Las buenas cifras de Chile

En las estadísticas mundiales, Chile apareció como uno de los países con mayor número de vacunación en el mundo contra la COVID-19 en las tres últimas semanas. Las estadísticas son claras, a la fecha casi tres millones han recibido al menos la primera dosis de la vacuna, es decir una tasa de 15.03 por cada 100 habitantes, cuando en la Unión Europea la tasa es de 5.67.

Frente a lo que se presenta como una campaña exitosa y un consenso mediático, urge alertar sobre tres elementos claves que cuestionan la perspectiva hegemónica y alertar a tres actores claves en la lucha contra la pandemia: los epidemiólogos, cientistas sociales y periodistas; los políticos; y los ciudadanos.

1. Detrás de las cifras.

Las estadísticas oficiales pintan un panorama muy exitoso para Chile. Sin embargo, detrás de la cifra de 2.87 millones de inoculaciones hay una realidad más dispar. Se presentan las estadísticas como si todas las vacunas fueran igual de efectivas y se habla de población inoculada cuando solo 55 mil personas han recibido las dos dosis de las 2.88 millones de vacunaciones realizadas. Las cifras entregadas por el DEIS indican que el 18,6% de las personas se ha vacunado, pero el cálculo de la población objetivo considera un universo de poco más de 18 millones cuando las estimaciones del INE al 2020 señalan que somos casi 19.5 millones de personas. Del total de vacunas 2.777.252 son Coronavac y 112.696 Pfizer/BioNTech.

El consenso científico es que estas vacunas tienen distinto desempeño en su respuesta a la inoculación, algunas son más efectivas que otras. Los estudios más recientes demuestran que Pfizer/BioNTech es la vacuna más eficaz, con 95% de protección efectiva. Siguen Moderna (94%), Sputnik V (92%), Novavax (89%), AstraZeneca (70%), Johnson &Johnson/Jannsen (66%). Mientras que la vacuna CoronaVac/Sinovac, producida en china, tiene resultados menos destacables quedando en último lugar con 50% de eficacia. Es decir que de 100 personas que se vacunaron con las dos dosis, la mitad va a volver a contagiarse.

Es una responsabilidad de los epidemiólogos, cientistas sociales y periodistas interpretar las estadísticas con precaución y distancia, e informar a la población que detrás de las estadísticas de vacunación hay distinciones entre vacunas de acuerdo a su eficacia.

La Unión Europea no ha autorizado esa vacuna porque no se ha comprobado una eficacia suficiente. En otros países del mundo, como en las Filipinas, se denuncia que a las clases populares se aplican la vacuna CoronaVac cuando las privilegiadas se reservan los mejores vacunas. Mientras en Chile todos los medios celebran el éxito de una campaña de vacunación con 96% de CoronaVac.

2. Peligrosos usos electorales

Con la celebración de las estadísticas nacionales, surge otra pregunta. ¿El objetivo de esta campaña masiva de vacunación en Chile es proteger a la población frente al virus o tener las mejores estadísticas en términos de número de vacunaciones?

Las cifras son alentadoras y es fácil dejarse seducir. Esconden una batalla frente a la pandemia que es más compleja y está lejos de acabarse. Aclarar estos puntos es aún mas importante en este año electoral cuando se elijen a constituyentes, gobernadores y consejeros regionales, alcaldes, concejales, diputados, senadores y al presidente.

Poco se ha hablado de la implicancias que tiene la vacunación en un periodo de elecciones y es fácil caer en el manejo político de las estadísticas. Las distintas temporalidades de las epidemias hace aún más importante este punto. Cuando las estadísticas de vacunación son de uso inmediato, la tasa real de protección de la población solo se conocerá varias semanas después y no es antes de meses que se verá reflejado en el número de muertos el éxito o el fracaso de la estrategia del gobierno frente a la pandemia.

Más allá de usos electoralistas, la difusión y amplificación por líderes políticos y mediáticos de un mensaje que lleva a muchas personas considerarse protegidas del virus cuando no lo son, o solo parciamente, puede resultar en una nueva ola de contagio y, por lo tanto, a numerosos muertos adicionales de la COVID-19.

A nivel colectivo puede tener sentido usar masivamente una vacuna que solo es efectiva al 50% para bajar la circulación del virus entre la población. Pero si las personas que recibieron esta vacuna se creen protegidas del virus, bajan la atención a las protecciones sanitarias y retoman su vida activa como si el virus ya no les afectara. El riesgo es alto, de ser así esta campaña de vacunación podría tener el efecto inverso, hacer subir el número de contagiados y de muertes por la COVID.

3. Mantengamos las precauciones sanitarias

Tercero, es crucial que los ciudadanos no bajemos la guardia frente a la COVID-19. Todas y todos podemos dejarnos cautivar por las atractivas cifras y la esperanza de un pronto regreso a la vida social activa. El virus no ha desaparecido y la pandemia está lejos de acabarse. Muchas de las personas vacunadas pueden ser infectadas por el virus y por tanto propagarlo. Si estas personas disminuyen las precauciones sanitarias y retoman una vida activa “como antes”, lejos de estar a punto de vencer la pandemia como lo dejan creer las estadísticas de vacunaciones, estamos al borde de una tercera ola de contaminación. Es indispensable y urgente llamar a las y los ciudadanos a mantener las medidas de cuidado, respetar la distancia social, usar correctamente la mascarilla, el lavado constante de manos, el uso de alcohol gel y seguir con las acciones de solidaridad y ayuda mutua que salvaron a muchos durante esta pandemia .

Por:
Karla Henríquez, Departamento de Ciencias Sociales, Universidad Bernardo O´Higgins.

Geoffrey Pleyers, Profesor de Sociología, Universidad Católica de Lovaina, Bélgica.