Íntimo. Sincero. Como una conversación por escrito. Con letra antigua. Como en los tiempos de piratas y corsarios. Cuidando los tiempos, las comillas, dónde instalar el punto, el puerto, el acento y la zona de BasseTerre. La buena redacción. La memoria bien escrita, La Isla de la Tortuga, Haití, la Igualdad, la Libertad, la Fraternidad y aquello que nos convierte en seres humanos. La hermandad. Jaime Casas, “Una raíz para Gustavo”. (Ediciones LOM, 2021). 
 

Por Marcel Socías Montofré 

“Cuando leas esta historia, nieto de mi alma, ya no estaré vivo. En este momento golpeas tu pelota con un pequeño martillo como si la estuvieras castigando. Quiero invitarte a desentrañar algunos misterios de aquellas islas…”. (Pág. 55). 

¿Cómo no sentir curiosidad? Siempre fueron atractivas las historias de piratas y corsarios. Pero más todavía cuando se libran de ciertos estereotipos cinematográficos y se sinceran con el hermoso lenguaje de la literatura. Mejor incluso cuando es sustentada en datos históricos verosímiles y no a gusto del consumidor. Cuando es por igualdad, libertad, fraternidad y también cariño.

Porque hay tiempo. Tiempo de leer y recordar. Con sincera honestidad. Tiempos de reivindicar la gesta, de documentarla, dejarla por escrito, construir una gran hermandad con los ancestros y volver a tiempo para entregarla como buen mensaje después de muerto. Cuando crezca Gustavo. 

Gustavo que es pequeño, todavía, que aún no comprende. Gustavo mirando como niño, mientras la historia pasa por el relato del abuelo. Como también pasan forajidos, banderas, nativos, navegantes, esclavos, bucaneros y otros tantos que soñaban con un rincón del mundo en libertad.

Sin reyes, ni privilegios, ni fortunas, ni tampoco pasando hambre. En libertad. Por eso acción hay bastante. En el libro y la historia. Ambas historias. Con mayúscula y minúscula. Con buena mezcla de personajes y especialmente un profundo sentido de humanidad. Con 136 páginas de “Una Raíz para Gustavo”, con Jaime Casas, que ya cuenta con magistral experiencia en el relato. 

Por cierto, es coguionista de la película “Y de pronto el amanecer”, del director Silvio Caiozzi, filme donde trasuntan muchas de las historias de Gustavo Casas, libros donde también se encuentran “A imagen y semejanza” y “La noche de Acevedo”. 

Pero volviendo a Gustavo, buscando entre sus raíces, se aprecia entre la prosa de Gustavo Casas un profundo cariño por escribir. Cuida la estética, la sintaxis y la buena redacción. La sonoridad de las palabras. Se documenta y escribe con cariño. Y con el mismo sentimiento es posible leerlo.  

Porque no es fácil escribir pensando en la muerte. Pero alguien tiene que hacerlo. Aún a riesgo de perder. Como en la zona de BasseTerre. Incluso perdiendo. Porque tal vez –cuando pase el tiempo- alguien venga a contarnos que algunos piratas no eran malos. Tan sólo tenían mala publicidad y el empeño de muchos para silenciarlos. 

Eso es lo bueno de leer a Jaime Casas. Por muy lejos que Haití se encuentre de Chile, a través del tiempo y las páginas se le escucha cercano, antes de que se disipen los nombres de Piercito, la Monja y el Tenor. 

Mucho antes. A partir de la raíz y La Cofradía de los Hermanos de la Costa. Justo a tiempo para conocer la verdadera historia…  
 
“Una raíz para Gustavo” 
Jaime Casas Barril 
Ediciones LOM 
2021