Con Vicente Huidobro hay sentimientos encontrados. Es uno de los grandes poetas de Chile, pero poco reclamado por los chilenos. Tal vez porque no lo conocemos del todo, o tal vez porque su poesía no cayó en la tentación del verso empalagoso.
Por Marcel Socías Montofré
Porque si todavía hay vanguardia posible en la poesía, quizás sea revisando los orígenes. Esos poetas nuestros que recordamos sólo para citas a la pasada en redes sociales, como versos de Altazor o El Viaje en Paracaídas, sin entrar en una profundidad necesaria para encontrar la propuesta del poeta, su propósito creacionista e incluso previo al creacionismo como es el libro “Adán” (1916).
Esa teoría estética que Vicente Huidobro abrazó con fe para expresarse por manifiesto en la poesía de su tiempo, con extraños ecos en nuestro tiempo.
Tal como expresa oportunamente Oscar Hahn en el prólogo, “el poema extenso que se integra en el libro “Adán” está situado en una especie de tierra de nadie. Tiene un pie en el pasado y el otro, no en el futuro, sino en una promesa de futuro”.
Así –en palabras de Hann- “el libro “Adán” reproduce la realidad y no rompe con ella como es el propósito central del creacionismo. Pero no es eso lo que llama la atención, sino el quiebre radical del poema con el Génesis bíblico”.
De hecho el mismo Huidobro advierte en las primeras páginas: “Mi Adán no es el Adán bíblico, aquel mono de barro al que infunden vida soplándole la nariz; es el Adán científico. Es el primero de los seres que comprende la Naturaleza, es el primero en el cual se despierta la inteligencia y florece la admiración”.
¿Qué más decir? Con esa advertencia cualquiera se anima a entrar en las 91 páginas de un libro que también aparece como una propuesta para echarlo todo por la borda y comenzar de nuevo, con menos apuro, pausadamente buscando recuperar la fe en el ser humano… esa esperanza de Vicente tan vigente hoy por hoy.
“Adán”
Vicente Huidobro
Ediciones Biblioteca Nacional
Santiago de Chile, 2018