Las emisiones mundiales de metano, un gas de efecto invernadero mucho más potente que el CO2, aumentaron un 9% entre 2006 y 2017, debido sobre todo al sector energético y la agricultura, según un estudio publicado este miércoles.

El 40% de estas emisiones son de origen natural (los humedales sobre todo) y alrededor del 60% se deben a actividades humanas, según este estudio llevado a cabo por más de 100 investigadores internacionales bajo la égida del Proyecto Global del Carbono.

El metano es el segundo gas de efecto invernadero de origen antrópico (relacionado con la actividad humana) después del dióxido de carbono (CO2), pero su efecto de calentamiento es 28 veces mayor por kilogramo que el de CO2 en un plazo de 100 años.

Sus concentraciones en la atmósfera se han más que duplicado desde el comienzo de la era industrial, hasta representar el 23% del calentamiento global producido por los gases de efecto invernadero.

El aumento calculado por los investigadores (a partir de las actividades productivas observadas y las medidas atmosféricas) corresponde a escenarios climáticos con un calentamiento elevado, entre 3 y 4 grados en 2100.

Es decir por encima de los objetivos del Acuerdo de París de 2015 de mantener el aumento de la temperatura global “considerablemente por debajo de los 2°C con relación a los niveles preindustriales, continuando con las acciones para limitar la subida de la temperatura a 1,5 grados centígrados”. Para alcanzar este último objetivo, las emisiones de gases de efecto invernadero deberían disminuir un 7,6% cada año, según la ONU.

“Si queremos responder al Acuerdo de París, no debemos contentarnos con limitar las emisiones de dióxido de carbono, hay que reducir también las de metano”, advierte Marielle Saunois, del Laboratorio de Ciencias Climáticas y Ambientales, que coordinó el estudio.

La investigadora aboga por una cuantificación más regular (es el segundo estudio de este tipo) de las emisiones de metano, como se hace con el CO2, “porque la disminución de las emisiones puede ser rápidamente beneficiosa para el clima”, especialmente debido a su duración más corta en la atmósfera que el CO2.

En el período estudiado, según los investigadores, la agricultura es responsable de la mayoría de las emisiones antrópicas de metano, con un 30% proveniente de los rebaños (fermentación digestiva y estiércol) y un 8% del cultivo de arroz.

En cuanto a las energías fósiles, la explotación de petróleo y gas representa el 22% de las emisiones antrópicas y la extracción de carbón, el 11%.

La gestión de desechos sólidos y líquidos representa el 18% de las emisiones, la quema de biomasa y biocarburante, el 8%, y el resto está relacionado con el transporte y la industria.

A nivel regional, las regiones tropicales son las que más emiten (64% del total, principalmente debido a los humedales).

Las regiones con mayores emisiones son Sudamérica, África, el sudeste asiático y China. Las emisiones aumentan en todas las regiones del mundo, con la excepción de Europa.

Los investigadores también están preocupados por la posibilidad de que las emisiones aumenten mucho en las zonas de permafrost (suelos congelados por largos periodos) debido al calentamiento, pero “por el momento no hay señales” de que esté sucediendo.