tercera de la serie “El anillo del Nibelungo”− así como de “Tristán e Isolda”.La orquesta, muy bien guiada por Bodan Sudjic, hizo énfasis en lo delicado y romántico de la pieza, no obstante su acentuado clasicismo.

El concierto culminó con una muy aplaudida versión de “Las alegres travesuras de Till Eulenspiegel” de Richard Straus, cuya escritura se inicia en 1894 como un proyecto de ópera con argumento satírico, el que transcurre en la ciudad mítica de Schilda, donde sus desventurados habitantes sentencian a muerte a Till Eulenspiegel, un personaje campesino, popular y burlesco propio del folklore de Alemania y los Países Bajos, quien supuestamente vivió durante la primera mitad del siglo XIV, a quien luego, finalmente, deciden nombrar alcalde del pueblo.

En esta obra, eminentemente descriptiva y caricaturesca, Richard Strauss realizó un perfecto diseño musical a ratos jocoso, muy bien interpretado por la orquesta, que se llevó las mayores felicitacones del público.