Deben ser muy pocas en Chile las experiencias escénicas en las que sus creadores entrecruzan en un montaje lo teatral y lo propio del museo.

A través de esta opción, la directora Samantha Manzur y Bosco Cayo, dramaturgo y asistente de dirección, evocan a La negra Ester, una de las obras más populares en nuestro país, luego de su estreno en 1988.

Al frente de la cia. Interdicta, buscan delinear la importancia de este clásico del teatro chileno en el plano patrimonial y político de nuestro país.

Y lo hacen utilizando medio centenar de objetos que pertenecieron al montaje original y yendo al rescate de la parte más intangible de una obra de teatro: el gesto actoral y las voces.

Todo eso se muestra como si el público asistiera a un museo, una manera especial de ofrecer la adaptación escénica del inolvidable director Andrés Pérez (1951-2002), de la obra homónima del músico, cantautor y folclorista Roberto Parra (1921-1995).

En este extenso poema en décimas autobiográfico el Tío Roberto relata la relación amorosa que tuvo con Ester, una famosa prostituta del burdel Luces del Puerto, de San Antonio, a fines de la década del 30 y principios de la del 40.

Jorge Sánchez
Jorge Sánchez

Con vida propia

Códigos propios y novedosos tiene esta producción, que el espectador puede asumir como el deseo de hurgar en la memoria que guardan las cosas.

Incluso, en un sentido más amplio, se puede afirmar que los objetos habitan una realidad con vida propia, por lo que siguen existiendo dentro o fuera de un escenario.

Y si las cosas tienen esta capacidad de ser -incluso, como ruinas-, también pueden contar aspectos de su historia, en este caso, de La negra Ester.

El montaje se desarrolla en dos partes: en la museográfica, el público pasea por el escenario mirando diversos objetos, como el vestido que usó la primera negra Ester (Rosa Ramírez).

También puede cruzarse con un actor o actriz que carga una ventana original de la obra, mientras una voz informa sobre cómo fue la investigación y se obtuvo esa pieza.

Alrededor de veinte minutos después, ya todos sentados, se exhiben fragmentos audiovisuales de La negra Ester, mientras se reitera el objetivo de rescate patrimonial.

Dirección y dramaturgia agregan un toque de ironía al evadir la legislación sobre los derechos de una herencia cultural, al subrayar la imposibilidad de aplicar la ley al gesto y a la voz actoral… mientras el elenco reinterpreta lo que muestra un audiovisual buscando homologar las técnicas de actuación utilizadas por el Gran Circo Teatro.

Una propuesta primeriza de Manzur y Cayo que tiene el gran valor de abrir el campo escénico a nuevas formas de producción y montaje, mediante recursos novedosos y entretenidos.

Y que, al mismo tiempo, rescata el comportamiento del cuerpo teatral de una obra creada hace 30 años, junto con ofrecer una mirada a la historia de amor de Roberto Parra más acorde con la realidad más compleja de hoy.

Centro Cultural Gabriela Mistral (GAM). Alameda 227. Miércoles a sábado, 21.00 horas. Entrada general $5.000; estudiantes y adultos mayores $3.000. Hasta el 26 de mayo.