El director ejecutivo de Perrera Arte habla de los 27 años de vida de este espacio independiente… Y señala las dificultades de crear en un Chile que, en pleno siglo XXI, es mejor conocido por sus uvas y cerezas, que por el talento de sus artistas.

Por Pablo Asenjo

El Centro Experimental Perrera Arte celebra este fin de semana sus 27 años de existencia y en la página oficial de este espacio cultural el artista visual Antonio Becerro invita al festejo señalando que “hay que llegar elegantes como siempre, pero con ropa ligera”.

La advertencia responde al hecho que este aniversario debió celebrarse en julio, mes en el que, en 1995, el recinto de la ex Perrera de Santiago fue entregado a los artistas cuando estaba transformado en una ruina. Por lo tanto, tradicionalmente, a la fiesta invernal en el Parque de los Reyes, a solo 80 metros del río Mapocho, había que llegar con gruesos abrigos.

Centro Experimental Perrera Arte

“Esta vez, por primera vez en diciembre, tendremos dos jornadas de festejo para la familia, con jazz y música experimental al aire libre, cuartetos de aquí y quintetos de allá, teatro aéreo con una hermosa obra inspirada en el vuelo de los pájaros que se llama ‘Migraciones del alma’, cine documental al atardecer, además de la muestra de videos y fotografías ‘No lo sé, no lo recuerdo’, de Hugo Peña, que está en pleno curso”, cuenta Becerro, quien proyectará por primera vez en público su trabajo “La balsa de La Medusa”.

“Esta obra la hicimos en el invierno de 2020, en los momentos más crudos de la pandemia y, por cierto, los modelos sufrieron con el frío. Hice dos versiones de esa instalación performática, una con bailarinas profesionales y otra con vecinos del barrio, quienes se pegaban su arrancadita a la Perrera para huir del encierro sanitario haciendo fotografías. Aunque ya nos liberamos de las mascarillas, varias de las obras incluidas en esta celebración tienen mucho de aquel momento tan traumático para todos. Quizás, sin saberlo y haberlo planteado así, son también un modo de sanación después de tantas pérdidas”, reflexiona Becerro.

– Cumplir 27 años es una hazaña para un espacio independiente. ¿Cómo ha sido este trayecto?

– “¡Uf! Ha sido un tobogán de emociones, son 27 años apasionantes, tremendos, llenos de pulsiones, empuje, descubrimientos y transformaciones. En la gestión y producción nuestra experiencia ha sido notable, con un dossier mixto de artistas único y de lo más variado que te puedas imaginar. El lenguaje y la cercanía con nuestro público y su apoyo ha sido fundamental para crecer y sostenernos en el tiempo.

“En lo que respecta a la mantención y restauración del edificio, seguimos avanzando firmes y paulatinamente en la medida de nuestros recursos. El edificio lo sacamos de su estado de ruina y deterioro para levantar sus fachadas como un hito histórico y patrimonial. Todo esto en una gestión independiente como organización comunitaria sin fines de lucro.”

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– ¿Cuáles han sido las dificultades que les ha tocado enfrentar durante este tiempo?

– “Un montón. Decepción tras decepción. “Lo único que no experimenta necrosis es la decepción, siempre es sana y lozana”, le escuché decir a un maestro. Del colectivo original quedamos cuatro, pero los distintos equipos que hemos formado han ido mutando, se van renovando, eso hace que siempre sea como volver a empezar. Digo esto porque no es nada fácil sostener un espacio incomprendido, formando gente con cero recursos dentro del modelo y el formato conocido de la democracia chilena.

“No solo no hemos contado con el apoyo de las autoridades en términos de cultura para las comunidades, sino que a ratos se nos censuró y persiguió como colectivo de arte por nuestras ideas, por estar con las minorías, por ayudar a las disidencias, por querer cambiar algo esta realidad opresora, turbia y horrorosa del Chile posterior a la dictadura.”

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– ¿Quién o quiénes deberían dar una respuesta para mejorar la cultura?

– “Hoy, sin ninguna duda, el Ministerio de Cultura, pero también las seremis, los departamentos de cultura de las municipalidades a lo largo de Chile. Se requieren líderes, no tantos funcionarios; necesitamos un Estado más moderno y democrático. Necesitamos un país que te ayude a vivir y que, ante todo, te respete, donde se pueda elegir y valga tu opinión, aunque seas un perro.

“Un país donde puedas ser tú sin sentirte una cucaracha o bajarte la ropa interior. Donde puedas trabajar sin tener que mendigar. Un país que no pierda el sentido del humor y que proteja los derechos garantizados por el Estado. Uno que cuide y promueva la cultura a través de sus creadores y artistas. Un país que, a través de un Estado eficiente, sea una bisagra aceitada entre los creadores y el pueblo. Un país con altura de miras y visión de futuro, un país sin tanto miedo.”

Hugo Peña
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– Pero igual existen los premios, los fondos concursables, las subvenciones y asignaciones directas para la cultura.

– “Lo que tú quieras, pero no es suficiente. Estamos en una cruda competencia desleal entre pares, artistas y gestores culturales. Si se trata de la imagen país como potencia artística e intelectual, estamos bastante mal. El capital creativo está estancado. De ser en el pasado un referente activo y propositivo culturalmente, hoy no somos más que un país exportador de silencio. Hay que recordar que, durante todo el siglo XX, Chile se identificó por el trabajo de sus artistas, Chile era sinónimo de Gabriela Mistral, Roberto Matta, Claudio Arrau, Pablo Neruda, Violeta Parra y Raúl Ruiz. Hoy la cultura no es parte de la imagen país en el exterior, es evidente que se nos conoce mejor por las sabrosas uvas, el vino, las Torres del Paine, las cerezas y quizás los peinados de un par de futbolistas que ni siquiera llegaron al Mundial.”

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– ¿No será culpa de los propios artistas?

– “Quizás, pero yo no dejo de maravillarme con las creaciones, realizadas desde la adversidad, por decenas de jóvenes artistas en las más diversas manifestaciones. Talento hay, pero faltan políticos visionarios, como Pedro Aguirre Cerda, gracias a cuya visión se pudo salvar el talento incomprendido de Gabriela Mistral, quien recibió el Premio Nobel mucho antes que le dieran el Premio Nacional de Literatura. Pero ya estamos en el metaverso que no quieren vender las transnacionales de la información, no podemos seguir en lo mismo.”

– ¿Por dónde partirías arreglando el asunto?

– “Valorando el arte como una inversión de largo plazo, como un objetivo de Estado, como un capital. Así como se incluye a conocidos empresarios en las giras presidenciales, también debieran ser obligatorias en esas salidas las representaciones paritarias de artistas, de los cuerpos estables de las universidades y, por qué no, del arte independiente. Pero más allá de las giras, lo principal es la valoración de lo propio, el querernos como generadores de sentido.

“Las crisis en las poblaciones no se solucionan con más palos y policías, los políticos viejos y jóvenes que se dicen de izquierda no pueden gobernar con estados de excepción, eso es aberrante, morboso incluso. Las crisis se trabajan desde adentro, desde la transformación de las personas por la belleza, belleza que, como el aliento de vida, todos portamos al nacer. Un ejemplo de lo que digo es el papel de las educadoras de párvulos que hemos visto en numerosos videos: en medio de las balas, ellas siguen cantando bajito y apelando a la fantasía de los niños. Yo he trabajado con jardines infantiles y sé de lo que hablo.”

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– ¿Por qué ha fracasado a tu juicio la institucionalidad cultural?

– “Eso se debe en gran parte al diseño de los fondos concursables que ayudan con aportes económicos a mantener a los artistas y espacios para realizar sus actividades y obras. En el retorno a la democracia de los años 90 se creó y perfeccionó este modelo con el fin de instalar la concursabilidad como único medio dependiente de lo que ahora es el Ministerio de Cultura. Pero esa fórmula se fue degastando en el tiempo por varias razones. Entre otras, el aparato del Ministerio no se modernizó para estar en línea con un mundo digital que evolucionaba a gran velocidad sin retroceso.

“El problema se generó por la gran cantidad de artistas mezclados concursando: actores, pintoras, bailarinas, artistas consagrados, emergentes, autodidactas, etcétera. De ese modo se instalaba la competencia entre los pares. Para colmo, ese diseño y lo que se entiende por arte y cultura está bajo la mirada sesgada y el control de las elites que se mueven en la endogamia.”

– Algunos sostienen que la competencia ayuda a la superación.

– “El problema es que el modo de postulación y rendir cuentas le quita tiempo, dedicación y concentración a los creadores. Te pasas más de la mitad del año llenando formularios Excel que son verdaderas e interminables tesis. Pero no termina ahí, porque luego nos someten a una evaluación parcial con una especie de plantilla en la que no todas las realidades calzan. Los funcionarios y sus normas están muy lejos de la realidad.

“El verdadero trabajo y la sacrificada puesta en escena de los artistas por hacer obras y llevarlas a la comunidad es una cosa muy distinta a lo que se dice en el papel. Como si fuera poco, además tenemos que hacernos cargo de la mediación. Otras de las complejidades de este modelo es que se convirtió en un círculo vicioso, donde el Ministerio de Cultura se convierte en una especie de casa prestamistas de dinero, para la cual es más importante la rendición que el resultado de obra y sus efectos en las comunidades.”

– ¿Podría mejorarse esta situación en el mediano plazo?

– “Una de las soluciones es terminar con la concursabilidad o dejarla reservada exclusivamente para los artistas emergentes. Esa política fue instalada en esencia para apoyar la actividad creativa y la gestión cultural, pero su formato ha caído en desgracia y no está en línea con la realidad de los procesos creativos.

“Nadie dice que nos regalen los recursos, pero hay que terminar con este modelo policía contra el desarrollo de los artistas. Hay que capacitar a los funcionarios, darles las herramientas para que su trabajo sea justo, profesional, y no sufran en el empeño desmedido al que están sometidos.

“Necesitamos que nos acompañen en el proceso y desarrollo de nuestro trabajo, no que estemos bajo sospecha permanente y que luego te persigan como si la Contraloría fuera un ente invisible, supremo, implacable. Ni la Policía Moral tiene tanto peso en Irán. ¿Quién controla a los controladores?, ¿quién cuida a los que nos cuidan?”

– ¿Qué sería lo ideal para dar garantía de futuro a Perrera Arte?

– “Creo que lo práctico, y esto nunca lo he dicho antes en público, es que recibamos una asignación directa para poder sostener este mítico espacio con sus actividades, su patrimonio, dignificando a sus trabajadores, respetando nuestro modo de hacer lo que sabemos hacer. En tanto al bien intangible, el horizonte sería tener interlocutores válidos y disponer de los recursos necesarios para avanzar y ahondar en nuestra memoria e identidad nacional.”

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– No te puedo dejar de preguntar sobre la denuncia que hizo en las redes sociales en tu contra el artista Vicente Irarrázabal por maltrato laboral.

– “No, está muy bien la pregunta, sirve para aclarar lo ocurrido. En primer lugar, yo no tengo ningún vínculo laboral con él. Al parecer se sintió pasado a llevar porque le solicitamos reducir el tiempo de la exposición que tenía programada en enero en nuestro espacio para dar cabida en el calendario a la reposición de la exitosa obra “El testigo”, de los coreógrafos franceses Claude Brumachon y Benjamin Lamarche.

“Solo le pedimos acortar la muestra, concentrar la exhibición en menos días, pero muchos más intensos en términos de las actividades asociadas. Acusa que yo trabajo para la Municipalidad de Santiago, cuestión que es absolutamente falsa, y que estamos privilegiando a los artistas extranjeros.

“Grave error porque estos afamados coreógrafos vienen generosamente al país por el cariño que le tienen a la compañía de danza Espiral y, de seguro, los principales beneficiados con su visita, además del público que verá una obra estándar internacional, son los sacrificados bailarines chilenos, que pocas veces tienen la posibilidad de trabajar con maestros de esta envergadura. Es como si Pep Guardiola viniera a dar una clínica gratuita y los futbolistas nacionales se sintieran molestos por eso.”

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– ¿Qué piensas de las funas?, ¿participas en las redes sociales?

– “Las redes sociales son un medio de comunicación y, en nuestro caso, sirven básicamente para promocionar nuestras actividades y trabajo. Estoy convencido de que las personas que se toman muy en serio esa realidad pasan a ser algoritmos maniobrados por la inteligencia artificial. Por lo tanto, tomo distancia de todo ello.

“Prefiero la piel, el olor, el sabor, soy más orgánico. Supongo que algunas funas son legítimas, pero la mayoría quieren llamar la atención como el acusete del curso y, por lo general, esas personas se instalan en una altura moral adquirida no sé dónde.”

– Igual tu trayectoria como artista es polémica.

– “Quizás menos de lo que debió haber sido (ríe). Varias veces me he mordido la lengua para no dar afrecho a los chanchos. Recuerdo a otro artista que me acusaba de facho por continuar haciendo obras junto a la comunidad en la administración del alcalde Felipe Alessandri, quien nos congratuló con una placa de reconocimiento en 2019.

“Otro se ofendió porque su exposición no quedó seleccionada en nuestra curadoría anual. Reclamaba que yo no lo tomaba en cuenta, mandaba cartas a la prensa denunciando mi indiferencia. Y otra vez me acusaron de sexista por usar la palabra afrodisíaca.

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“Pero la guinda de la torta la puso en sus días de fama, allá por 2002, el diputado Fulvio Rossi, quien se unió al coro de los que sostenían que yo mataba perros para hacer mis taxidermias, a lo cual yo respondía con una acción de arte en el programa de debate “El termómetro”, divertido episodio que lo hizo salir furioso del set de Chilevisión. Todo estos capítulos a lo largo de mi carrera instruyeron un personaje excéntrico que muchos admiran, en tanto a otros ni siquiera aparezco en su mapeo.”